Las carga el diablo

Carta abierta a Alberto el del aborto


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Que no, Alberto, que no. Que no nos vas a volver a meter en aquella España siniestra.

Que no, Alberto, que ni tu suegro siguiendo "el ejemplo" de Blas Piñar ni tú reivindicando la faceta más negra del pasado de tu padre asustáis ya a nadie.

Entre tu estomagante voz de pijo, Alberto, y tu mensaje añejo e intolerante has acabado siendo clavadito a aquel entrañable guiñol tuyo del Plus que tanto añoramos. Como decía Picasso, todos acabamos pareciéndonos a nuestras caricaturas. Pero tú es que la has bordao.

Nos costó mucho, Alberto, sacudirnos las pezuñas de tu gente y no te vamos a consentir que te pases "ni mijita" intentando resucitar viejos fantasmas. Nadie salvo Rouco, tú y unos cuantos meapilas más continuáis obsesionados en este país con los asuntos del bajo vientre, Alberto. Vosotros sabréis por qué. Porque pese a las muchas carencias y a las putadas de órdago que nos gastáis, hace mucho tiempo que este país vuela libre y emite en una longitud de onda distante años luz de tu chirriante discurso.

Que no, Alberto, que no. Que los fachas como tú ya no dais miedo. Aunque si te esmeras, por el camino que vas no tardarás en acabar dando pena. Cada vez que te escucho, empeñado en no bajarte del burro, me acuerdo de "Don erre que erre", aquel obstinado y patético personaje que tan magistralmente interpretó Paco Martínez Soria, aquel testarudo comerciante que jamás daba su brazo a torcer porque siempre estaba convencido de ser él quien tenía la razón.

Parece mentira que un tío culto como tú, que de tan culto llegas a relamido, apuestes por la obstinación y con tu cabezonería nos recuerdes a tus facciosos antepasados cuando en sus tiempos gloriosos, esos que tú tanto pareces añorar, incapaces de explicar sus felonías y mucho menos de argumentar las razones por las que ordenaban tantas cosas absurdas, apostaban por zanjar cualquier atisbo de debate con un grito histérico y un puñetazo encima de la mesa:

- Esto se hace así porque lo digo yo. S'ha acabao.

Parece mentira, Alberto, lo engañado que tenías al personal hasta que por fin te has soltado el pelo y has decidido salir del armario.

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No vamos a parar, Alberto. El domingo fue Femen lanzándole braguitas manchadas de rojo a Rouco Varela. El sábado fue "El tren de la libertad" que llevó a Madrid a decenas de miles de mujeres de toda España para gritar contra ti y tu inaceptable intención de reformar la vigente ley del aborto. Hace unos días el "New York Times" nos sacaba los colores por tu culpa y Europa entera no acaba de darle crédito a tanta chorrada como se te oye decir...

No lo vas a conseguir, Alberto, y tú lo sabes. Te queda poco tiempo para una retirada honrosa. Del proyecto o, ya puestos, de tu misma mismidad directamente. Así que aprovéchalo. Aprovecha ahora que se marcha Rouco y vete con él. Recógete en un monasterio y dedícate a rezar por la salvación de nuestras almas. Te quedaremos eterna y sagradamente agradecidos.

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