El desconcierto

El aquí y ahora de Salvador Illa

El aquí y ahora de Salvador Illa
El primer secretario del Partido de los Socialistas de Cataluña, Salvador Illa; interviene durante la Fiesta de la Rosa del PSC, en Gavá, a 25 de septiembre de 2022, en Gavá, Barcelona, Catalunya, (España).- EUROPA PRESS

La soledad de Pere Aragonés le lleva, inevitablemente, a coger  hoy la mano tendida de Salvador Illa para seguir al frente de la Generalitat. Aunque sea de facto y no de iure, el gobierno oficial de Esquerra Republicana con Junts  va a ser reemplazado ahora por el gobierno real de Aragonés e Illa. Un tácito acuerdo transversal en espera de lo que puedan decidir mañana las próximas urnas municipales. Ninguno de los dos lo quiere, pero ambos no pueden hallar otra alternativa viable. Así, quien pudo ocupar el Palau de San Jaume depende de la decisión del PSC,  primera fuerza  en las últimas elecciones autonómicas. Ha llegado, pués, el aquí y hora de Salvador Illa. El tercer hombre de la política catalana se encuentra ante una oportunidad histórica.

La pugna por la hegemonía entre Aragonés y  Puigdemont beneficia a Illa. Las elecciones de 2023  han abierto una enorme grieta en el soberanismo para beneficio de la primera fuerza constitucionalista.  Más aún, es la doble y contradictoria apuesta de los de Esquerra por la continuidad de Sánchez en la Moncloa y de los de Junts , convencidos de que será sustituido por Feijóo, la que está en el origen de esta ruptura. Los del  actual presidente de la Generalitat, necesitados de seguir sentados a la mesa del diálogo con los del PSOE; los del exiliado en Waterloo, ansiosos por retomar el "decíamos ayer" de Fray Luis de León, tras salir de la cárcel en la que estuvo recluido.

Pero tampoco este  intento de compromiso  político entre Aragonés e Illa puede asegurar estabilidad a la Generalitat.  Hay demasiadas diferencias. No les va a ser nada fácil entenderse sobre la función del idioma castellano en la educación catalana, ni menos aún consensuar la  pronta elaboración de una ley electoral  propia, puesto que es la única comunidad autonómica que no cuenta con ella. Por no hablar de simultanear una mesa de diálogo en Madrid con otra en Barcelona, que  Torra convocó en dos ocasiones y Aragonés ninguna. Sobre todo porque el  ansiado cambio de cromos políticos  entre Moncloa y San Jaume, que busca con ansia la Generalitat, tropieza todavía con algunas consecuencias penales derivadas de las sentencias del Tribunal Supremo.

Ahí está la peliaguda cuestión de la extradición de Carles Puigdemont que puede llegar en cualquier instante para quebradero de cabeza de Aragonés y de Illa. Entonces, el molt honorable president  de la Generalitat "lo tornaren a fer", a la vez que el líder socialista defendería la  legalidad constitucional.  A modo de advertencia, Salvador Illa ya ha respondido a un exabrupto de Oriol Junqueras recordándole que  nadie puede darle lecciones sobre el estado de Derecho, como las que le gusta impartir al patriarca de Esquerra Republicana, pese a que la historia de su organización recoge muy bien que en 1934 y 1937 no defendió la Constitución de la II República; y hasta ayer acusaba a Puigdemont de haber recibido, como Judas, 155 monedas de plata .

No es  fácil la tarea que tiene por delante Salvador Illa. Salvar al soldado Pere Aragonés sin perjudicarse ni dañar a los suyos. No puede olvidar nunca que encabeza la alternativa al soberanismo, ni tampoco dejar de sostenerlo, y al tiempo reafirmar la  actual primacía electoral del socialismo catalán revalidado en las últimas urnas catalanas. Tampoco es, desde luego, misión  política de la socialdemocracia rematar al soberanismo quebrado, y muchísimo menos aún , resucitarlo o potenciarlo. El que se desveló como ministro revelación durante la pandemia del coronavirus, al frente del ministerio de Sanidad, le toca ahora demostrar su habilidad para encauzar la tentación soberanista enmarcándola en la Constitución de 1978.

 

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