Entre leones

La que se avecina

El PP ya ha puesto a funcionar la maquinaria electoral. Pese a que está de corrupción hasta las cejas y ha castigado a la mayoría de los españoles con cuatro años insufribles, las terminales mediáticas y el pequeño ejército de tertulianos ya sitúan a Mariano Rajoy como el ganador de las elecciones del 26-J, como el principal beneficiario de la legislatura fiasco que alumbró el 20-D. Una descarada venta de la piel del oso antes de cazarlo.

Para estos mariachis, el principal damnificado es Pedro Sánchez. Aunque ha hecho lo imposible por mandar por tabaco a Rajoy, por articular un gobierno transversal de cambio, el líder socialista tendrá de nuevo a gran parte de la opinión publicada  en contra –incluido El País, convertido en papel de prestamista-.

Si a esto añadimos el cainismo que habita en sus propias filas, que hasta paga para que al PSOE le vaya cada vez peor, pues la verdad es que lo de Pedro Sánchez es misión imposible.

En vez de gobernar Andalucía, que se ha convertido en un erial político con más miedo que vergüenza, Susana Díaz se dedica a diario a enmendarle la plana a su secretario general.

Lo último de este movimiento quintacolumnista apadrinado por ZP ha sido echarle la culpa de la nueva marcha de Carme Chacón –y van tres- y de la renuncia de Irene Lozano. Dicen que las dos espantadas han provocado revuelo y otras chorradas en las filas sociatas, cuando en realidad representan un milagro, una nueva oportunidad para armar mejor las candidaturas de Madrid y Barcelona, ¿no?

Ahora darán la batalla con el puesto de Eduardo Madina en la lista de Madrid como si el vasco fuera la quintaesencia del socialismo democrático. Cuando en verdad, después del moco que se marcó con Pablo Iglesias en El País, Pedro Sánchez lo debió mandar a EEUU a dar clases de cosas chungas, de medio pelo.

Esta apuesta de obligado cumplimiento por Rajoy incluye también como ganador a Pablo Iglesias, que, con el ejército de Pancho Villa en el que está convirtiendo a Podemos –ahora quiere sumar a IU y al Partido Animalista-, lograría, al menos en votos, darle el ‘sorpasso’ al PSOE.

En definitiva, el PP mejoraría los resultados del 20-D, y Podemos, por fin, sería el primer partido de la izquierda.

Según este reparto diseñado a dos manos, el PSOE entraría en crisis, y Susana Díaz llegaría al rescate para convertirlo en un partido regionalista, con escasa incidencia electoral en el norte de España. Es decir, a un paso de una refundación inevitable para superar la irrelevancia.

Por supuesto, este PSOE capitidisminuido se entregaría a los populares, facilitando con su abstención la investidura de Rajoy o integrándose directamente en un gobierno de coalición con PP y Ciudadanos.

Porque el acuerdo entre las izquierdas está muerto y enterrado por mucho tiempo. El propio líder de Podemos ya lo mató cuando impidió que Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno con excusas de mal pagador. Pero que nadie dude que lo reclamará automáticamente para sí si logra darle el ‘sorpasso’ al PSOE en votos o en escaños.

Como ocurrió en tiempos de Anguita y Rejón con IU, Podemos se ha convertido en la izquierda que más gusta al PP. Una izquierda a ninguna parte que tiene como principal enemigo al PSOE y como principal aliado al propio PP. El grupo Atresmedia, con Antena 3 TV al servicio de los populares, y La Sexta, podemita hasta las trancas, es el principal motor mediático de esa alianza no escrita.

Así de claro. Es la pinza de toda la vida de dios, que servirá en esta ocasión para que el PP siga gobernando cuatro años más y machacando a las clases medias y trabajadores, y Podemos se vaya de acampada-protesta a la Puerta del Sol en defensa de la revolución y de la democracia popular al son de No nos moverán.

Esperemos que los españoles cojan otro camino bien diferente el 26-J, porque el escenario que he descrito solo perpetuaría la indecencia sin otra alternativa que el derecho al pataleo, al postureo.

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