Tierra de nadie

Rajoy pasa el plumero

Va a haber que empezar a tomar en serio a Rajoy, al que se creía un indolente pedazo de carne con ojos y barba y que comienza a revelarse como un killer a cámara lenta, al estilo de Bruce Lee en esas patadas mortales que duraban diez minutos de película. Igual que se hizo responsable al gallego de la continuidad de Camps, es de justicia atribuirle el mérito de su renuncia, tan insospechada que todo el mundo daba por descontado que el señor de la sonrisa sardónica aceptaría la condena por cohecho impropio para mantenerse en la presidencia valenciana como el único e inimitable molt honorable de los delincuentes.

La dimisión de Camps ha sido un verdadero golpe de efecto, ahora que se interpretaba que el pretendido afán del PP por la higiene de la vida pública se reducía a una simple recomendación a sus militantes de ducharse regularmente. Los únicos que habrán sentido su marcha son esos miles de presos a los que el PP había trasladado el mensaje de que podían aspirar a todo, ya que si aceptar sobornos no impedía dirigir una comunidad autónoma quizás fueran necesarios historiales delictivos más extensos para optar a la presidencia del Gobierno, a la de un banco o al mismísimo purpurado cardenalicio.

Convencer a Camps de que debía hacer mutis no ha tenido que ser sencillo. Rajoy encomendó el trabajito a Trillo, bregado en misiones con viento duro de Levante, y tras confirmarse el haraquiri le extendió un puente repujado en plata sembrado de alabanzas personales. ¿Que si le habrá ofrecido ser ministro a cambio de lo que el propio Camps definió como un "sacrificio personal" para que "Rajoy llegue a los 46 millones de españoles"? Pues no es descartable, puestos a aprovechar en los actos oficiales esos pantalones con ceñidor trasero tan elegantes. Habrá que suponerla una mentira piadosa.

Es indudable que Rajoy ha ganado parte del crédito perdido. "Un proyecto ilusionante, mayoritario y regeneracionista como el que ofrecemos a la sociedad –proclamaba hace casi dos años-, exige que lo lidere un partido de ámbito nacional, unido y limpio". Pasar el plumero en Valencia le ha costado lo suyo.

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