Dominio público

Tiquismiquis

Ana Pardo de Vera

Ourense es una ciudad maravillosa y desgraciadamente popular en toda España por culpa del estrambótico Gonzalo Pérez Jácome, un alcalde inclasificable, independiente y al que ni PP ni PSdG ni BNG lograron ganar las elecciones el pasado mes de mayo pese a varios escándalos desvelados con la propia voz del regidor a través de grabaciones filtradas al diario provincial La Región,

La última de Jácome ha sido despedir a la tesorera municipal de su puesto por ser "demasiado tiquismiquis" con las facturas. Jácome contaba, muy enfadado, que esta trabajadora tenía la osadía de comprobar hasta las firmas de las facturas pidiendo el DNI a los rubricantes y que a ver dónde se había visto semejante cosa ... No contento con echar del Ayuntamiento a la funcionaria, que estaba como tesorera desde 2018, cuando la nombró el PP, el alcalde de Ourense se dedicó a despotricar contra el resto de funcionarios y funcionarias del consistorio, los cuales, según Jácome son infiltrados enchufados por la oposición porque él dirige un barco donde la tripulación no es suya, vino a decir ante el enfado generalizado, no ya de los partidos, sino de los empleados y empleadas públicas.

Hay algo en lo que a Jácome tiene razón: prácticamente no se conocen tiquismiquis en la Administración española, menos aún en la de Galicia y sus provincias y municipios, un territorio famoso por sus infinitas virtudes, pero también por su corrupción institucional y política rampante. De esos polvos ... Y esta plumilla, hoy, quiere romper una lanza a favor de la tesorera (ya ex-) del Ayuntamiento de Ourense y de todas las y los tiquismiquis que en el mundo habitan, particularmente, en el gallego. ¿Qué habría sido de los narcos paseando por las instituciones como Perico por su casa, de la financiación ilegal del PP que empezó en Galicia, de las mordidas a políticos y/o altos cargos, de las facturas falsas o infladas, de las comilonas infinitas bien regadas con alcohol y puros, como mínimo, y con final feliz en burdeles ... si tesoreros, tesoreras, interventores, vigilantes del dinero público hicieran su trabajo como tiquismiquis cum laude?

Porque sí, claro, con la tiquismiquia (arte de ser o hacer el tiquismiquis que bautizamos aquí) los procesos de vigilancia administrativa van más lentos y eso a Jácome le tiene comida la paciencia, así que en lugar de reforzar la plantilla de la tesorera para que todo fluya mejor y más rápido, decidió cargarse a la indomable tiquismiquis para apostar, sin duda, por una persona más rápida, que no mire las facturas por delante y por detrás y se limite a dar el visto bueno con un pequeño vistazo al papelito.


Lo mismo que pasa -qué casualidad- en la mayoría de los juzgados, donde en lugar de reforzar al personal de la instrucción para acelerar las investigaciones sobre corrupción, sobre todo, se critica la lentitud de los equipos judiciales que llegan a firmar con los pies para ganar tiempo y, encima, sin éxito.

El bueno de Jácome tiene razón: Ourense, Galicia, no necesitan tiquismiquis; de hecho, la gallega es una tierra donde la corrupción es algo muy excepcional, como saben todos ustedes. ¿Qué son 1.700 casos en diez años (2012-2022) y que, precisamente, por esos bloqueos asfixiantes en la precaria instrucción no llegan a juicio más que en un mísero 14%? Es normal que el ínclito alcalde ourensano pida agilidad y menos tonterías de firmas, sumas que no cuadran y trabajos encargados que nunca se hicieron pero sí se pagaron. Los demócratas, la gente honrada y exigente con la transparencia y la lucha contra la corrupción, no es consciente de lo mucho que debemos a don Gonzalo. Descastados.

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