A las y los republicanos nos lo ponen en bandeja. Mientras la princesa de Asturias juraba la Constitución este martes en el Congreso, a todo trapo de pompa y boato medieval, en el centro de Madrid ocurrían dos cosas: por un lado, quienes no trabajaban comían los pasteles rojigualdos de Ayuso ("Qu’ils mangent de la brioche!" ...) Sé que no lo dijo la francesa María Antonieta, aunque se le siga atribuyendo, pero a la presidenta madrileña le va que ni pintada la cita en su Madrid líder en desigualdad. Por otro lado, quienes trabajaban se desesperaban con la ciudad cortada y colapsada. ¿Quiénes son los responsables de la imagen de la Casa Real a los que no se les ocurrió darnos el día festivo, a imagen y semejanza de la institución monárquica?
No somos como ellos, las dos Españas, la del privilegio y la que no, en todo su apogeo. Leonor, perfecta, encogía el corazón con sus 18 años y rodeada de ese rancio abolengo, aduladores; gente que le dobla, triplica y cuadriplica la edad haciendo que la trata como a una adulta; machistas vitoreándola, aunque en su fondo hipócrita querían un niño de Letizia... Es difícil empatizar con la heredera de Felipe VI por todo lo que representa, que es, exactamente, tenerlo todo solo por arte de alcoba. En este tiempo de frivolidad y culto a la imagen y el dinero, sin embargo, la España en la que Tamara Falcó es un referente, Leonor supone -claro- un lujo para el marketing de la Casa Real: tiene un físico impresionante y le va a sobrar preparación, que para eso se la pagamos. ¿Qué puede fallar? La democracia.
Prensa salivando monarquía en sus portadas hasta el sonrojo, políticos/as de PSOE y PP aspirando poder en el besamanos como yonquis, pero en el Congreso y la comida posterior, nadie hablaba de Leonor, tampoco de su padre. ¿Qué iban a decir? ¿Qué guapa/o que son y qué bien hablan? En los corrillos y en la comida se hablaba de investidura "inminente" (cobra fuerza la fecha del 7-8 de noviembre, la semana que viene, en votación única) y del rehabilitado "president Puigdemont" en la nota de prensa del PSOE de este lunes. Derecha y ultraderecha (no solo de PP y Vox, que allí andaba toda henchida de soberbia hasta la representación ilegítima del Poder Judicial), echando pestes contra la amnistía (o como se llame) y la foto de Santos Cerdán, número tres del PSOE, con Puigdemont y una urna gigante al fondo. Ya hay que tener cuajo para criticar una urna en una foto mientras ovacionas a una heredera al trono de una institución que nadie ha votado. Resulta fascinante la capacidad de desdoblamiento de ciertos sectores patrios.
Las urnas fueron silenciadas este martes en el Congreso. Por suerte, hablarán este mes para investir a un presidente del Gobierno tachado de "traidor" e "ilegítimo" por la oposición. ¿A quién se le ocurre sumar diputados y diputadas para ser elegido, o sea, para ejercer la democracia? ¿A Felipe VI, a Leonor? No, al perro. En la perfección inmaculada de Leonor no hubo ni urnas ni democracia, apenas una petición de confianza al Parlamento. Solo tiene que convocar un referéndum para intentar ganársela: algunas creemos que los ejercicios de fe con las instituciones solo llevan a la corrupción. Que se lo digan al emérito escondido, que no ausente. Porque ni eso.