Dominio público

La persona que amas vota por Javier Milei

Gabriela Wiener

Escritora, poeta y periodista

"Tus amigos del barrio votan por Javier Milei. Los que están en los diarios votan a Javier Milei. Los que están en la calle votan por Javier Milei. La persona que amas vota por Javier Milei". Por si algún despistado no se dio cuenta estoy cantando la parodia-meme que circula actualmente de ese clásico del músico argentino Charly García, Los dinosaurios, a propósito de las elecciones argentinas. Es un tema que habla de los desaparecidos de la dictadura de Videla. La idea de que todos los argentinos pueden ser desaparecidos de un régimen totalitario ha sido reemplazada por la de que todos los argentinos, hasta gente cercana y querida, votan o podrían votar al ultraderechista de melena y actitud chiflada.

De alguna manera la parodia huele la desgracia y más que el entendimiento, el meme promueve la aceptación. Ya no entender por qué lo hicieron, entender que lo hicieron y punto. Como cuando vi que en mi barrio obrero todo el mundo había votado a Ayuso y, después de fustigar un tiempo, dejé de pensar en un por qué. No vamos a decir, como Vargas Llosa cada vez que su candidato facha pierde, que el pueblo vota mal. Ahora bien, tampoco vamos a romantizar del todo la voluntad popular. Ni a pensar que fueron solo las fake news. Muchas de mis amigas que han votado siempre a K, piensan que el peronismo se lo ha buscado al gobernar en los últimos años con políticas de derecha, pura violencia económica que ha mandado al país a la mierda porque el país es su gente, no las cifras macro.

Claro que ni en pedo mis amigas van a votar a los ultras, dinosaurios travestidos de liberales, pero mis amigas no son necesariamente la medida de lo que pasa. En la burbuja todo es más lindo. Fuera hay toda clase de fenómenos paranormales: Casi la mitad de mi país, Perú, ha votado elección tras elección al karma del fujimorismo, mucha gente de bajos recursos, por suerte más de la mitad no. Una buena cantidad del pueblo mapuche votó por el rechazo en Chile. El Papa llena más que un concierto de Bad Bunny.  Y tu novia vota por Javier Milei. Así las cosas. Los argentinos saben de magníficas ironías como ésta o como la de Dios que le dio a Borges a la vez los libros y la noche. El triunfo preliminar de un personaje que por momentos parece de ficción o directamente de Capusotto, no suena a un "voto de protesta", ni antisistema, ni anarquista, ni esperanzador sino que suena a un voto castigador. ¿A quién quiere castigar el voto?

Algunos quieren castigar a un Estado que les ha olvidado, que les clava impuestos y les mató en el covid, que sigue vendiendo a las multi el país a parcelas, destrozando sus tierras, salares y lagos a cambio de nada. Otros quieren castigar a las mujeres, por rebelarse, por denunciar, por rechazar sus fotopollas. Hay quienes quieren castigar a la progresía blanca que sigue pensando que Argentina es de izquierda pero no es racista ni clasista. A los políticos tradicionales que no representan en lo más importante: la indignación. O a los pro-derechos que no se han acercado todavía a ver qué está pasando en Jujuy, un malón contra reformas que abren las puertas a más extractivismo y una represión feroz. Entonces aparece el melenudo vociferante, el que canaliza y canibaliza la rabia que estalla en muchas direcciones. Un operario más del cuentazo de la igualdad de oportunidades en la enésima reencarnación del capitalismo salvaje neoliberal. Viene el incell y ofrece la fantasía cíclica del castigo y la venganza. Y por ahora un 30 por ciento decide creerle.

Pero los dinosaurios van a desaparecer.

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