Dominio público

¡Pues claro que habrá primarias!

Ana Pardo de Vera

La entrevista a Yolanda Díaz en Lo de Évole (La Sexta) dejó dos cosas claras, como mínimo: que la vicepresidenta y ministra de Trabajo tiene perfectamente claro lo que quiere, cómo y cuando lo quiere y que su elección y la de las listas de Sumar -listas de candidaturas, cada una de éstas con su valor añadido, independientes o partidistas- constituirán un proceso perfectamente democrático.; como no lo fue su designación "a dedo" y sin consulta previa por parte de Pablo Iglesias para liderar el espacio de Unidas Podemos ("Me enfadé muchísimo").

Díaz no dijo nada a Jordi Évole que no supiéramos ya, al menos, quienes queremos saber: que su relación con Iglesias está deteriorada porque el exlíder de Podemos ocupa un espacio político en el día a día que, en opinión de su sucesora, es excesivo. "Hay que dejar a la gente volar, dejar hacer", advirtió Díaz; y no se refería solo a ella y su liderazgo, sino a las ministras de Podemos, Irene Montero e Ione Belarra, ésta, además, secretaria general de la formación morada que porta la inevitable mochila de la alargada sombra de Iglesias: "Nos enteramos de las decisiones del Consejo de Ministros por Pablo en una tertulia de radio", añadió una Díaz menos sutil con su antecesor, aunque y, pese a todo, evitó la ofensiva contra Podemos y se limitó a defenderse de las críticas de estos.

La vicepresidenta segunda del primer Gobierno de coalición desde la república en España está inmersa en una gira mediática tras su presentación como líder de Sumar a principios de este mes en Madrid; líder ejecutiva (candidata a la Presidencia del Gobierno) solo para las generales, aunque dejó claro que todo lo que la nueva plataforma en construcción pueda aportar a los partidos de izquierda durante las municipales y autonómicas del 28 de mayo lo aportará. Preguntarle si va a hacer campaña por este partido o por aquellas otras siglas es, pues, inútil: no son las partes, es el todo, esto es, que la (ultra)derecha gobierne el menor número de territorios posible o, incluso, que no gobierne. Es algo, además, en lo que Pedro Sánchez y ella están de acuerdo y avanzan así una campaña respetuosa entre Sumar y el PSOE, que además, coincidirá con el final de año de la legislatura: se necesitan, están condenados a entenderse si pueden gobernar y los ataques de hoy son los rencores del mañana, en un ámbito que, como la propia Díaz reconoció, está cargado de tensiones internas muy dañinas (pasiones, "amores y desamores").

Reconocer los errores, saber perder, admitir vulnerabilidades y defectos, evitar el victimismo porque siempre hay gente mucho peor que tú y fuera de los focos, ... es decir, asumir la humanidad en el ejercicio de la política, con sus pros y sus contras, es la forma que tiene Díaz de presentarse como aspirante a primera mujer presidenta de España. No está mal si se demuestra con hechos y el primero de todos ha de ser la unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE; la vicepresidenta muestra voluntad ("Negocio hasta con el diablo"), pero debe convencer a los y las votantes, primero, de que realmente se hace -hasta ahora, no lo parece- y, segundo, de que la vocación es de ganar a los socialistas -y al PP- por encima de todo, más allá de asumir que pacto habrá, y que será el mejor de los casos porque supondrá que se puede gobernar.


Évole preguntó de casi todo y Díaz contestó más de lo que se le preguntó: buscar la paz en Ucrania no supone abandonarla a su suerte en su defensa armada contra Rusia; si fuera presidenta, cambiaría la relación de España establecida por Sánchez con Marruecos ("una dictadura"), particularmente, en lo que respecta al Sáhara; no comer carne es asumir que el modelo ganadero intensivo de las macrogranjas es un despropósito insalubre y carente de ética; no va fichar a Eduardo Madina, "un amigo que es del PSOE", y está muy agradecida a Alberto Casero (PP), con quien hubo incluso una breve conversación telefónica llena de cordialidad y humor sobre su error al votar la reforma laboral del Gobierno y darle luz verde (si el diputado del PP no se hubiera equivocado, Díaz habría dimitido al no sacar la reforma de sus desvelos)

La vicepresidenta también tuvo un mensaje para quienes creen que los cantos de sirena de los medios conservadores, halagándola, le afectan algo y son la señal de que ha vendido su alma al diablo: divide y vencerás es la estrategia de la derecha y es más antigua que el Cantar de mio Cid. Parece mentira que, a estas alturas, haya que explicarlo todo.

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