Tierra de nadie

Durán Lleida y míster Hyde

Debe de ser cosa de un bebedizo, una poción humeante que convierte a ese caballero respetabilísimo al que confiaríamos a nuestra propia abuela para que le cruzara la calle, en un Hyde de la política, sobre todo si hay elecciones a la vista. Durante meses es Durán i Lleida, una perfecta encarnación del seny, una criatura moderada hasta en los gestos y con un talante capaz de conseguir que el hotel Palace le haga precio de amigo cuando ejerce de parlamentario en Madrid. Pero en un momento dado, le hace efecto el brebaje, y empieza a ver por todos lados jornaleros andaluces con una copa de sol y sombra en la mano o a homosexuales a los que querría devolver al armario.

La obsesión de Durán con gays y lesbianas se hace visible cada cierto tiempo. Está convencido el de Unió que con ayuda psicológica, o con electroshock si por las buenas no se consigue nada, cualquiera puede cambiar su orientación sexual, ya que, según ha explicado a Vanity Fair, estas personas tienen todo el derecho del mundo a dejar de ser raritas, es decir, a curarse. Lo suyo, en cambio, parece que es incurable.

A esta vena homófoba que periódicamente se le hincha en el cuello, se le ha unido una preocupación enfermiza por la demografía y por la escasa natalidad de las catalanas de pura cepa. A él, que es natural de Huesca, le disgusta que "el relevo generacional se vaya haciendo con personas de fuera", lo que se manifiesta en que el nombre más común entre los recién nacidos del Baix Empordà sea el de Mohamed. Teme Durán que le acusen de xenófobo y, desde luego, razones no faltarían.

Para completar los efectos secundarios de la poción que, posiblemente ingiera al descuido mezclada con el colacao, ha explicado que el Estado de Bienestar es insostenible y que si evita explicar sus ideas al respecto no habría milagro suficiente para hacerle ganar las elecciones, toda una herejía en boca de un democristiano. Como en la novela de Stevenson, cuando uno suelta a la bestia que lleva dentro, todo es posible. El día menos pensado le vemos sustituyendo el traje por unos tejanos rotos y eructando en las ruedas de prensa.

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