El azar y la necesidad

¿El cambio climático es obra de ETA?

Mauna Loa, montaña alta en hawaiano,  es el volcán activo más grande de la Tierra, con más de nueve mil metros desde su base en el fondo del Pacífico hasta la cima, que se encuentra a cuatro mil ciento setenta metros por encima del nivel del mar. En Mauna Loa existe un observatorio que desde la década de los años cincuenta del siglo pasado ha monotorizado datos sobre cambios en la atmósfera y, en particular, sobre las concentraciones de CO2. Las medidas de Mauna Loa sirven de referencia, entre otras cosas, por el excelente emplazamiento del observatorio, que se encuentra en una zona libre de influencia humana y con escasa vida vegetal.

El pasado día 3 de mayo, las medidas de CO2 atmosférico en Mauna Loa  llegaron a la barrera psicológica de las 400 ppm (partes por millón), concretamente 399,29,  el valor más alto alcanzado en los últimos dos millones y medio de años, o sea, en un periodo muy anterior a la aparición del Homo sapiens. Las primeras medidas de CO2 en el año 1958 señalaron 313 ppm. Hoy sabemos que la concentración de este gas de efecto invernadero era de 250 ppm al inicio de la era industrial, a finales del siglo XVIII, y que el incremento de la concentración de este gas es de origen antrópico, debido al uso masivo de los combustibles llamados fósiles. También conocemos sobradamente la relación entre el incremento del CO2 atmosférico y el aumento global de las temperaturas, un hecho que en este momento sólo debe cuestionar el primo de Mariano Rajoy.

Dos semanas antes de esta medida histórica, el día 13 de abril, el Parlamento Europeo rechazaba una moción en la que se pedía que se aumentara el precio de los permisos para contaminar, puestos en venta por la Unión Europea. La razón esgrimida por los opositores, era la de no penalizar la producción industrial. Este rechazo del Parlamento europeo ha suscitado una fuerte reacción y un hecho insólito: ante la gravedad del rechazo nueve ministros de medio ambiente y energía europeos han firmado una declaración para reclamar un cambio en las políticas de compra venta de las cuotas de emisiones, de las ETS (Emission Trading Scheme). Los firmantes son el británico Edward Davey, el alemán Peter Altmaier, la francesa Delphine Batho, la holandesa Wilma Mansveld, la sueca Lena Ek, la danesa Martin Lidegaard, la portuguesa  Assunçao Cristas, el finlandés Ville Niinisto, y el esloveno Dejan Zidan. ¿No echan a faltar algún nombre?  Sí, el ministro Cañete, no ha secundado la declaración de sus colegas europeos. Y las razones para no hacerlo no tienen nada que ver con la crisis económica, son más profundas: el gobierno de Rajoy y su ministro de agricultura y medio ambiente a la cabeza, no creen en el cambio climático. Para el gobierno de Rajoy, el cambio climático es cosa de izquierdistas, de ecologistas de tres al cuarto y si le preguntáramos sobre la cuestión al ministro del interior Jorge Fernández Díaz, tal vez diría que se trata de un problema generado por ETA, quién sabe (por cierto...¿Por qué no dimite el ministro después de sus declaraciones sobre el aborto? ¿No ha demostrado ya con suficiencia su extrema estupidez?)

Los países del sur de Europa, y España a la cabeza, serán los más afectados por el cambio climático, por sus consecuencias económicas, pero no sufran, el gobierno tiene ya estudiadas medidas con el apoyo de la agradecida conferencia episcopal: sacar el santo en procesión, con los obispos al frente, para acabar con la pertinaz sequía y para que las ministras puedan lucir sus peinetas.

 

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