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El jardín secreto de Hasán II

"Todo gobernante tiene su jardín secreto". Ésta fue la respuesta que el rey Hasán II dio un día al periodista Eric Laurent, que le interrogaba sobre las violaciones de los derechos humanos en Marruecos. El hábil padre del actual rey de Marruecos convertía así los miles de asesinatos, torturas, desapariciones y abusos de todo tipo en algo casi lógico cuando uno tiene el agotador trabajo de ser jefe de Estado.

Muchos saharauis y marroquíes no piensan lo mismo. Porque la represión durante los años más duros de la autocracia hasaniana, los llamados años de plomo, fundamentalmente los años 70 y 80, no se dirigía sólo hacia los oriundos de un Sahara Occidental ya ocupado por Maruecos, sino contra izquierdistas, militantes de los derechos humanos, islamistas y, en general, cualquiera que se opusiera al monarca y a su régimen.

Bien es verdad que los saharauis fueron una de las presas favoritas del aparato represivo marroquí durante esas dos décadas de triste recuerdo.

Los informes de Amnistía Internacional anteriores a 1995 reservaban siempre buena parte de sus páginas a la represión contra los saharauis. Aún hoy, no se sabe cuántos fueron entonces asesinados, torturados y, sobre todo, secuestrados. La desaparición y la detención ilegal sin procedimiento judicial alguno de independentistas saharauis o simples sospechosos de serlo fue una práctica generalizada durante estas dos décadas. Algunos de estos saharauis, en concreto un grupo de trescientos, permanecieron en prisión 16 años sin que se presentaran cargos contra ellos y sin ser juzgados. Marruecos siempre negó su existencia. Hasta que los soltó en junio de 1991.

Hombres como Hosni Benslimane, aún hoy uno de los más poderosos de Marruecos, fueron los ejecutores de una represión feroz, que muchos años después le llevó a la lista de torturadores de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos.

Hasán II se jugaba mucho en el Sahara. Tras los golpes de Estado del 71 y 72, la reclamación de la soberanía de este territorio y su ocupación fueron las cartas que utilizó el monarca para recuperar el apoyo que había perdido en la sociedad y los partidos políticos marroquíes. El Sahara le devolvió al rey el consenso.

Las víctimas fueron los miles de saharauis que quedarán para siempre en el jardín secreto de Hasán II.

Trinidad Deiros

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