El tablero global

Sarkozy fue a la guerra y Berlusconi lo contó

Resulta que nadie quería atacar Libia... salvo Sarkozy. Berlusconi insiste en que la OTAN debe dirigir una operación limpia de vigilancia de los cielos, y trata de conseguir un alto el fuego lo antes posible, quizá asustado por las conquistas de las fuerzas rebeldes. Hasta llegó a amenazar con retirar el permiso a los aliados para utilizar las imprescindibles bases aéreas italianas.
Merkel se opone a cualquier acción militar, hasta el punto de que retiró los buques alemanes del dispositivo de embargo de armamentos. Cameron repite como un mantra que jamás enviará a la infantería británica a tierras libias.
Obama promete a los estadounidenses que no se va a meter en otra guerra y retuerce los brazos de los europeos hasta que acceden a regañadientes a tomar el mando de la intervención militar.
Sólo Sarkozy –quien tanta prisa tuvo en reconocer la legitimidad del Consejo Nacional insurgente... cuando aún no existía– parece entusiasmado. Puesto que se puso a bombardear tropas terrestres del régimen antes de imponer la zona de exclusión aérea que autorizó la ONU.

Vistas las magníficas relaciones –sobre todo, de negocios– que Sarkozy y su gente mantenían con los déspotas de Túnez y de Egipto (hoy derrocados), sorprende la pasión con la que salió a destruir al de Libia, sólo tres días después de que el Gadafi hijo asegurase que ellos habían financiado la campaña electoral del presidente francés.
Aunque lo más insólito de todo es que uno de los diarios más militantes de Berlusconi, Libero, que suele dedicarse a ensalzar su figura política, saltase con la "exclusiva" en portada de que Sarkozy montó la rebelión contra Gadafi. El periódico de Il Cavaliere aportó todos los detalles de las maniobras de los espías franceses a partir de noviembre y hasta desveló la identidad del agente doble libio (Nouri Mesmari) que impulsó la sublevación y acabó asilado en París. Vaya, cosas que sólo pueden saber los servicios secretos de un país rico.
Está claro que todo esto a Italia le ha arruinado una alianza económica exuberante con el antes amiguísimo Gadafi, y que Francia lleva ahora todas las de ganar en el futuro reparto del petróleo libio.
Pero, caballero, aun así hay cosas que no se cuentan. ¿No?

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