Dominio público

700.000 votos bien valen una trama corrupta

Ana Pardo de Vera

La magnitud de la trama ourensana, con la complicidad del PP de Galicia, liderado por quien hoy encabeza, a su vez, el PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, es la mejor muestra de lo que al expresidente de la Xunta le costó cargarse a su antecesor Pablo Casado por traicionar la omertà del partido al denunciar el contrato millonario de Tomás Díaz Ayuso con la Comunidad de Madrid, que preside su hermana, y en plena pandemia: nada. A Feijóo le costó nada asesinar políticamente a Casado, porque el poder bien vale un comportamiento corrupto siempre. En Ourense lo saben bien.

Hemos perdido la cuenta ya de cuántas veces el presidente de la Deputación de Ourense, Manuel Baltar, heredero (sic) del cargo de su padre Xosé Luis, se ha saltado los límites de velocidad conduciendo su coche oficial y poniendo en riesgo la vida de otras personas; lo que se conoce, vamos, por un presunto delito contra la seguridad vial. Hemos perdido la cuenta, además, porque el PP, empezando por el sustituto de Feijóo en el Gobierno gallego, Alfonso Rueda, y siguiendo por el partido en pleno, sigue sin pronunciarse sobre si Baltar va a seguir siendo su candidato al ente provincial, como le ha preguntado, por ejemplo, el BNG este martes. Si yo tuviera que apostar, a estas alturas, diría que por supuesto que Baltar va a ser el candidato del PP y hasta va a seguir siendo el presidente de la Deputación, porque Ourense sigue siendo el núcleo de poder del PP de Galicia  y le ha movilizado una media de 700.000 votos en las elecciones autonómicas de los últimos 15 años, esto es, en torno al 47% de los sufragios válidos. Es decir, que el poder bien vale un comportamiento presuntamente ilegal siempre.

Y no vamos a entrar en lo bien conocido ya desde hace años, cuando Baltar padre, presidente de la Deputación entre 1990 y 2012, fue condenado por prevaricación en 2014 por enchufar en la Deputación ourensana a 400 simpatizantes del PP, de los que, al menos la mitad, apoyaron como compromisarios a Baltar hijo para que le sucediera en el cargo, como así lleva haciendo desde hace once años en un organismo provincial donde la inmensa mayoría tiene lazos familiares y ante las narices de un PP gallego que calla, primero, porque no pueden con Baltar y segundo, porque no quieren renunciar a semejante nicho de votos. El poder bien vale una corrupción clientelar siempre; en Galicia, lo pensaba Manuel Fraga y lo piensa Feijóo, que ahora pretende gobernar España.

Ahora sabemos también, gracias a la investigación de Juan Oliver publicada este martes en Público, que lo de Baltar conecta directamente con la presunta corrupción del alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, de Democracia Ourensana (DO), al que el PP gallego de Feijóo ha mantenido en el poder municipal por la puerta de atrás y pese a conocer sus tejemanejes ilicitos con subvenciones, donaciones y dinero público, para respaldar a Baltar en su feudo provincial. Feijóo sabía porque Miguel Tellado, su secretario general en el PP de Galicia y, hoy, vicesecretario de Organización Territorial del PP nacional y hombre fuerte de la calle Génova, había pedido un informe sobre la trama de Jácome que la confirma y detalla ... en 2020. Hasta hoy, que Baltar sigue al frente de la Deputación y Jácome, del Ayuntamiento de Ourense, gracias a Feijóo; y seguirá aquel de los dos que le garantice votos y poder, poder que bien vale amparar la corrupción siempre. En Madrid, en Galicia o en España.


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