Dominio público

Ayuso es el mensaje, la mentira sólo es el método

Noelia Adánez

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología

La presidenta de la Comunidad de Madrid y del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aplaude durante un almuerzo con afiliados y simpatizantes del partido en Aranjuez, a 3 de mayo de 2023, en Aranjuez, Madrid (España). Foto: Isabel Infantes / Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid y del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aplaude durante un almuerzo con afiliados y simpatizantes del partido en Aranjuez, a 3 de mayo de 2023, en Aranjuez, Madrid (España). Foto: Isabel Infantes / Europa Press

Permítanme la impertinencia de comenzar estas breves notas sin miramientos, con una pregunta: ¿cómo consigue Isabel Díaz Ayuso beneficiarse de provocaciones que hacen tambalear la institucionalidad democrática, zafarse de acusaciones fácilmente demostrables de corrupción y mala práctica política, mentir sistemática y metódicamente sin sufrir al evidenciarse ninguna clase de consecuencia y recoger frutos de no participar en debates políticos y electorales cuya ausencia es objetivamente una muestra de incapacidad política y cobardía?

Dejando a un lado el nada desdeñable asunto de que el régimen del Partido Popular en Madrid está sólidamente arraigado tras treinta años de gobiernos centrados en la obra pública, la colaboración público-privada, la trama y el negocio de la escuela concertada, el control de importantes medios de comunicación y el desmantelamiento minucioso y concienzudo de servicios públicos y sociedad civil, dejando a un lado todo esto, ¿por qué el populismo de Isabel Díaz Ayuso, forma última y eficaz de presentación del régimen del Partido Popular en esta autonomía tiene tan extraordinaria eficacia? ¿Cuál es el secreto de Miguel Ángel Rodríguez para cosechar tantos y tan incontestables éxitos?

Lógicamente habría que preguntarle a él, su muñidor, cómo ha ido diseñando, ensayando y aprendiendo qué funciona y que no en la creación de la persona política Isabel Díaz Ayuso, qué elementos y cualidades de esta mujer a la que el anterior líder nacional del Partido Popular, Pablo Casado, tuvo la feliz idea de colocar al frente del PP madrileño son los que ha elegido potenciar y poner al servicio de la construcción de su persona. Sería formidable conocer sus respuestas, ¿no creen?

Mientras, conviene recordar que Ayuso aterrizó en la candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid de la mano de Casado y del perro Pecas, con un currículum en el que brillaban más el préstamo de Avalmadrid y un posible alzamiento de bienes que rendimientos académicos o desempeños profesionales. Como Ayuso en el PP las hay a docenas. Casado, sin ir más lejos, pertenecía a ese mismo selecto club de jóvenes del partido que de tanto compromiso y entrega no habían encontrado en sus cortas, joviales y prometedoras vidas tiempo para trabajar en nada que no fuera la organización, al servicio y para el beneficio de ella. Másteres exprés y documentos públicos falsificados vinieron a ornamentar las carreras poco presentables de los cachorros populares, adalides de la meritocracia que José María Aznar denuncia que está en peligro, aunque no atribuye la causa a la compra y falsificación de títulos, sino a las cuotas y lo woke. Vaya. Volvamos a Madrid.

Poca formación, ninguna experiencia de gestión, políticas públicas catastróficas y una pandemia mundial más tarde Isabel Díaz Ayuso -ayudada por la "pactofobia" que padecen las formaciones políticas de centro e izquierda madrileñas y su imperdonable miopía en lo referente a esta comunidad- , afronta sus próximas elecciones autonómicas sabiéndose ganadora, apea ministros del gobierno de España de folklóricas tribunas, marca el ritmo y la comunicación de su partido erigiéndose en opositora al gobierno de España, ordena y manda, alza la voz macarra y altanera. A Isabel, con su estilismo depurado, sus retoques estéticos, su fotogenia y su irrevocable confianza en sí misma no la para ni dios. No la paran ni los periodistas que, epatados por su estrategia de comunicación y su soberbia, su forma de comunicar disruptiva y no sabemos hasta qué punto su chequera, se quedan alelados cuando la escuchan denunciar la grave situación de inseguridad que vivimos las españolas por culpa de la ley de vivienda que el gobierno de Sánchez ha aprobado en España, denunciar las tropelías del socialcomunismo, aseverar que la sanidad madrileña es la mejor de la galaxia o defender que la supresión del impuesto a las grandes fortunas es un atentado contra los derechos humanos.

Pero no estoy respondiendo a la pregunta. Lo del secreto, porque a sabiendas de que no hay un solo factor para explicar el "fenómeno Ayuso", nosotras queremos el secreto. Miguel Ángel Rodríguez, sintonizado y alineado con el momento global dextropopulista ha dispuesto y dispone de los recursos para generar un entramado gracias al cual la comunicación política y la verdad son fenómenos enteramente desligados, carentes totalmente de relación entre sí. Ya no se trata de difundir bulos o medias verdades, que también, sino de trasladar "contenidos" y "mensajes" que, como si se tratara de simple publicidad, se producen y difunden en ausencia de verdad. Isabel Díaz Ayuso utiliza la mentira como método para lanzar un mensaje cuyo contenido es ella misma. Ayuso es el mensaje y mientras hablamos de Ayuso, sencillamente, dejamos de hablar de política.

La política es complicada y farragosa. Debatir sobre política exige estar informada, ir mínimamente leída, haber dedicado un tiempo a formarse una opinión, poseer juicio y, a partir de todo lo anterior, adoptar una postura y sostener un punto de vista al que, en democracia, entendida entre otras cosas como un régimen de competencia política, se da traslado mediante el voto. Los tiempos que vivimos no favorecen semejante acumulación de operaciones de la mente y, sin embargo, sí promueven un tipo de espectáculo de teatralidad barata y escenografía minimalista en el que prácticamente un solo personaje puede atraer toda la atención del público con un único y sencillo mensaje: mírame, no dejes de mirarme y de escucharme aunque lo que pronuncie sea un patético balbuceo o, precisamente, porque lo que pronuncio es un patético balbuceo que te reconforta porque te ayuda a sobrellevar las dificultades de la vida, a atribuir de manera sencilla y eficaz al "enemigo" la responsabilidad de tus desdichas.

Cuando la democracia es puro entretenimiento deja de ser un sistema de competencia entre opciones políticas legítimas y se convierte en una ceremonia unidireccional de validación de un régimen cuya sustancia y cuyo sustento es la mentira. Isabel Díaz Ayuso es la protagonista absoluta de una serie de plataforma con muchísimos espectadores y Miguel Ángel Rodríguez es su showrunner. Y esto no es ningún secreto.

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