Dominio público

La credibilidad de la ayuda al desarrollo

Marina Navarro

MARINA NAVARRO

dominio-publico.jpgLa ayuda oficial al desarrollo (AOD) es fundamental en la lucha contra la pobreza y la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ya que complementa los recursos de los países más pobres permitiéndoles financiar las políticas necesarias para su desarrollo, como la educación o la sanidad.

Sin embargo, aunque imprescindible, el aumento de estos fondos por sí solo puede resultar de una importancia limitada, sobre todo si estos recursos no se utilizan de una manera eficaz. Para avanzar con mayor decisión en la lucha contra la pobreza en el mundo, los donantes deben también mejorar de manera urgente la forma en la que gestionan su ayuda al desarrollo, especialmente a través de la armonización de la asistencia.

Con este objetivo se han reunido estos días en Accra (Ghana) ministros, altos representantes de organismos internacionales y miembros de organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo, en el denominado Tercer Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda.

La preocupación por la eficacia de la ayuda no es algo nuevo sino que ha estado presente en la agenda del desarrollo durante décadas. Sin embargo, en los últimos años esta cuestión ha ganado importancia especialmente ante la multiplicidad de países donantes y la aparición de nuevos actores en el terreno de la cooperación.
El número de países en desarrollo con más de 40 donantes activos ha pasado de cero, en 1990, a más de 30 a día de hoy. Según la OCDE, el número total de proyectos de cooperación aumentó de 20.000 en 1997 a 60.000 en 2004, disminuyendo a su vez el tamaño medio de las actividades.

A esto se añade la creciente diversidad de actores en la cooperación: gobiernos centrales, ONG, gobiernos locales, universidades, fundaciones, fondos, etc. Esta creciente complejidad hace, si cabe, todavía más imprescindible promover un trabajo coordinado y complementario entre los donantes que minimice distorsiones, reduzca la carga la burocrática que soportan los países receptores, armonice los procedimientos y garantice una ayuda eficaz.

Existe, en este sentido, un nuevo y amplio consenso internacional sobre qué deben hacer los países para mejorar la calidad de su ayuda al desarrollo. En el año 2005, en París, más de un centenar de países y organismos donantes acordaron, con la firma de la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda, una serie de medidas para mejorar la calidad de la ayuda acompañadas de diversos indicadores de rendimiento para evaluar su progreso. En conjunto, la Declaración de París señala 5 principios fundamentales a tener en cuenta:

Los donantes deben respetar el principio de apropiación para que los países en desarrollo ejerzan una autoridad efectiva sobre sus políticas de desarrollo. Para ello, es imprescindible aplicar también el principio de alineación, y que los donantes circunscribirán su apoyo a las estrategias nacionales de los países en desarrollo, respetando y reforzando las instituciones y procedimientos de los países receptores. Además, los donantes coordinarán sus actividades y minimizarán la carga burocrática que hasta ahora ha supuesto el suministro de ayuda para los países receptores, mediante la armonización de sus procedimientos. Por último, tanto donantes como receptores orientarán sus actividades a obtener los resultados deseados en materia de desarrollo y se harán corresponsables de los mismos.

Por desgracia, los últimos informes de la OCDE muestran que el progreso no es uniforme en todos los países y donantes, y que en muchos de los indicadores de progreso todavía no se ha avanzado en la línea de progreso establecida en 2005.
España, por ejemplo, gasta buena parte de sus recursos en cooperación en países de renta media que no necesitan fondos externos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Es, además, el sexto país donante con más ayuda vinculada a intereses comerciales y geopolíticos: en 2006, el 13,82% de la ayuda española estuvo vinculada a la compra de sus bienes y servicios.

Otros obstáculos para una ayuda eficaz y que constituyen prácticas habituales entre los donantes son la falta de previsión en la concesión de los fondos, que impide a los países desarrollados programar dichos recursos. O la tendencia de los donantes a implementar proyectos individuales, que les otorgan una mayor visibilidad y control, pero que a menudo no abordan las causas de las deficiencias de los servicios públicos en los países en desarrollo o que ignoran los cambios estructurales que deben realizarse para conseguir un desarrollo sostenible; y que apenas cuenta con apropiación por parte del receptor, que no participa en ningún momento en el diseño de los programas ni en la toma de decisiones.
El Tercer Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda de Accra ofrece la posibilidad de pasar de la retórica a la acción; de reforzar e impulsar una ayuda de calidad tal y como establece la Declaración de París de 2005. La voluntad política debe renovarse y traducirse en acciones concretas para ofrecer los resultados prometidos. Mejorar la eficacia de la ayuda al desarrollo es mejorar las condiciones de vida de miles de millones de personas en el mundo. En juego está no sólo la credibilidad de la eficacia de la ayuda, sino de la propia ayuda.

MARINA NAVARRO es  Coordinadora de la Campaña del Milenio de ONU en España

Ilustración de ENRIC JARDÍ 

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