Las carga el diablo

Rajoy se "escaqueará" todo el mes de septiembre

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Llegó septiembre y nada parece que vaya a ser maravilloso, como vaticinaba aquella canción. Finalizó el singular paréntesis de este inquietante y esperpéntico agosto y aquí están todos otra vez dispuestos a seguir mintiéndonos, a continuar con sus conspiraciones, sus desmentidos, sus estrategias de supervivencia, su afición por echar balones fuera y su firme determinación de no marcharse de las poltronas que ocupan ni con agua caliente.

Bárcenas continúa en Soto del Real pero Rajoy no quiere ni oír hablar de él. Algunos ministros están tentándose la ropa, aunque su jefe proclama a los cuatro vientos que está muy contento con todos ellos y "ellas". De momento, se dedica a ganar tiempo, fiel a su sempiterno y exitoso método. Al ostracismo agosteño le sucede ahora una desaforada vocación turística que le permitirá alejarse de los focos esos días en que se reanudarán los desfiles por los juzgados.

Los muchos viajes previstos para septiembre van a permitirle a Mariano Rajoy llegar hasta octubre prácticamente desaparecido en combate, hábilmente escaqueado del incómodo y ajetreado día a día doméstico. Ha organizado la agenda de tal modo que va a estar casi todo el mes "de país en país y tiro porque me toca": el jueves 5 se marcha a la reunión del G20 en San Petersburgo, con lo que consigue estar missing ya en el primer consejo de ministros presuntamente comprometido. A continuación tiene previsto un paseíto por Argentina para ver si cae la breva y puede hacerse la foto porque le den a Madrid los juegos olímpicos de 2020. El día 25 probablemente asista a la Asamblea General de la ONU...

En fin: tierra por medio, pies en polvorosa para que el tiempo corra a su favor, que es a lo que Rajoy está acostumbrado. Y eso que se le ha chafado un encuentro con Xi Jinping en Pekín previsto también para este mes porque el presidente chino, versión oficial, no ha podido cuadrar la agenda para rendir la debida pleitesía a nuestro augusto mandatario.

Los días previstos para que en Andalucía haya nuevo gobierno y nueva presidenta, Mariano estará a por uvas para no perder la costumbre. Y el lunes 9, cuando se reúna el Congreso estadounidense para decidir si apoya o no la decisión de Obama de atacar Siria, ¿dónde estará Wally Rajoy? ¿Entenderá nuestro preclaro y nunca suficientemente bien ponderado mandamás que tiene algo que decir sobre el asunto? O el martes 10, ¿dónde estará Rajoy el día 10, día de Gibraltar? O el once, día de Catalunya y decimotercer aniversario del ataque a las torres gemelas de Nueva York...

Demasiados fregaos seguidos "pa su cuerpo". Demasiado trasiego para un Mariano al que solo le interesa la supervivencia, que vaya pasando el tiempo, que nos vayamos cansando de meterle caña, que las cosas languidezcan por sí solas. Pero mucho me temo que esta vez no le va a resultar tan fácil sacudirse la enorme cantidad de marrones que se le están viniendo encima. Por mucho que se esconda, tarde o temprano tendrá que dar la cara. Y ya no cuela el plasma, ni las cobardes huidas por garajes de cinco estrellas. Claro, que vista la habilidad que demuestra para escurrirse cual sanguijuela...

Esto tiene que acabar. La gente de izquierdas de este país tiene que conseguir que este otoño sea lo más caliente posible. Tiene que trabajar porque la temperatura de la indignación suba y suba. El gobierno que más ha puteado a los ciudadanos de este país desde que recuperamos la democracia no puede continuar haciendo de su capa un sayo. Creo que la obligación ineludible de las izquierdas, de los que estamos abajo o como queramos llamarlo, es dejarse ya de marear la perdiz, unirse de una puñetera vez aparcando reticencias y desconfianzas y hacer frente a los desmanes del gobierno del pp para que no puedan continuar perpetrando fechorías.

El verdadero año nuevo empieza en septiembre: nuevo curso, nuevos planes, nuevos propósitos... No estaría mal que lo más prioritario entre todas las prioridades fuera ponerse a la faena para que Rajoy y sus chicos tengan que marcharse cuanto antes.

Que no pueda seguir viajando ni estirando el chicle, que se quede sin conocer al chino y que no pueda hacerse la soñada foto con el presidente de los Estados Unidos en la Casa Blanca, algo que en principio estaba previsto para el segundo semestre de este año y que los americanos van retrasando, ocupados como están en ultrajar el premio nobel de la paz. Ese galardón que, no me cabe la menor duda Obama, siendo tan decente como proclama ser, acabará devolviendo cuanto antes.

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