Dominio público

Palestina, los otros y la defensa de la humanidad

Leila Nachawati

En su discurso en la reunión de emergencia de la ONU sobre Gaza el 26 de octubre, al embajador israelí no le tembló el pulso al pedir un minuto de silencio exclusivamente "por las víctimas de Hamás" mientras Israel bombardeaba la franja causando miles de víctimas, más de la mitad niños y niñas. Al igual que el resto de representantes políticos y militares israelíes que se propagan por canales de todo el mundo en estos días, afirmó su "derecho a defenderse" negando el derecho a la defensa de los otros. Los otros no existen y, si existen, no son humanos.

Un sistema internacional resquebrajado

En estos días de impunidad sin freno, es difícil no pensar en el resto de poblaciones de Oriente Medio y el norte de África, una región que se ha convertido en uno de los grandes barómetros de la impunidad. Para quienes seguimos de cerca estos países y vivimos con esperanza ese despertar de la conciencia que supusieron los levantamientos populares de 2011, la deshumanización que sufre la población palestina entronca con la que sufren el resto de poblaciones árabes y del sur del mediterráneo. Esos "otros" a los que se refería Edward Said, que deben morir por miles para ocupar portadas, son hoy más otros que nunca.

Mueren por miles en Yemen, a manos de Arabia Saudí y Estados Unidos, sin que esas víctimas sean noticia. Murieron por miles en la «lucha contra el terror» que encabezó George W. Bush en Irak y que causó la destrucción del país, sin que nadie haya sido juzgado por ello.

En palabras del periodista Javier Espinosa, "la invasión ilegal de Irak resquebrajó el sistema internacional erigido tras la II Guerra Mundial, y la brutal ofensiva de Israel contra Gaza apoyada por Occidente ha terminado por hundirlo. A partir de ahora es la ley de la jungla".

El papel de Rusia y sus aliados

Esa ley de la jungla que se instala como la «nueva normalidad», y en la que Estados Unidos e Israel han desempeñado un papel protagonista, no puede entenderse tampoco sin el papel de Rusia y sus aliados en la región, particularmente en Siria. Hasta tal punto es inabarcable la destrucción del país que el sistema internacional reconoció hace ya tiempo ser incapaz de darle seguimiento. Solo en la última semana, fuerzas de Asad y Rusia bombardearon con artillería pesada los pueblos de Makalbis y Al-Habata, en la provincia de Alepo, y lanzaron bombas de racimo sobre la región de Idlib, al tiempo que aviones de Erdogán continuaban con su "campaña antikurda". "No se olviden de Siria", gritaba el periodista Fared Al-Mahlool, pese a que hace mucho que los asesinatos de civiles sirios no provocan impacto alguno.

"El régimen sirio y sus aliados iraní y ruso han elevado el umbral de las monstruosidades posibles contra la población civil de un modo que ha beneficiado al régimen genocida de Israel", afirma el reconocido intelectual sirio Yassin Haj Saleh, que pasó buena parte de su vida en cárceles sirias y cuya esposa, Samira Khalil, continúa desaparecida desde que fue secuestrada en Duma a finales de 2013. "Los criminales aprenden y crean posibilidades los unos para los otros", añade.

En un artículo publicado en Al-Jumhuriya, la autora Anna Curiel ahonda en esta idea. "El pacto faustiano de normalización de los regímenes sirio e israelí es síntoma de un orden capitalista y neocolonial igualmente disfuncional", afirma. "La mayoría absoluta del mundo sabe que el orden regional, sus fronteras y poderes son disfuncionales, corruptos y criminales, y que estamos ante el fracaso del sistema internacional".

El reino de la desinformación

En este contexto de normalización e impunidad, la desinformación es la reina. Desdibujar a los otros, criminalizar a las víctimas, presentar toda forma de resistencia en un contexto de ocupación como extremismo y terrorismo que merece ser destruido requiere de altavoces mediáticos para consolidarse. Si en Irak la gran mentira de las «armas de destrucción masiva» se propagó por canales de todo el mundo, en el caso del régimen sirio y su aliado ruso la fabricación de bulos llegó a niveles grotescos.

Canales como Syrian Arab News Agency o Russia Today llegaron a difundir que las víctimas sirias de bombardeos formaban parte de decorados escenificados en Qatar, un tipo de propaganda que medios rusos utilizaron también durante la invasión de Ucrania y que no tiene nada que envidiar al despliegue israelí de estos días. Investigaciones recientes como las que ofrece el libro Unfaking News, del profesor de periodismo Raúl Magallón Rosa, desgranan que el objetivo de la desinformación en contextos de conflicto no es tanto convencer como confundir. Dificultar el acceso a una información fiable, crear un escenario tan caótico y embarrado que dificulte dar seguimiento o tratar de comprender lo que les sucede a los otros.

Pero la desinformación que va de la mano de la deshumanización de los otros no es patrimonio de los estados que han hecho añicos el umbral de la impunidad y de este sistema internacional fallido. En esos mismos patrones incurren también quienes, desde lecturas del mundo en clave de ejes geopolíticos irreconciliables, deciden qué pueblos merecen solidaridad y cuáles no, quiénes tienen derecho a la libertad y a la resistencia y quiénes no.

No pueden dar lecciones quienes se solidarizan con el pueblo palestino mientras niegan al pueblo sirio cualquier posibilidad de agencia ante las opresiones que lo afligen. Tampoco quienes defienden la resistencia siria mientras niegan los derechos de los palestinos. Forman parte de esa misma lógica deshumanizadora, de ese mismo sistema fallido, quienes distinguen entre pueblos merecedores de derechos y otros susceptibles de aniquiliación, entre víctimas legítimas e ilegítimas.

La defensa de la vida y de la libertad pasa hoy por la superación de esas visiones del mundo en dos bloques y por la humanización de las víctimas, de todas ellas. Son precisamente esos sistemas maniqueos los que los agresores activan para criminalizar a las víctimas y eximir a los responsables, son esos sistemas los que es necesario desactivar para defender esta humanidad cada vez más amenazada.

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