El tablero global

Pekín juega con fuego al tratar de domesticar a las minorías

En realidad, todo empezó a más de 3.000 kilómetros de Urumqi y la espoleta fue una difamatoria campaña en Internet que acusó falsamente a los obreros uigures de una fábrica de juguetes de Shaoguan, en el sur de China, de violar a trabajadoras de la mayoritaria etnia han.
La violentísima reacción de los 18.000 obreros han de esa factoría –que atacaron a sus compañeros uigures, mataron a dos de ellos e hirieron a varias decenas– refleja una tensión interétnica que las autoridades chinas siempre tratan de ocultar. Y la sangrienta revuelta de Urumqi, que estalló cuando llegaron allí las noticias de la agresión en la lejana fábrica de juguetes, confirma que los graves errores del Gobierno de Pekín en el tratamiento de las minorías han transformado en polvorines las enormes regiones con pueblos autóctonos colonizadas en masa por los han.

Además, la emigración económica de los uigures hacia Shaoguan fue fomentada por las propias autoridades centrales, que trataban de hacerles más chinos al mezclarlos con los han. El resultado fue inverso: estos últimos se sintieron agraviados por las ventajas (alojamiento y comida) ofrecidas a los emigrantes, y ofendidos por sus costumbres, su ignorancia de la lengua china y sus ritos musulmanes. Al tiempo que los uigures padecen el desprecio de los han hacia su idioma y sus creencias, tanto en el colonizado Xinjiang como en el resto del país.
Hasta que los dirigentes chinos comprendan que no pueden resolver los problemas nacionalistas tratando de domesticar a las minorías, seguirán jugando con fuego.

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