Las carga el diablo

Necesitamos una derecha más presentable

Necesitamos una derecha más presentable
Madero Cubero / Europa Press

Ahora andan por Europa pidiendo amparo a sus primos de Zumosol. Como pollo sin cabeza, Feijóo no sabe ya a quién recurrir para cumplir el encargo que le hicieron quienes le colocaron donde de momento todavía está: acabar cuanto antes con el Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez. Y nada, que no encuentra la manera, el pobre. Acusa al Ejecutivo de humillarse y quien se humilla es él reconociendo su impotencia ante sus correligionarios europeos en Bucarest. Consiguió algo de respaldo, sí, pero mucho menos del que hubiera deseado, aunque igual le reconfortaron los exabruptos de Manfred Weber contra los socialistas españoles. 

No consigue tampoco sacudirse el aliento en el cogote de la presidenta madrileña, tan desahogada como siempre ella, pidiéndole a Von der Leyen que deje de coquetear con Sánchez. Que no compadree, llegó a decir textualmente en la reunión con sus colegas europeos de partido. Me gustaría saber el término que emplearon en la traducción simultánea para transmitir el punto cheli del verbo compadrear con todo su significado. En realidad, fue una falta de respeto, pero, claro, que la presidenta de la Comunidad de Madrid se comporte así hace tiempo que dejó de ser noticia. 

Se estrellan una y otra vez porque no saben o no quieren apostar por desempeñar una oposición responsable, como sería de esperar por parte de un partido de Estado. Más de tres meses ya liderando la oposición y aún andamos esperando que nos sorprendan con una mínima propuesta constructiva, pero no, prefieren ladrar. O llorar por no estar gobernando, aunque ya parecen haberse olvidado de repetir una y otra vez que han ganado las elecciones. O que no gobiernan porque no quieren.  

Los gritos y los insultos en el Congreso y el Senado van a acabar impidiendo que las sesiones parlamentarias puedan ser retransmitidas en horario infantil. Algunas de las cosas que el Partido Popular firma en su cuenta de X, antes Twitter, son más propias de un influencer friki que de un partido con vocación de gobernar. "Mensaje para los corruptos del PSOE: -escribían el otro día en la red- es la una de la madrugada. Dice Yolanda Díaz que es hora de salir de las marisquerías. Ya pueden dirigirse ordenadamente a sus prostíbulos de confianza. Quién sabe: igual llegan a consejeros de Renfe". ¡Ea! 


Se tiran en plancha al caso Koldo al tiempo que continúan aferrándose a cualquier clavo ardiendo con tal de no renovar el órgano de gobierno de los jueces. Y se resisten a renovarlo porque son decenas los expedientes por corrupción aún abiertos que les afectan de lleno. Gobiernan en Ceuta, Melilla y 11 comunidades autónomas, en más de 3.000 municipios, pero no saben cómo rematar la faena para llegar a la Moncloa. Hipotecados como andan con la ultraderecha y sus desmanes, parecen haber renunciado a tener personalidad propia. Y no solo no avanzan, sino que hacen el ridículo una y otra vez.  

Por eso no les vale pedir auxilio en las instituciones europeas, donde hay muchos de sus propios correligionarios que los ven desleales con su país cuando actúan así. Y los ven desleales porque lo son. Porque el país va por un lado y ellos se empeñan en querer llevarlo por otro. No acaban de asumir la diversidad ni el carácter plural de los territorios, y por eso las derechas nacionalistas que otrora pactaron encantadas con ellos llevan años dándoles la espalda. 

El PP tiene que sacudirse a Vox si quiere volver a ser respetado. Los ultras están cada vez más desactivados, por mucho que llenen un teatro en el madrileño barrio de Salamanca y se dediquen a cantar himnos saludando brazo en alto. La personalidad de un partido de derechas con vocación de gobierno no puede ser escorarse hacia un espacio cuya bandera es la intolerancia, el machismo, el racismo o la prohibición de libros y obras de teatro. Por ahí desde luego no es, señor Feijóo. 


Pero ellos siguen a lo suyo: alentando cansinas performances de agricultores fachas que contaminan y desdibujan las legítimas reivindicaciones de los auténticos trabajadores del campo; llevando el derecho al aborto al Constitucional mientras países como Francia lo llevan a la Constitución; torpedeando la educación pública; llenando de ideología retrógrada los centros de enseñanza concertados; subvencionando perros fieles en diarios, radios y teles que intoxican y mienten sin parar, tal como vienen haciendo desde los atentados del 11M, hace hoy 20 años. Al tiempo que promueven campañas de descrédito contra periodistas decentes como Silvia Intxaurrondo o Manuel Rico. 

Cada vez andan más desesperados. Va a ser verdad que no saben ya cómo demonios hacer. Solo les falta rematar tanto ridículo sumándose a la moda de esos curas fachas que andan por ahí rezando para que el papa se muera. Pues que hagan como ellos y se dediquen a rezar por lo que les parezca. Pero que nos dejen en paz. 

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