Dominio público

La izquierda (y Yolanda Díaz) se examina de Política Internacional

Sato Díaz

Jefe de la sección de Política en 'Público'

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante el debate 'El proyecto de Yolanda Díaz para Europa' en el Círculo de Bellas Artes, el 22 de febrero de 2023, en Madrid (España).
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante el debate 'El proyecto de Yolanda Díaz para Europa' en el Círculo de Bellas Artes, el 22 de febrero de 2023, en Madrid (España).22 FEBRERO 2023;SUMAR;ACTO POLÍTICO;POLÍTICA;
Fernando Sánchez / Europa Press
22/2/2023

Noche de desvelos y desconsuelos, la que antecede a un examen mal estudiado. Había quien apostaba por ingerir café en cantidades industriales, llegar a la prueba de empalmada y releer los apuntes hasta el último segundo; estaba también aquella gente que, sin haber olido siquiera la mitad del temario, prefería dormir y, claro, llegaban las pesadillas y los monstruos se asomaban desde abajo del armario. Quien sabía que seguro iba a suspender era quien antes amarraba el sueño, le daba igual. Pero quien de verdad disfrutaba de la conciencia tranquila era quien había llevado, como se decía, "la asignatura al día". Al resto, otra vez, nos había pillado el toro.

Y algo así ha pasado en los últimos tiempos con la asignatura Política Internacional. Vivíamos en la paradoja de que, mientras habitábamos el mundo más globalizado e interconectado, no prestábamos la atención suficiente a la información mundial ni analizábamos lo que pasaba más allá del divertido vodevil de la política española. Y vino, de sopetón, la pandemia y después, la invasión rusa de Ucrania y a la sociedad en general, y a la izquierda en particular, le cogió sin haber estudiado demasiado, le pilló el toro.

No es que no hubiera especialistas en Relaciones Internacionales pensando, comprendiendo y explicando el mundo, ni que los partidos políticos no engrosaran sus filas con brillantes analistas de política exterior... Es que una materia tan importante no estaba entre las prioridades, no daba audiencia, estaba relegada al segundo plano tanto en la izquierda como en la derecha. Pero la izquierda, que siempre ha de tener ese impulso de cambiar la realidad, el mundo, se ha internado en el siglo XXI (un siglo que está otorgando un carácter protagónico a la geopolítica) con la necesidad de renovar consensos para poder actuar en un contexto que cambia a gran velocidad. Buena parte de los esquemas para comprender el presente provienen de un ya lejano siglo XX.

Ya no sirven aquellos esquemas del siglo pasado que permitían explicar el mundo por oposiciones dicotómicas. El siglo XXI es mucho más complejo que el anterior, la pluralidad de identidades de todo tipo y la multiplicidad de interconexiones y relaciones lo enrarece todo. Sin embargo, también sería una ilusión pensar que todo lo del siglo XX ha terminado, que Estados Unidos ya no se mueve por unos intereses propios para imponer su hegemonía en el planeta o que la OTAN ha olvidado su carácter militar y de representar a una parte minoritaria, como si ahora trabajara para garantizar la paz global y las estelas de sus actuaciones militares fueran arcoíris.

Mientras, se va gestando en el Estado español una fuerza política nueva que prevé aglutinar a las izquierdas ya existentes y ampliar su base social. El proyecto Sumar de Yolanda Díaz se interna en un año electoral en el que todo debate político estará influenciado enormemente por el devenir del conflicto en Ucrania y por los cambios geopolíticos que se van adivinando. El pasado miércoles, la vicepresidenta segunda participaba en un acto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid titulado El proyecto de Yolanda Díaz para Europa que organizaba la revista Le Grand Continent, y que se convirtió en una suerte de presentación, de esbozo, de lo que será su línea política en materia internacional, aunque pisara pocos charcos más allá de Europa. Junto a ella, estuvieron el eurodiputado Ernest Urtasun y Carlos Corrochano, responsable de Internacional de la Vicepresidencia Segunda. Yolanda Díaz se examinaba de Política Internacional. Y el primer mensaje fue reclamar para Ucrania "una paz justa y duradera", por cierto, alineada con el papa Francisco o el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.

Ya informaba Público hace casi un año de hacia dónde mira, quiénes son sus referentes internacionales, la que está llamada a ser la próxima candidata de la izquierda a la presidencia del Gobierno español: los verdes europeos y las nuevas izquierdas latinoamericanas son los ejemplos de afuera que más le seducen. El acto de esta semana sirvió para corroborarlo y profundizar en esto. Díaz se comprometió a intentar "sumar" también más allá de los Pirineos: una confluencia que apela a socialdemócratas, a la izquierda y, sobre todo, a los verdes en Europa.

El análisis de la vicepresidenta parte de que, ante la crisis de la socialdemocracia europea actual, se quedan dos proyectos políticos contrapuestos en el tablero de juego: unas derechas neoliberales con sus distintas gradaciones de reaccionarismo (que cada vez tiene más importancia institucional y presencia en gobiernos) y un espacio de carácter progresista y democrático que ha de disputar Europa al primer espacio. Este segundo espacio, por cierto, tiene dos ejemplos en las democracias europeas que se podrían considerar exitosos si nos fijamos en resultados de comicios recientes: el ejemplo verde, que obtiene buenos resultados en Alemania, por ejemplo, o el izquierdista-populista del francés Jean-Luc Melènchon. Aunque parece que, de momento, Díaz se decanta más por el primer ejemplo, quizás esa apelación a "sumar en Europa" vaya por una combinación de ambos. Y es que desde el equipo de Sumar ya hablan de la necesidad de "un nuevo sujeto político" también para Europa.

La responsable de Trabajo en España aboga por una "Europa autónoma, fuerte, que sirva para cambiar la vida de la gente", que tenga "entre Pekín y Washington, una posición propia", lo que se puede comprender con un distanciamiento de proyectos que tienen su centro de toma de decisiones fuera del suelo europeo, como podría ser la propia OTAN. Queda pendiente conocer, por tanto, cuál es la postura del proyecto de Díaz con respecto a la organización atlantista y la relación de Europa y España con la misma, de momento ha dejado en blanco la pregunta en el examen que, siendo tipo test, ni suma, ni resta. Y eso que es una pregunta importante para la tradición de las izquierdas españolas que aspira a representar, y a ampliar.

La vicepresidenta también se refirió de la necesidad de poner "el mundo del trabajo" en el centro de una "Europa afectiva y efectiva": "Podemos llamarlo laborismo". Y defendió un "europeísmo transformador" y "democrático". "Es tiempo de renovación de los tratados, cambiar la arquitectura institucional, darle mayor protagonismo al Parlamento Europeo, estudiar el método de elección de la propia Comisión...". Como no podía ser de otra manera, sueña con una Europa feminista y verde. "El Pacto Verde Europeo tiene que ser nuestra bandera y está en una disputa ideológica", reflexionó.

En cuanto hacia afuera, hizo una breve mención a las prioritarias relaciones internacionales de Europa (impulsadas por España) con el Magreb (¿en qué relaciones con Marruecos cree Díaz?) y con Latinoamérica. Poco más dijo de esto, queda pendiente de profundizar en el próximo cuatrimestre. Como también habrá que abrir el capítulo de qué trato establecer con China, la otra superpotencia del mundo que parece alejarse a marchas forzadas de Occidente (en parte por los empujones de Estados Unidos para echarle fuera de la foto de la orla) pero que ha sorprendido esta semana con un plan de paz para Ucrania. Otra asignatura pendiente para buena parte de la izquierda, y para el proyecto de Yolanda Díaz.

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