Dominio público

Collvergència

Sato Díaz

Jefe de Política de 'Público'

La alcaldesa de Barcelona y candidata a la reelección, Ada Colau; el candidato del PSC a la alcaldía de Bacelona, Jaume Collboni; el candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona; Ernest Maragall, y el candidato de JxCat, Xavier Trias, antes de un debate electoral organizado por Prisa, en Barcelona, Catalunya (España). Foto: David Zorrakino / Europa Press
La alcaldesa de Barcelona y candidata a la reelección, Ada Colau; el candidato del PSC a la alcaldía de Bacelona, Jaume Collboni; el candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona; Ernest Maragall, y el candidato de JxCat, Xavier Trias, antes de un debate electoral organizado por Prisa, en Barcelona, Catalunya (España). Foto: David Zorrakino / Europa Press

"¿Descarta formar gobierno con Xavier Trias?". La pregunta la lanzaba el miércoles por la noche la periodista Gemma Nierga, en el debate de los candidatos a la Alcaldía de Barcelona de RTVE, a Jaume Collboni, candidato del PSC. Pregunta que, pese a la insistencia de los moderadores, quedó sin respuesta por parte del socialista.

Collvergència. A Collboni se le está poniendo cara de sociovergència. Con esta expresión se denominaba el pacto tácito que durante décadas repartía el poder en Catalunya entre PSC y Convergència hasta la ruptura democrática de hace unos 15 años: crisis financiera y respuesta del 15M; crisis territorial y respuesta del procés. Tras la impugnación, cada vez hay más voces que llaman a la restauración. Y Barcelona siempre es punta de lanza, primero amanece por Bogatell, luego ya en el resto del Estado. Huele a sociovergència.

Barcelona tiene vida propia. Un ritmo desacompasado con el resto de Catalunya, una abismal peculiaridad con el resto del Estado. La (pre)campaña municipal del 28M barcelonés está siendo trepidante, algo a lo que ya nos vamos acostumbrando la política de la capital catalana: aquel 2015 que hizo de una activista de la PAH, alcaldesa; aquel 2019 en el que Ada Colau reeditó al frente del Ayuntamiento gracias a Manuel Valls, quien fastidió la victoria en las urnas de Ernest Maragall...

Mucho ha llovido desde entonces. Poco ha llovido, sin embargo, desde enero. La sequía se ceba con buena parte de la Península Ibérica y, también, con Catalunya. Sin embargo, ha pasado un huracán por la política barcelonesa. A principios de año, la recién anunciada candidatura de Xavier Trias puso todo patas arriba. El exalcalde despuntó en las encuestas, las cuales llegó a liderar. La ERC de Maragall se desinflaba a golpe de entrevista de Trias, en quien Colau vio el rival perfecto para polarizar y hacer de una partida múltiple, una a dos. O Trias o Colau, y ambos candidatos se dieron cita en un restaurante del Eixample para inmortalizar en una fotografía las dos opciones. Ha pasado un huracán desde entonces, aunque ha llovido poco.

A finales de enero, Jaume Collboni dejaba de ser teniente de alcalde del gobierno de coalición liderado por Colau y Barcelona En Comú. El candidato socialista buscaba distanciarse de la alcaldesa, subrayar un perfil propio y patearse la ciudad (calles y despachos) para mejorar un conocimiento entre la ciudadanía que no acababa de despuntar. Al PSC, estaba escrito, le iría bien estas elecciones, pero más por el efecto arrastre de las siglas del partido, que con Salvador Illa son la primera fuerza catalana, y del propio Pedro Sánchez. La campaña llega, sin embargo, con un Collboni con gesto de alcaldable.

Este jueves, el CIS de José Luis Tezanos predecía una victoria de Colau el 28 de mayo. Los comuns obtienen, según la encuesta, un 24,8% de estimación de voto y entre 11 y 13 ediles. El PSC, en segundo lugar con un 22,5% y entre 10 y 12. Junts: 17,3% y 8-9. ERC: 13,2% y 6-7. PP: 7% y 2-3 representantes en la parte suroeste de la Plaça Sant Jaume. Con un total de 41 concejales en el pleno, la mayoría absoluta se sitúa en los 21. Si el CIS acierta, pese a la victoria de Colau, la sociovergència podría gobernar con los apoyos de PSC y Junts, incluso con el apoyo extra del PP.

Mucho ha cambiado la política catalana en los últimos cinco años. Es difícil comprender cómo hoy pueden pactar estos dos partidos (PSC y Junts) que fueron enemigos acérrimos en el 2017, en el punto álgido del procés. Para comprenderlo, tres claves. La primera: el PSOE y el PSC apelan a electorados distintos, porque la sociedad catalana es distinta a la del conjunto del Estado. El PSC ha sido el partido que ha absorbido la mayoría de votos de un extinto Ciudadanos que llegó a ser primera fuerza política catalana. El PSC no se plantea perder ese enorme caladero de votos que surgió como contraposición al independentismo, pero que no se puede definir en el eje izquierda-derecha. Tiene votantes zurdos y diestros.

En segundo lugar, tal y como escribíamos en enero, "Trias como alcalde supondría, además, un contrapeso importante en la derecha nacionalista catalana a Carles Puigdemont y Laura Borràs, a esa línea independentista que sigue encallada en 2017 como motor de su acción política. "Més Trias i menys Borràs", repiten, sottovoce, los despachos de la capital de Catalunya". En esta ocasión basta con sustituir Trias por Collboni, lo mismo da, sociovergència.

Un entendimiento entre el socialismo y el espacio postconvergente sería bien visto también en las entrañas de Ferraz, pues esto significaría un nuevo socio posible en el juego parlamentario, otras mayorías posibles en el Congreso para una futura legislatura permitiendo al PSOE no depender tanto de sus socios soberanistas de izquierdas ERC o EH Bildu. PNV, JxCat... podrían conformar un horizonte diferente de pactos. El entendimiento sociovergente también abriría nuevos escenarios en la política catalana, una vez que ya se han diseminado los bloques salidos del procés (unionistas y separatistas). Por un lado, la hegemonía del PSC podría verse apuntalada por el espacio postconvergente en su constante carrera contra ERC. Por otro, las izquierdas se mirarían de reojo por si surge lo de un nuevo tripartit.

En tercer lugar, cabe subrayar la idea de "restauración". El PSC, Junts e, incluso, el PP están en una misma coordenada política, aunque parezca imposible: la del orden. Aquella que entienden los poderes fácticos de una ciudad global como Barcelona en la que se disputan conflictos locales y globales. La lucha de clases se sobrentenderá en los pactos barceloneses, así como conflictos globales sobre la crisis medioambiental y climática, el papel del feminismo o el antirracismo. Cuestiones que se concretan en posturas sobre cuestiones más cercanas a Barcelona y Catalunya: la ampliación del aeropuerto, la masificación del turismo que se visualiza en la proliferación de cruceros o pisos turísticos, la peatonalización de manzanas de la ciudad, el Hard Rock... En estas cuestiones, por cierto, las posturas del PSC están bastante próximas a las de Junts.

El CIS da dos opciones de gobierno para el Ayuntamiento de Barcelona al inicio de esta campaña. O un gobierno de izquierdas liderado por Colau, para el que haría falta que el crecimiento de ERC continuara en detrimento de Trias; o un gobierno de la sociovergència que tiene pinta que sería liderado por Collboni. Collvergència. Todo cambiaría si el PSC quedara primero, pues reclamaría el apoyo de comuns a quienes ha apoyado estos últimos años. De momento, el CIS no dibuja ese escenario.

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