Dominio público

Una pregunta política

Noelia Adánez

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología

Una pregunta política
Vista del paseo de La Castellana, con la Plaza de Castilla al fondo y las torres Kío al fondo, con ausencia de vehículos y paseantes.- FERNANDO ALVARADO /EFE

Escribo aquí en mi capacidad de ciudadana informada y comprometida porque el hábito de politóloga hace décadas que coge polvo en una caja que cualquier día abriré en forma de monólogo jocoso sobre mi "camino de los dolores" académico. Mientras no me apure la urgencia confesional, cada vez que consulto el CIS constato que, efectivamente, a mí ese hábito no me sentaba nada bien.

Quienes no acostumbréis a ojear el CIS debéis saber que en su encuesta mensual se incluye una pregunta espontánea o multirrespuesta en estos términos: ¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero? A quienes lo sepáis simplemente os lo recuerdo, como también os refresco que el hecho de que las respuestas sean espontáneas, lógicamente, obliga a adaptar las categorías bajo las que se agrupan con el paso del tiempo.

Desde finales de 2019, con la resaca de una repetición electoral y los líderes del Procés ya en la cárcel, lo político comienza a ocupar un lugar muy destacado en el top cinco de problemas en las encuestas del CIS y acaba de revalidar el bronce en el mes de marzo del año en curso consolidando una tendencia que, en realidad, se inició con las crisis de 2008, cuando las políticas austericidas pusieron sobre la mesa que los políticos, por lo que fuera, no iban a hacer nada por aliviar las consecuencias que en la mayorías sociales tuvo la crisis financiera.

Por otra parte, solo entre 2019 y 2023 la taxonomía con la que se hace referencia a lo político como asunto y como objeto de preocupación se ha ampliado considerablemente. Desde enero de 2020 la categoría "los políticos en general, los partidos y la política" se diversifica. A partir de entonces aparecen: "los problemas políticos en general"; "el mal comportamiento de los/as políticos/as"; "lo que hacen los partidos políticos"; "la falta de acuerdos. Situación política. Inestabilidad política".

Como dije, el CIS trata de recoger con un mayor nivel de precisión las respuestas de los encuestados, que varían conforme los cambios de coyuntura precipitan la aparición de nuevos problemas. La crisis económica, el fin del bipartidismo, el destape de la corrupción del PP, el Procés, las repeticiones electorales y la pandemia son hitos fundamentales en la manera en cómo la ciudadanía se relaciona con lo político y han ido incluyendo nuevos asuntos, como la crispación o la inestabilidad política en detrimento de otros como la corrupción que tuvieron en determinados momentos un extraordinario protagonismo.

Mientras lo político, entendido en realidad como lo que hacen y no hacen los principales actores políticos y, de un modo preponderante, los partidos, se consolida como problema social, la política sigue reclamando atención y respuestas. Vivienda, gestión de servicios públicos, empleo, sanidad, monarquía, guerra en Ucrania, relaciones con Marruecos, inmigración, impuestos, cambio climático, violencia de género y hasta setenta categorías que en esta misma línea recoge el CIS son asuntos a los que solo cabe una aproximación política. Son los asuntos de la política y a su resolución, idealmente, deberían consagrarse los partidos. ¿Acaso es la política cosa únicamente de los partidos? Obviamente no, pero la ciudadanía -a juzgar por las encuestas del CIS- parece responsabilizarles únicamente a ellos, parece cargar las tintas de un modo muy especial sobre ellos. El problema es que ese discurso catastrofista, en el que la crítica a los partidos suele llevar aparejada la de las instituciones, beneficia electoralmente a las derechas que son las que se encargan de impulsarlo a base de ruido y crispación, especialmente cuando no ostentan el poder. El interés y el compromiso consciente (más o menos racional eso poco importa) con la política o su contrario, la desafección, están siendo sustituidos por la irritación y el cabreo con lo político, la polarización y la percepción de catástrofe. La manera en cómo nos relacionamos con la política está cambiando al tiempo que está creciendo la desmovilización de una ciudadanía a la que la pandemia y la ley mordaza no facilitan la participación política más allá de lo puramente electoral.

Dejadme ser vuestra encuestadora del CIS por un momento. ¿Hasta cuándo va a seguir siendo una excusa para continuar aletargadas el agotamiento pospandémico?; ¿qué vamos a hacer las ciudadanas por arrancar a la política de las garras de lo político una vez que concluya el presente ciclo electoral y tal vez el panorama sea aún más desolador de lo que esperamos?

Porque ésta, en realidad, es la pregunta política que deberíamos estar haciéndonos.

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