El economista argentino con estilo rockero, Javier Milei, que saltó a la fama hace unos años desde talk shows televisivos por sus propuestas y maneras histriónicas, ha conseguido convertirse en el próximo presidente de Argentina. Un auténtico terremoto electoral que ha canalizado el voto de protesta contra el sistema de partidos que ha hegemonizado el campo político argentino en la última década, abarcando tanto al peronismo como a su contrincante agrupados en Juntos por el Cambio (JPC). Una victoria que puede tener una honda repercusión sobre el conjunto de la política del continente latinoamericano como en su día supuso la victoria de Bolsonaro en Brasil. En momentos de tribulación como este lo mejor es, como decía Spinoza, "ni reír ni llorar, sino intentar comprender" y así prepararnos para los combates que vendrán. A vuela pluma podríamos apuntar cinco lecciones o claves fundamentales de la victoria de Milei.
En primer lugar, es fundamental recordar la clásica tesis de Walter Benjamín: "Cada ascenso del fascismo da testimonio de una revolución fallida". Una afirmación que no solamente continúa siendo de actualidad, sino que quizá es más pertinente que nunca (aunque no sea de forma estrictamente literal), para comprender cómo el ascenso del neoliberalismo autoritario y la extrema derecha está estrechamente relacionado con las debilidades del ciclo progresista latinoamericano, sobre todo de sus derrotas. Argentina es un claro ejemplo.
A diferencia de lo que ocurre en Europa, el ascenso de Milei responde a un contexto particular latinoamericano de crisis del modelo de los gobiernos progresistas, en el caso concreto argentino, del peronismo-kirchnerista nacido de la misma crisis del 2001. Como apunta un informe de Jacobin América Latina sobre las protestas sociales del 2018 al 2022: "La extrema derecha latinoamericana tiene la peculiaridad de que no emerge como respuesta a una crisis de hegemonía neoliberal, como en Europa y EE. UU., sino al retroceso de un ciclo progresista que fue precisamente una contestación a la crisis del neoliberalismo de fines de los noventa".
De esta forma, Milei ha conseguido construirse una imagen popular como un provocador outsider, rentabilizando las simpatías granjeadas en la televisión para aprovechar el momento global de rabia y voto de protesta, aderezado por un contexto argentino particular de desencanto con el peronismo. "Viva la libertad carajo", esa libertad tan neoliberal como neoconservadora, se ha convertido en uno de sus gritos de guerra, una seña de identidad de una ola reaccionaria global dispuesta a privatizar para sus intereses el mismo concepto de la libertad.
Así el fenómeno de Milei representa un voto de protesta larvado desde la crisis del corralito y que ha eclosionado en forma de revival reaccionario en la figura del histriónico economista, pero no como solución a los problemas del país, sino como protesta ante el sistema político. El largo ciclo del "Que se vayan todos" abierto en 2001 vive hoy un capítulo extraordinario. La gran virtud de Milei es representar la antipolítica y al antipolítico, demostrando una vez más que las mayorías sociales ya no solo se construyen desde el centro sino fundamentalmente desde sus márgenes.
Milei capitaliza un desencanto y mensaje de protesta que ha conectado fundamentalmente con los sectores más jóvenes de la sociedad argentina, que han vivido una degradación acelerada de la economía a los niveles de la crisis del 2001 con una inflación del 142%. Al igual que una situación económica y social de la que culpan a los gobiernos de los últimos años, siendo el peronismo el que se ha mantenido en el poder dieciséis de los últimos veinte años en la historia reciente de Argentina.
Pero es fundamental no perder de vista que Milei no podría haber ganado sin el apoyo explícito de la derecha nacional tradicional (agrupada en JPC) e internacional. Más de cinco expresidentes de la derecha expresaron su apoyo a la candidatura de Milei, entre ellos el propio Mariano Rajoy. Esto demuestra una radicalización internacional de la derecha "clásica", que no solo se escora hacia la extrema derecha en sus planteamientos, sino que no tiene problema en gobernar con ella, e incluso favorecer su victoria con tal de frenar a un muy moderado progresismo.
Creo que es fundamental extraer claves de la victoria de Milei, porque, contrario a lo que se podría pensar, no es un caso aislado (Bolsonaro, Duterte, Trump, Le Pen, Meloni) sino suponen una tendencia internacional: el ascenso del Trumpismo un fenómeno que va más allá del propio Donald Trump. Un proyecto autoritario nuevo, específico y compuesto por diferentes familias reaccionarias, inestable y típico de la época neoliberal, que combina aspectos del fascismo, del bonapartismo y de la plutocracia, aunque no se puede reducir a ninguna de dichas categorías. Una nueva forma reaccionaria que está marcada por la crisis estructural del capitalismo, el impasse de la gobernanza neoliberal y la emergencia climática y que ahora tiene una nueva victoria en la que reflejarse con el gobierno de Milei.