Tierra de nadie

Convivir con el rigor mortis

La profecía de que nos encaminamos hacia una segunda recesión ha generado un gran desconcierto, especialmente en el Gobierno que, por boca de su vicepresidenta económica, se ha apresurado a negar la mayor la menor y la de en medio. Creceremos menos, pero creceremos, ha venido a decir Elena Salgado, que ha consagrado su vida al ascetismo económico y al rigor presupuestario y de esa clausura no hay quien le saque. El mensaje ha tranquilizado mucho a los parados, que es el club de fans de la vicepresidenta y que sólo en septiembre ha afiliado a otros 96.000 entusiastas de su política económica.

A estas alturas poco importa que la economía se contraiga durante seis meses un par de décimas –que es a lo que técnicamente se llama recesión- o que crezca tres en el mismo período. Lo evidente es que no se puede estar en misa y repicando, y si se trata de reducir el déficit a uña de caballo es ontológicamente imposible fomentar la creación de empleo porque ambas empresas están divorciadas por incompatibilidad de caracteres. Es de lógica pensar que sin crédito para el sector privado y con continuos tijeretazos a la inversión y a los servicios sociales de las Administraciones Públicas y los despidos o no contrataciones que lleva aparejados, el desempleo aumentará, caerá el consumo y el crecimiento se volatilizará aun cuando exportemos a destajo.

Lo cual viene a confirmar que los denostados estímulos económicos sirvieron de algo, ya que no se estaría hablando ahora del peligro de volver a caer en la recesión si no se hubiera salido de la anterior gracias a ellos. Otra cosa es que lo más adecuado en aquel momento fuera financiar el levantamiento de calles recién asfaltadas, la construcción de pistas de pádel, la reforma de cafeterías municipales o las mejoras de varios cementerios en previsión de que la crisis se nos llevara por delante.

A riesgo de que Salgado tenga que incumplir ese voto de pobreza en el que nos ha comprometido, urge relajar este rigor mortis fiscal, y en ese empeño tendría que estar Alemania, que debe esperar que le compremos los BMW pidiendo al INEM un anticipo.

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