Dominio público

¿Protege Feijóo a Albiol o a sí mismo?

Ana Pardo de Vera

Esta semana, además de la moción de la Viagra (no he podido evitar reproducir la brillante descripción del compañero Jonathan Martínez, aquí en Público), ha habidos dos noticias que impactan de lleno en la campaña electoral que nos aleja de un 2023 tranquilo.

Este miércoles, recién acabada la maratón Tamames en el Congreso, María Gámez anunció que dejaba la Dirección General de la Guardia Civil por la imputación de su marido en un caso largo y feo sobre ayudas públicas de la Junta de Andalucía a una empresa. Cuando recibimos el primer urgente de la noticia, creímos que su dimisión, forzada por el presidente Sánchez tras una intensa tarde de llamadas y deliberaciones, tenía que ver con el caso cuarteles o mediador, ambos de corrupción y con altos cargos de este cuerpo implicados. Al saber que Gámez abandonaba Interior por la imputación de su marido, personalmente, me pareció ejemplar, aunque objetivamente excesivo.

Sin embargo, entiendo que el PSOE no puede permitirse ni un caso de corrupción cercano, ni siquiera de la familia de un alto cargo, que puede no tener ni idea de nada. No era el caso de Gámez, pues la implicación de su pareja en la trama se conoce desde hace tiempo, aunque solo ahora ha sido imputado y el jefe del Ejecutivo, el ministro Marlaska y ella han entendido que a quienes no pueden dar lecciones de ejemplaridad contra la corrupción y las piden con todo su rostro de hormigón, ni agua: hay que distanciarse del PP con la corrupción.

De hecho, cada día nos horroriza más el estercolero sin fondo que supone el sumario de la Kitchen para el Partido Popular, la corrupción más grave en el seno del Estado y con un entramado mafioso, pero ellos y ellas, erre que erre con la corrupción del resto. Intentar tomarnos por imbéciles a los/as ciudadanas es la especialidad de quienes lo han usado todo para ganar y mantenerse en el poder (o poderes, si tenemos en cuenta el Poder Judicial caducado), pero creo que cada vez lo consiguen menos y se enfangan más.

Ahora tenemos procesado por prevaricación al exalcalde de Badalona y candidato del PP a la misma para el 28-M, Xavier García Albiol, miembro también del núcleo duro de Alberto Núñez Feijóo para preparar las elecciones. ¿Y qué nos dice el PP a los que cree ingenuos e ingenuas ciudadanas? Que su partido distingue muy bien entre lo que es corrupción y lo que no, y lo de Albiol "no es corrupción". Y a otra cosa, cascó el líder del PP nacional este jueves desde Bruselas.

Da igual que sí, que la prevaricación de funcionarios públicos y políticos sea considerada uno de los delitos que el Consejo General del Poder Judicial incluye como corrupción -la de los jueces, no, pero ésa es otra lúgubre historia del CGPJ-. Da igual que los propios estatutos del PP pongan la apertura de juicio -el caso de Albiol- como línea roja para tener que dejar la responsabilidad pública: si Feijóo dice que la prevaricación no es corrupción y el CGPJ es suyo, ¿qué demonios tenemos que añadir los demás incautos?

Albiol, por encima, no es un político cualquiera, pues su nombre ya apareció en los llamados papeles de Pandora por haber dispuesto de una sociedad activa durante diez años (2005-2015) en el paraíso fiscal de Belice. Este caso provocó una moción de censura que acabó con su mandato consistorial en Badalona, adonde ya había accedido con una polémica campaña xenófoba sobre el barrido de migrantes y por la que ahora vuelve a presentarse de candidato si Feijóo sigue en sus trece.

Es difícil creer que el expresidente de la Xunta de Galicia no sepa que la prevaricación es un delito de corrupción política para Albiol y para todos. También me cuesta creer que dude de que los ciudadanos/as nos traguemos semejante boutade, encima, en la misma semana en que toda una directora de la Guardia Civil, con rango de subsecretaria, se va porque imputan (ni siquiera procesan por ahora) a su marido. La cuestión que se abre aquí es qué tiene Albiol, un político a los que muchos incluso en el PP daban por amortizado, para que Feijóo se la juegue por él; si el de Badalona dispone de información o solo es un muro de contención para, por ejemplo, cuando el líder del PP tenga que justificar documentalmente algunas cosas, como la venta de una casa en Moaña (Pontevedra) por 600.000 euros; el salario que le paga el PP y si le abonan o no la vivienda; los contratos para la Xunta de 1,2 millones de la empresa en la que su hermana es apoderada... Cosillas.

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