Dominio público

¿De verdad que ‘sí se puede’, Pedro Sánchez?

Sato Díaz

Jefe de 'Política' de Público

El Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, asiste a un evento en apoyo del candidato socialista (PSC) a las elecciones catalanas Salvador Illa, en Sant Boi de Llobregat, cerca de Barcelona, ??España, el 2 de mayo de 2024. REUTERS/Albert Gea
El Presidente del Gobierno Pedro Sánchez asiste a un evento en apoyo del candidato socialista (PSC) a las elecciones catalanas Salvador Illa, en Sant Boi de Llobregat, España, el 2 de mayo de 2024. REUTERS/Albert Gea

El PSOE ha olido sangre a su izquierda y tiene la intención de ensanchar su electorado todo lo posible en esa dirección, a babor. En un momento en el que el centro ideológico se empequeñece y la sociedad se polariza, el PSOE tiene cada vez más difícil sacar votos de ese flanco. El CIS flash que se publicó el lunes analizando las consecuencias demoscópicas de la carta abierta de Pedro Sánchez a la ciudadanía del 24 de abril y sus cinco días de recogimiento viene a corroborar la tendencia, tal y como explica Carlos Fernández Barbudo en Público. Pedro Sánchez está robando votos de Sumar.

El PSOE convive con una pulsión intrínseca: echar abajo cualquier proyecto político que haya a su izquierda y asimilarlo. En Ferraz han leído que es buen momento para ello y desde Sumar no está obteniendo demasiada resistencia. Ahora que se cumplen 145 años desde la fundación del partido en la taberna Casa Labra de Madrid, conviene recordarlo. La relación histórica del PSOE con otros espacios políticos progresistas y de izquierdas ha sido conflictiva. Precisamente, este jueves reaparecía Pedro Sánchez en la vida orgánica del partido. Primero, enviaba una carta a la militancia celebrando la efeméride fundacional; después, arropaba al candidato a president de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa, en un mitin en Sant Boi de Llobregat. Dos comunicaciones que permiten conocer por dónde va el relato del "nuevo" Sánchez, tras dos entrevistas, en RTVE y en la Cadena SER, repletas de vaivenes.

Cerraba el acto Sánchez en lo que fue el cinturón rojo de Barcelona y se examinaba delante de la militancia socialista catalana tras la pirueta de los últimos días. El público le dio un caluroso recibimiento y mostró pasión durante todo el acto, incluso sorprendió con algunos gritos que recuerdan a otros momentos y lugares. "Sí se puede", coreó el pabellón durante un buen rato. El cántico usado por la PAH y otros movimientos sociales hace más de una década y posteriormente heredado como emblema de Podemos estuvo presente en un acto de campaña del PSC. La política catalana, siempre tan sorprendente.

La coreografía parecía ensayada, orador y auditorio; líder y militancia. Sánchez se errejonizó, y volvió a hablar de los de abajo frente a los de arriba, como el primer Podemos, aquel que funcionaba, que rompió el sistema de partidos español la pasada década y que casi celebra un sorpasso al PSOE. "Siempre he tenido claro que no me acosan, atacan o difaman por ser Pedro Sánchez, lo hacen por ser secretario general del PSOE, que cumple 145 años de vida, donde hemos dedicado toda nuestra historia por la lucha de la dignidad de la mayoría frente a los de arriba", pronunciaba el secretario general. "Ellos tendrán su dinero, sus políticos a cargo, sus medios afines, pero nosotros estamos del lado de los que no pueden, de los que no tienen, de la mayoría social, de la clase media, de los trabajadores y trabajadoras frente a los poderosos", proseguía Sánchez. "Sí se puede", respondió Sant Boi.


El presidente del Gobierno también aprovechó para reivindicar su historia al frente del partido, incluso se refirió a aquel fatídico Comité Federal que terminó con Sánchez defenestrado y deprimido semanas antes de que volviera a poner en marcha su Peugeot. "Hace 10 años, trataron de convertir el PSOE en muleta del PP. Los militantes votaron, se rebelaron y lograron la autonomía política", recordaba Sánchez desde el escenario, cuando se escuchó un "no es no" cantado desde la grada que pronto quedó ahogado. El líder no quiso darle predicamento a uno de los cánticos de los que apostaban por Pedro Sánchez frente a Susana Díaz. Después, reivindicó la moción de censura que echó a Mariano Rajoy de la Moncloa en 2018 y las victorias electorales socialistas del 2019. "Y me dijeron ‘que te vote chapote’, ‘okupa’ y que iban a derogar el sanchismo, y perdieron las elecciones en julio de 2023", prosiguió.

Sánchez parece haber tomado conciencia con el lawfare a finales de abril. Y lo va explicando, cual profesor, por allí por donde va. En Sant Boi, destripó el mecanismo de la ultraderecha que ya hizo caer a Lula da Silva en Brasil hace años o que se ha utilizado en España contra cualquier disidencia de izquierdas al régimen hegemónico. "Los pseudomedios hacen circular bulos y descalificaciones", "las tertulias televisivas ponen altavoz a esos bulos", "luego, PP y Vox lo llevan a las tribunas políticas" y "asociaciones de ultraderechas, a los tribunales y judicializan esos bulos". Sánchez ya sabe lo que es el lawfare, la teoría y por experiencia.

Es el momento, pues, de los hechos. De que Sánchez ponga en práctica lo reflexionado durante estos días, de que el PSOE, y el Gobierno en su totalidad, actúen en consecuencia. Las medidas para democratizar el espectro mediático pueden pasar por revisar la ley de publicidad, para que ninguna administración pública financie a los pseudomedios (para lo cual hay que definir qué es un pseudomedio), pero también por implementar una ley que garantice que no solo existan medios privados y públicos competitivos, también apostar por los comunitarios, es decir, que la sociedad organizada tenga capacidad de emitir información y entretenimiento por los canales apropiados. Ya hay sobre la mesa fórmulas para poner fin al bloqueo del Poder Judicial, el cual no puede pasar por permitir que sean los jueces los que decidan en exclusiva quiénes son los gobernantes de un poder del Estado como si de un club privado se tratara.


Es momento de hechos, de reconocer ya al Estado Palestino y dar ejemplo en el mundo, cuando las acampadas de la juventud propalestina son brutalmente desalojadas por las fuerzas policiales en las universidades de Estados Unidos y el movimiento ya se expande por Europa. En la reaparición de Sant Boi, Sánchez sacó pecho de un Gobierno "que no defienda las guerras de Irak, sino la paz en Palestina". Ni una mención al reconocimiento del Estado Palestino. ¿Cambio político o lapsus momentáneo? ¿De verdad ‘sí se puede? ¿Los de abajo contra los de arriba? ¿Es mero relato de una ofensiva por los votantes de otras izquierdas o hay un verdadero cambio político en el PSOE?

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