Dominio público

Un G20 con India como pivote entre bloques

Ruth Ferrero-Turrión

Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM

El presidente de EE. UU. Joe Biden y el primer ministro de India Narendra Modi en la reunión del G20 en India. -KAY NIETFELD / Europa Press
El presidente de EE. UU. Joe Biden y el primer ministro de India Narendra Modi en la cumbre del G20 en India. -KAY NIETFELD / Europa Press

Se ha celebrado un nuevo G20 que ha dejado entrever de nuevo las costuras de un multilateralismo que, a todas luces, no funciona. Esta era la primera vez que India lideraba este grupo conformado por las principales potencias económicas y que representa el 80% del PIB y el 75% del comercio del mundo, pero que, más allá de los datos, sobre todo pretende marcar una línea política y económica sobre la que trabajar durante el próximo año. India tenía claro que su lema debía ser Una Tierra, una familia, un futuro apostando de manera clara por temas como la sostenibilidad, el cambio climático, la (in)seguridad alimentaria, la desigualdad o la digitalización, cuestiones que impactan de manera sustantiva y, especialmente, a los países del denominado Sur Global. Pero, sobre todo, Modi buscaba que la cumbre fuera perfecta y le permitiera impulsar de manera clara su reelección situando a India en la posición de portavoz del Sur Global y reclamando una arquitectura financiera global y climática más justa y resiliente.

Modi ha querido con esta Cumbre mostrar al mundo la ingente y creciente relevancia de India en el mundo, algo que, parcialmente, ha conseguido tras el histórico acuerdo alcanzado para crear un nuevo corredor económico que una a India-Oriente Medio y Europa, una suerte de Iniciativa de la Franja y la Ruta, pero sin China, donde, a diferencia de esta, pasará por aquellos países ricos que puedan financiar su parte de manera adecuada.

Y esto nos lleva al capítulo de las grandes ausencias de esta Cumbre: Xi Jin Ping, Vladimir Putin y López- Obrador, que, junto con Zelensky, son los líderes internacionales que no han participado, al contrario que en la reunión de Bali del año pasado bajo presidencia Indonesia. Las razones de las ausencias no son baladíes.

En el caso del presidente ruso, su imputación por el Tribunal Penal Internacional y una potencial detención en algún país fuera de Rusia le está haciendo desaparecer de cualquier ámbito internacional de calado. Le sucedió en la Cumbre de los BRICS de Johannesburgo, y también le ha pasado ahora. Putin no está dispuesto a arriesgarse y delega en su ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, las labores de representación.  Los casos de Xi Jin Ping y Zelenski son, probablemente, más significativos. En el primer caso , la ausencia del mandatario chino, frente lo que algunos apuntan de solidaridad con Rusia, es más probable que sea debido a su rivalidad regional con India. Una rivalidad que no es nueva, pero que ahora cobra nueva relevancia al disputarse el protagonismo y el liderazgo entre los países del sur. China se siente más cómoda liderando y marcando línea política en el grupo de los BRICS, y eso es algo que Xi ha querido dejar claro en esta ocasión, de este modo, esta es la primera vez que el líder chino no acude a una cumbre del G20 desde 2008. En el caso de Zelenski, su ausencia está también marcada por una clara intencionalidad política, la de que Ucrania no ocupara toda la agenda y se priorizaran otros temas de mayor relevancia para el país anfitrión, como así ha resultado ser. La guerra ha generado algún desacuerdo de cara a la declaración final, si bien ni EEUU ni el Reino Unido han conseguido introducir de manera explícita a Ucrania en el texto final.


Así, de esta cumbre del G20, que como siempre es más simbólica que ejecutiva, sale la escenificación de un mundo cada vez más claramente dividido en bloques, donde cada cual juega con sus propias capacidades regionales y globales y en donde India, antes de darle el relevo a Brasil en la presidencia, ha dejado claro que de ahora en adelante tanto el bloque occidental como el sur global deben contar con ella. Tras esta cumbre parece claro que toda la geopolítica también tiene que, necesariamente, pasar por Delhi.

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