Tierra de nadie

Vaticanazo en Euskadi

A José Ignacio Munilla, el nuevo obispo de San Sebastián, le han dejado solo como si fuera de Tudela, aunque en realidad es de al lado mismo del Igueldo. Ha sido llegar Munilla pidiendo "comprensión" hacia su "pequeñez" y hacer mutis por el foro hasta el apuntador, que seguro que existe porque en la diócesis es que no falta de nada. Hay dos vicarios generales, uno de Economía, otro de Religiosas y uno Judicial, una secretaría general y hasta una jefa de Prensa. ¿Asesores? Al obispo le asesora el Consejo Episcopal, el Presbiteral, el Colegio de Consultores, el Consejo Pastoral, el Diocesano, y el de Arciprestes. Cuenta además con el secretariado de la Infancia, el de la Juventud y el de Adultos, claro, además de los correspondientes de Liturgia, Acción Cristiana Carcelaria, Ecumenismo, Atención Pastoral a Inmigrantes y el secretariado Social. Todo ello para una provincia con poco más de 700.000 habitantes y 216 parroquias. Esta visto que con la cruz en la casilla del IRPF se hacen maravillas.

Munilla ha sido nombrado por el Papa con el nihil obstat de Rouco y tiene fama de ser más de derechas que Don Pelayo. No es que su antecesor, Juan María Uriarte sea un rojo peligroso o mantenga ideas distintas a las suyas sobre el aborto o el matrimonio homosexual, pero ha defendido siempre la vía del diálogo para acabar con ETA y hasta se ha permitido alguna referencia al sufrimiento de los familiares de los presos o a los derechos humanos de los etarras, y eso la Curia no se le perdona ni con siete padrenuestros. Si algo es seguro es que el nuevo pastor donostiarra no viene para ocuparse de las ovejas descarriadas.

Al margen del vaticanazo, asombra conocer la ingente burocracia de una pequeña diócesis o la liberalidad con la que dos vicarios optan por tener "un año sabático para dedicarlo a los estudios", como explicaba Munilla para restar importancia a las deserciones. Sorprende también que el obispo haya sido designado con la oposición de un 80% de sus sacerdotes, mientras la Conferencia Episcopal no deja de pontificar sobre la democracia. "No hay democracia sin moral", afirmó su portavoz Martínez Camino al comentar la nota con la que se pedía a los católicos no votar al PSOE en las elecciones de 2008. Lo cierto es que tampoco hay moral sin democracia, aunque la Iglesia Católica lleve dos mil años ignorándolo.

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