Entre leones

Una simple abstención

Dentro de unas horas, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, afronta el debate de investidura. Salvo sorpresas, no logrará ni en la primera ni en la segunda votación la confianza de la Cámara.

Pero Pedro Sánchez ha llegado a la playa del día D con más opciones que nadie para convertirse en el séptimo presidente del Gobierno de España desde la restauración democrática.

Pese a ser el segundo más votado por detrás de Mariano Rajoy, el líder de los socialistas españoles es claramente el único con capacidad de convencer a derecha y a izquierda.

De entrada, llega con un pacto de legislatura con Ciudadanos que cubre su flanco más centrista. Las líneas rojas impuestas por el Comité Federal del PSOE solo le dejaban expedito el camino hacia el partido de Albert Rivera.

Además, pese al escaso apoyo de los barones críticos, que se han instalado en algún caso directamente en el gamberrismo político, sacó adelante la consulta entre la militancia con un respaldo de casi un 80% y una participación por encima del 50%.

No está mal teniendo en cuenta que la supresión de las diputaciones amenazaba con un auténtico motín a bordo. En fin, otro amagar y no llegar a dar. Otra excusa barata para sacar los pies del tiesto y debilitar al propio y fortalecer al extraño.

Por cierto, ¿ha dimitido algún presidente de Diputación crítico al ganar en su provincia el sí?

Pero Pedro Sánchez está obligado ahora a cuidar su flanco izquierdo; es decir, aparte de cumplir con el acuerdo alcanzado con Ciudadanos, está obligado a seducir a Podemos y al resto de la izquierda para completar con éxito la cuadratura del círculo            que supone esta singular investidura.

Las numerosas tropelías llevadas a cabo por el Gobierno del PP en los últimos cuatro años contra el Estado del bienestar, contra el Estado de derecho, dan para que la investidura vaya más allá de un cortejo táctico.

Que la reforma laboral que ha golpeado a los trabajadores de forma inmisericorde pase a mejor vida depende de un auténtico beso en los morros, que la ‘ley mordaza’ se la metan por donde les quepa depende de que al acto político sea un 69 por derecho... Que la corrupción los mande al redondo de la calle, a la fría bancada de la oposición, depende de apretar el botón correcto y no el corrupto.

Son tantas las tropelías que hay que reparar que no hay excusas para que Podemos y compañía no respondan con una sencilla abstención tarde o temprano.

Es sencillamente empezar a hacer camino juntos, es arrancar a andar despacito y con buena letra.

Por los ciudadanos atropellados por la crisis y la acción inhumana del Gobierno del PP, la abstención debe ser una obligación moral.

Por verles la cara de derrotados a ellos y a todos sus prepotentes Ibex-35, la abstención debe ser todo un placer.

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