El dedo en la llaga

Discutamos de todo

Ahora resulta que, según Rodríguez Zapatero, también el modo de gestionar la realidad de la inmigración debería quedar fuera del debate electoral. ¿Y por qué? El PP tiene una posición muy definida sobre la cuestión. Ya no se corta un pelo a la hora de definirla como "un problema", per se, sin tapujos. El PSOE tiene su propia política, más rigurosamente aquilatable por su actuación práctica que por sus discursos. IU se desmarca de las dos anteriores. Lo mismo cabe decir de diversos partidos de ámbito autonómico, como CiU, el PNV o el BNG.

¿A cuento de qué habría que hurtar al electorado la posibilidad de contrastar esas diferencias a la hora de ponderar las razones de su voto?

Antes de esto, ya habíamos oído decir infinitas veces que la política antiterrorista ha de quedar al margen de la contienda electoral. Nunca he entendido por qué todos los partidos asumen, así sea de boquilla, que ése es un axioma que no tiene vuelta de hoja. Estamos en las mismas: si no hay un acuerdo unánime en la vía que debe seguirse para conseguir el fin de ETA, ¿por qué hurtar a la ciudadanía que hay las diferentes opciones, para que las valore como otro factor más a la hora de expresar sus preferencias electorales? Está la vía que fue definida en su día en el Acuerdo de Ajuria Enea, que no cerraba la puerta a un posible desenlace dialogado siempre que ETA cumpliera determinadas condiciones; está la vía cuyo principal valedor ha sido siempre Jaime Mayor Oreja, caracterizada por su pretensión de que cabe acabar con ETA por métodos exclusivamente policiales y judiciales (él aseguró en 1996 que lo lograría en el plazo de cinco años)... La política que finalmente se aplicará será la fijada por el Gobierno de turno, obviamente, pero el asunto es clave a la hora de decidir qué Gobierno de turno prefiere cada cual.

"Es un asunto de Estado", responden. Y la Guerra de Vietnam ¿no fue un asunto de Estado para los EEUU? ¿Y la Guerra de Argelia para Francia? Pues en ambas ocasiones y en los dos países hubo tensos debates políticos internos.

Todos los aspectos esenciales de la política merecen ser discutidos. Si no, ni se sabe qué se vota.

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