Dominio público

Ir pa'na no es tontería

Ana Pardo de Vera

Feijóo acepta "hablar" con todos los partidos, salvo con Bildu, que es como negarse a hablar con el PP por el pasado que arrastra y del que nunca ha renegado del todo; no digamos su escisión, Vox, del ala dura, ultraderechista, neofascista ahora con tintes evangélicos y negacionistas. Una joya.

Da la impresión de que el líder del PP quiere reconducirse, volver a empezar su liderazgo, que empezó con el asesinato político de su antecesor Pablo Casado y culmina con la propuesta regia de que se someta a la investidura por la "costumbre" de ser el Partido Popular el más votado, aunque no sume apoyos para gobernar ni rezando en todas la variedad de las confesiones que van sumando a la (ultra)derecha. Alberto Núñez Feijóo decidió arrimarse a Vox desde el minuto uno, primero, porque le obligaron desde Madrid-Miami y, segundo, porque no tuvo arrestos para marcar el camino propio de "hombre de Estado" que garantizó sus primeros días de liderazgo. Por no aceptar, ni aceptó renovar un Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que lleva okupando inconstitucionalmente las instituciones cerca de cinco años.

El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno va a someterse a una investidura fallida, pero antes, va a "hablar" con todos los partidos menos con Bildu; también con el PSOE, que ha aceptado ese encuentro si los de Feijóo dejan de dedicarles palabras gruesas a la primera de turno. "Ira pa´na es tontería", diría aquel: ¿Para qué va a reunirse Feijóo con Junts o ERC -si esta quisiera, que no es el caso, aunque parece que la alternativa a Gabriel Rufián, portavoz parlamentario, es el presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonès, que tiene más difícil escaquearse por su puesto institucional-? ¿Para qué va a reunirse con el PNV, que le ha dicho en castellano y euskera que no lo apoyará, que si el PP quiere su suicidio político a menos de un año de unas elecciones en Euskadi? ¿Para qué, en definitiva, va a someterse Feijóo, otrora El ganador de verdad, a una investidura fallida perdiendo para siempre el manto de su virginidad victoriosa?

El PP atraviesa una crisis monumental y poco estimada todavía por culpa de la irrupción de Vox en el escenario político. Los de Feijóo confiaban en que, al ser la ultraderecha la tercera fuerza política del Parlamento, su presencia institucional, con el cariño de mucha prensa, haría que su acción política se normalizara con el tiempo, pero la sociedad española -una vez más- ha demostrado que va por delante de los partidos políticos que la representan; también por delante de aquellos que quieren marcarle el paso a base de poder, corrupción o millones, como estamos viendo con el caso Rubiales, cuyas dimensiones nadie esperaba. Nadie quiere a Vox, el fascismo es la línea roja y solo él se quiere a sí mismo.


Es mucho suponer que Feijóo juegue ya sus cartas a medio/largo plazo y busca la reconciliación con la España territorial para un futuro Gobierno del PP en 2027, con él al frente y sin Vox a la derecha. Sin embargo, lo que es indiscutible es que Feijóo echa de menos Galicia, su omnipotencia sobre ella, su trascendencia sobre el resto de España como un líder amable con la diversidad territorial y su dirigencia, como un sensato apagafuegos de las crisis en su partido -el entonces presidente de la Xunta siempre daba algún desayuno informativo en Madrid cuando el PP nacional pasaba por un mal momento- ... La gente lo quería, los medios lo adoraban -subvención mediante-, todos los dirigentes territoriales, ministros de uno u otro signo o alcaldes de variado pelaje estaban encantados de posar con él, de reunirse con él. Ahora, en cambio, Feijóo genera rechazo y si otros dirigentes se reúnen con él, es a regañadientes.

El presidente del PP quiere cambiarlo todo en menos de un mes, lo que queda para su intento de investidura; no es tontería ir, pues: quiere al PNV y a Junts junto a él o, como mínimo, lejos del PSOE. Quiere "hablar" pero no va a ceder nada, dicen los suyos, no se preocupen los del PP catalán ni los de Vox -a los que les importa un bledo que ceda lo que quiera porque así ellos se presentan como la única alternativa que defiende España del diablo separatista y nacionalista-. Feijóo va al matadero -porque tiene que serlo cuando has hecho la campaña que has hecho para el 23 de julio- a limpiar su imagen ante la derecha nacionalista, a decirles "Pelillos a la mar, ¿eh?". Sabe que PNV y Junts no lo apoyarán ni se abstendrán los días 26-27 de septiembre porque no tiene nada que ofrecerles, no puede aunque quisiera (que quiere); eso sí que sería un suicidio. Pero más adelante, ya se verá: Feijóo va a ungirse en septiembre como líder principal de la oposición, y no quiere a Vox cerca ni en pintura. A ver qué dice Ayuso.

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