Dominio público

Soy zurda

Susana Ros Martínez

Diputada PSOE por Castellón y Presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados.

Un simpatizante del presidente de Argentina Javier Milei usa una máscara del mandatario este miércoles, antes de ingresar al estadio Luna Park en Buenos Aires (Argentina).- EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Un simpatizante del presidente de Argentina Javier Milei usa una máscara del mandatario este miércoles, antes de ingresar al estadio Luna Park en Buenos Aires (Argentina).- EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

España y Argentina son países hermanos. No hay ninguna duda al respecto, del mismo modo que yo no tenía duda de que en mi vida había visto y escuchado casi todo. Pero ¡qué va! Lo que nos contaban familiares y amistades que vivieron y padecieron durante la guerra y la posguerra el régimen franquista, aquello que conocíamos a través de la historia de Hitler o Mussolini, es lo que hemos vuelto a revivir, este mismo fin de semana, con lo protagonizado en Vistalegre, y en los días siguientes, por la ultraderecha de nuestro país.

Es inaceptable y no existe precedente alguno de un caso similar: un presidente en ejercicio pisa suelo español y se dedica a difundir informaciones falsas y bulos cargados de odio sobre nuestro presidente del Gobierno y su esposa, sin prueba ninguna. Gravísimas palabras y acusaciones que sobrepasan todos los límites democráticos. Aunque, claro, como elemento disuasorio para no hablar de las consecuencias, ya palpables, de sus políticas, a Milei le viene muy bien el show. Ante esto, la reacción de todos los partidos políticos ha sido la de respaldo al Gobierno de España. Todos, excepto Vox y el Partido Popular. Dos formaciones que no tienen, ni de lejos, la altura de país que se merecen para ser alternativa de Gobierno.

Pero lo más vergonzoso es que siguen igual. El miércoles en la comparecencia del presidente en el Congreso, la derecha y la ultraderecha, patriotas de pacotilla, volvieron al insulto y al fango. Y, por supuesto, ni se les pasó por la cabeza desmentir las declaraciones de Milei cuando dijo que "la justicia social es aberrante".  

En el akelarre ultraderechista del fin de semana pasado, Milei y Abascal no se quedaron aquí. Aprovecharon sus intervenciones para despreciar nuevamente a las mujeres y mostrar su negacionismo en materia de feminismo e igualdad.  El presidente argentino nunca ha ocultado su machismo y ha hecho gala de todo tipo de declaraciones denunciables, como que "la versión socialista del feminismo desprestigia a las mujeres y las denigra". Su modelo, el de la derecha y ultraderecha, es el del NODO en blanco y negro: en casa y con la pata quebrada.


Y nada de esto es casual. En política, no todos y todas somos iguales. El PP y VOX utilizan el ruido, el insulto y la crispación para tapar los avances que el Gobierno de coalición está llevando a cabo (y, de paso, su falta de propuestas). Están incómodos con los buenos resultados económicos de nuestro país, refrendados por el Fondo Monetario Internacional, y por las previsiones económicas de la Comisión Europea, que vuelven a confirmar que España será una de las economías que más prosperará. Por ello, la derecha y la ultraderecha boicotean la imagen y los intereses de España ante las instituciones europeas y trataron de bloquear todas las ayudas de Europa a nuestro país.  

Las palabras textuales del presidente Pedro Sánchez en el Congreso el pasado miércoles describen y analizan muy bien todo el ruido provocado por bulos: "Soy muy consciente de por qué me atacan a mí y a mi familia. Sé perfectamente que no es por tener el apellido que tengo: no es el sanchismo, señorías. Me atacan por presidir un Gobierno que sube el salario mínimo interprofesional, que aprueba un impuesto a las grandes fortunas, que revalorizan las pensiones conforme al IPC, que refuerza tanto la Sanidad como la Educación públicas. Mi mujer es una profesional honesta, seria y responsable, y mi gobierno es un gobierno limpio". 

Mientras, el Partido Popular ha optado, otra vez, por bajar la cabeza frente a la ultraderecha y no denunciar los insultos y los ataques a las instituciones de nuestro país. El silencio ante las diatribas y los delirios antisociales, dictatoriales y machistas de Milei y Abascal los hace cómplices.

Por eso, mi respuesta y opción es bien clara: soy zurda, soy feminista y NO me gusta la fruta. 

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