Dominio público

La 'balcanización' de España y el Imperio Feijóo-Abascal

Ana Pardo de Vera

Al Partido Popular le gustan los símiles bélicos y sangrientos para identificar las políticas del principal partido del Gobierno en funciones: ETA y Txapote para el apoyo de Bildu, el terrorismo de Hamás y su presunta amistad con los socios del PSOE, aquella conspiranoia infame con los atentados islamistas del 11-M y la victoria de Zapatero ... Hay una larga lista, pero por razones que se me escapan, en su ingenio macabro y recurrente, el PP no encuentra una buena comparación entre el PSOE y Franco, pese a los 40 largos años de dictadura. Y mira que hubo sangre ahí, sobre todo, inocente.

Ahora, aunque la semilla la puso José María Aznar en México y ya en 2005 contra el Gobierno de Zapatero, por lo que ni original es el planteamiento, Alberto Núñez Feijóo ha llevado el conflicto político de Catalunya y la negociación de Pedro Sánchez con los potenciales socios de Junts y ERC a los Balcanes, augurando para España el mismo resultado que tuvo la antigua Yugoslavia o, yéndonos a principios del siglo 20, el antiguo Imperio Otomano; en total, cientos de miles de muertos. No importa: Feijóo, como Aznar, se refería a la guerra de finales de los 90, con sus limpiezas étnicas o sus carniceros Mladic y Karadzic que ordenaban quemar los cerebros (sic) de croatas y bosnios musulmanes. El líder del PP omitió, naturalmente, cómo la OTAN impuso la paz con sus bombas en 1999, por cierto, con un español al frente, Javier Solana, en absoluto independentista. De Israel y su genocidio palestino, tampoco ni palabra, por cierto. Rarísimo.

Todo es así en las predicciones del PP, todo muy sangriento y macabro si lo propone un partido que no son ni él ni Vox, porque lo que quiere la ultraderecha -no digamos sus admirados antecesores- es el imperio español de las maravillas, con su machismo, su xenofobia, su explotación del planeta (más), su nacionalismo basado en la "Una, grande y libre" que le recordó una militante al coordinador general del PP, Elías Bendodo, en un mitin ...

Feijóo sigue, como sus antecesores durante décadas, predicando y pronosticando esos escenarios apocalípticos cuando está en la oposición al Gobierno del Estado, escenarios que, por supuesto, se difuminan en cuanto el PP agarra La Moncloa; o eso dicen, porque la consulta y el referéndum celebrados en Catalunya el 9 de noviembre de 2014 y el 1 de octubre de 2017 tuvieron lugar ante las narices de Mariano Rajoy, que prefirió colocar el muñeco de semejante lío a unos jueces entusiastas (¿Quién dijo que no hacer nada no es también una estrategia en política?).


Va a haber amnistía, no sabemos en qué términos, pero todo apunta en este momento a que la habrá, y por tanto, va a haber un Gobierno del PSOE y Sumar presidido por Sánchez y cuya investidura apoyen, posiblemente, PNV, ERC, Bildu, BNG, Junts y quién sabe si Coalición Canaria. Todas estas formaciones, salvo CC, tienen elecciones próximamente en sus territorios y todas ellas aspiran a gobernar, en todos los casos salvo el de Junts (aunque nunca digas nunca jamás ...), con el apoyo socialista, porque los gobiernos monocolor se han acabado prácticamente. También el PSC aspira a ganar la Generalitat en Catalunya en 2024, aunque tiene difícil la mayoría absoluta y, por tanto, necesita socios.

No, no hay Imperio Feijóo-Abascal que valga, al menos, no en el corto ni en el medio plazo. La diversidad territorial y sus diferencias son, precisamente, las que nos salvan de ese nacionalismo español rancio e irreal. Toquemos madera.

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