Dominio público

Vox freak show factory

Pepe Viyuela

El candidato a presidente del Gobierno en la moción de censura registrada en el Congreso, Ramón Tamames, participa en un coloquio con otros economistas organizado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y el Banco de España, este martes en Madrid. EFE/ Kiko Huesca
El candidato a presidente del Gobierno en la moción de censura registrada en el Congreso, Ramón Tamames, participa en un coloquio con otros economistas organizado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y el Banco de España, este martes en Madrid. EFE/ Kiko Huesca

Con la llegada de la primavera estamos a punto de asistir al singular brote de la segunda moción de censura presentada por Vox en la historia de la humanidad. ¡Tachán!

Si en la primera su intención de alcanzar el protagonismo a través de la instrumentalización de un derecho avalado por la Constitución era evidente -ya que no existía ninguna posibilidad de que saliera adelante-, en esta ocasión lo más rocambolesco resulta ser el cabeza de cartel.

Está más que claro que Vox no sólo utiliza en su propia conveniencia los derechos constitucionales en los que, por otra parte, no deja de ciscarse; sino que también es capaz de proponer, usar y tirar a un candidato imposible convirtiéndolo en marioneta, con el único fin de alcanzar el mayor grado de atención mediática y barrer para casa unos cuantos votos.

¿Qué mejor modo de llamar la atención, -han debido pensar sus estrategas- que exhibir en la tribuna a un excomunista renegado que ha ido retorciendo su ideología al estilo del más consumado contorsionista, hasta llegar a no ser ni la sombra de sí mismo? ¡Habemus espectáculo!

¿Qué mejor manera de llamar la atención que forzar lo grotesco y hacer como que no pasa nada, para intentar hacer creer que el objetivo de esta sandez es, sencilla y llanamente, salvar a la patria de las garras del gobierno bolivariano?

La figura de D. Ramón Tamames en la tribuna del Congreso se presenta, salvo sorpresas de última hora, como un claro ejemplo de la política entendida como pura exhibición. Recuerda a aquellos freak shows o espectáculos de fenómenos, en los que se presentaban rarezas biológicas para gozo o disgusto del espectador, que, entre horrorizado y divertido, asistía atónito a un despliegue de presencias singulares.

¡Señoras y señores, pasen y vean! ¡Con ustedes el comunista a quien hemos arrancado los colmillos y los cuernos y que ahora come mansamente de la mano del domador!

De cara a la tercera o a las sucesivas mociones que el señor Abascal pueda tener que sacarse de la manga extremo derecha de su abrigo de las mil sorpresas, le proponemos un par de ideas, que quizá le ayuden a alcanzar no solo el foco nacional-mediático, sino también el internacional e incluso el galáctico. ¿Por qué no soñar con el resurgimiento del imperio español a través del disparate y la astracanada?

Dado que en ese partido adoran los golpes de efecto, la primera de estas propuestas consiste en que la próxima vez presenten como candidato a la momia de su amado Generalísimo. Imaginen aquello de "si Franco levantara la cabeza" puesto en práctica. Imaginen al extinto general momificado, después de haber volado en helicóptero desde el valle encantado de Cuelgamuros hasta el cementerio del Pardo, doblemente exhumado y llevado en andas bajo palio hasta el Congreso de los Diputados, plantándole cara no solo al Gobierno sino a la democracia en cualquier versión.

Su sola contemplación en la tribuna de oradores llevaría a muchos a volver a levantar el brazo, entonar el Cara al sol y llorar de emoción por recuperar la Una, Grande y Libre España que tanto añoran. Quizá la momia no abriera la boca, pero su solo advenimiento sería de un efecto imponente.

Y si lo de la momia de Franco Bahamonde no les llegara a parecer bien, sugiero, en su defecto, que fabriquen el avatar digital del general. La inteligencia artificial recrearía su imagen y estarían representados por el espíritu que inspira todas sus propuestas. En lugar de un comunista converso contarían con el auténtico referente ideológico y moral de su partido.

Qué inmenso placer sería para ellos, aunque fuera en versión virtual, sentir la presencia y la voz en el Congreso, en estos tiempos del metaverso, de aquel prohombre que condujo con mano de hierro y paredón caliente al país durante cuatro décadas.

Qué hermoso sería trasladar después en procesión a ese avatar o a la propia momia otra vez no hasta Cuelgamuros, sino hasta el mismísimo palacio del Pardo, donde podría encender otra vez la lucecita de su despacho y recuperar para el orbe todo su estatus de centinela de occidente.

Y si esta propuesta no acaba tampoco de convencerles, les sugiero otro candidato al que deberían haber tenido en cuenta y que probablemente se haya sentido ninguneado. Alguien con una inestimable presencia parlamentaria, que tiene antecedentes y que encabezó su particular moción de censura un señero 23-F, cuando encaramado a la tribuna, pistola en mano, tricornio y bigote negro azabache en ristre, improvisó una mascletá cuyos efectos han quedado grabados en el techo del hemiciclo, como inscripción imborrable y homenaje a uno de los más disparatados discursos que se hayan improvisado jamás en el lugar.

No importa que en vez del verbo el teniente coronel Tejero utilizara balas y que, al grito de "se sienten, coño", pretendiera imponer la ley del silencio, lo que importa es que ese sigue siendo el auténtico propósito de Vox en el sistema democrático español: darle matarile.

¿Les ha faltado coraje esta vez? ¿Les han flaqueado las piernas o están empezando a sufrir los síntomas propios de la derechita cobarde?

Abandonen las medias tintas y dejen de hacerse los demócratas, digan claramente que más que una moción de censura lo que les pone a ustedes de verdad es un golpe de Estado de los de antes.

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