Dominio público

¿Y un gesto de Sánchez hacia Rubiales?

Ana Pardo de Vera

No hay justificación alguna para la agresión a la que Luis Rubiales sometió a una futbolista ganadora del Mundial, cogiéndole la cabeza para plantarle la boca en la suya. No hay justificación alguna para la justificación o minimización de hechos, a su vez, que varios medios de comunicación y periodistas con muy buenas audiencias pretenden hacer de la embestida del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a Jenni Hermoso. 

A mí me gustaría que todos ellos (sobre todo, ellos, aunque hay algunas ellas) imaginasen que, si el Gobierno de coalición PSOE y Sumar logra que sea investido presidente Pedro Sánchez, éste cogiese la cabeza de Yolanda Díaz, integrante del Consejo de Ministros cuyo puesto depende del líder socialista, y repitiese el gesto de Rubiales en el Congreso. De jefe a subordinada. De poderoso a poderosa, pero ella menos.

Por suerte para todas, Rubiales no es el presidente del Gobierno, pero la proyección mundial de la organización que preside, del fútbol español, es cuantitativamente superior a la del jefe del Ejecutivo sin ninguna duda. Este martes estarán los dos, Sánchez y Rubiales, en una recepción en La Moncloa del presidente a las jugadoras de la selección española. Se espera un gesto de este, simultáneo a favor de unas mujeres que han tenido que esforzarse el doble (o el triple o quién sabe ...) que sus homólogos para lograr el reconocimiento social y en contra de quien les niega la igualdad con vejaciones que ha visto (y publicado) el mundo entero. El presidente del Gobierno no pedirá la dimisión de otro ídem "de una entidad asociativa privada, si bien de utilidad pública" durante una recepción donde las protagonistas únicas son nuestras jugadoras, pero puede opinar cuando y donde sea sobre un gesto demoledor -y muy político- que ha ocupado portadas internacionales ante el mayoritario bochorno de la casa España.

No es la primera ni la segunda vez que Rubiales muestra abiertamente su machismo grosero, su paternalismo y, ajeno como está a la realidad igualitaria que se va imponiendo en España con muchísima dificultad y con inmensa fatiga para el feminismo, tiene la osadía, además, de dar lecciones de igualdad al resto. Famosas son sus declaraciones sobre los baños para mujeres en el estadio que acogió la (su) Supercopa en Arabia Saudí, utilizando miserablemente nuestro fútbol para blanquear a un régimen millonario, asesino y, por supuesto, sacar una buena pasta; todavía está por ver cuánta, si es que la impunidad no protege, una vez más, a otro poderoso como es el presidente de la RFEF.


Este mismo lunes, horas después de la agresión de Rubiales a Hermoso,  conocíamos una denuncia de Human Rights Watch (HRW) contra Arabia Saudíla organización internacional acusa a soldados fronterizos saudíes de matar a cientos de migrantes etiopíes que cruzan la frontera con Yemen para llegar a este reino absolutista. HRW señala que "las matanzas son parte de un esfuerzo sistemático implementado por el régimen saudí para eliminar a cualquier migrante que intenta llegar a su país"; los detalles son escalofriantes y se han producido -como tantos otros crímenes- en el país que alojó la Supercopa de fútbol de España; o mejor, la Supercopa de Rubiales. Porque a mí, ese fútbol de Riad no me representó.

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