Corazón de Olivetti

Las gafas de Rajoy

Tras perder sus gafas a manos del energúmeno que le agredió en Galicia, Mariano Rajoy tendría que empezar a ver España. La real, la de carne y hueso, la que ha logrado entenderse hasta ahora hablando cuatro lenguas distintas, la que no quiere trolas sino verdades como puños, la que todavía no nota el final de la crisis, la que está dispuesta a salir de las llamas sin caer en las brasas, la que confía en el porvenir siempre y cuando el porvenir no desconfíe de España.

Aún quedan sobras del festín de la democracia, que es como llamaba el periodismo casposo del tardofranquismo a los procesos electorales. Más que sobras, hubo faltas. Faltaron IU-UP y Unión Progreso y Democracia en los principales debates televisados, y todo ello a pesar de que gozaron de votos contantes y sonantes en los comicios de 2011, sin tener que esperar a que las urnas sancionen la irresistible ascensión de Podemos y de Ciudadanos en esta nueva convocatoria para que la soberanía popular transforme en escaños el albur de las encuestas.

Tampoco en dichas escenificaciones mediáticas de la cosa pública compareció una vieja compañera de viaje de la democracia: la cultura fue, sin duda, una de las principales ausentes del circo electoral, por más que el Partido Popular reincidiera en el globo sonda de que el IVA cultural bajará al 10 por ciento en la próxima legislatura, un señuelo demagógico que ha sido enarbolado hasta en cinco ocasiones por dicha formación política en lo que llevamos de legislatura. Ciudadanos, por su parte, no dudó en cifrar la bajada del IVA Cultural hasta el 7 por ciento aunque, según argumentó, dicha medida tendría que financiarse con el ahorro que iba a suponer para el conjunto del país la eliminación del Senado y de sus costes: como si el partido de Albert Rivera, por sí solo, fuera capaz de cambiar la constitución por su cuenta y riesgo para suprimir de un plumazo la Cámara Alta.

Por no haber, no hubo ni reaparición estelar de José María Aznar, que siempre vuelve a casa cuando hay urnas. En esta campaña, no hubo fichajes foráneos de campanillas. ¿Cómo es que Alexis Tsipras no ha devuelto la visita que realizaron a las elecciones griegas Pablo iglesias o Cayo Lara? Tampoco Nicolás Sarkozy se ha dejado ver con Mariano Rajoy y Pedro Sánchez no ha recibido como teloneros de lujo, es un poner, a François Hollande o a Antonio Costa. ¿Y qué decir de los intelectuales, desde Sánchez Dragó haciéndole la corte al Partido Popular o Jorge Semprún ejerciendo como ministro de cultura del PSOE? No hubo foto de la ceja y los abajo firmantes escasearon, lo que no impide el previsible alza en la participación en los comicios, lo que no dice mucho a favor del poder de movilización o de desmovilización de las principales mentes plecaras del país.

Hubo mucho más apoyo al manifiesto de rechazo al ojo por ojo tras los atentados de Francia, que se tradujo en un documento titulado 'No en nuestro nombre' que recibiera más de 15.000 apoyos en un solo día, entre ellos la de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Entre otros suscriptores de dicho alegato figuraron Pilar Bardem o Juan Diego Botto, toda una puesta de largo de lo que podría ser la renovación de la vieja alianza entre las fuerzas del trabajo y la cultura después del 20.D.

Sin embargo, los manifiestos de apoyo explícito a una organización en concreta fueron escasos y territoriales, como el de Ganar Asturies, con una serie de nombres poco conocidos fuera del Principado. O los 121 que se sumaron al manifiesto "Mover ficha por la unidad popular", que pudiera auspiciar alguna futura casa en común de la izquierda, al menos de Podemos y de IU. Aquel escrito fue firmado, entre otros, por Ismael Serrano, Pedro Almodovar, Miguel Ríos, Aitana Sánchez Gijón, Alberto San Juan, Nacho Vegas Coque Malla o Aitana Sánchez Gijón. A favor de la unidad de la izquierda, en junio, firmaron un escrito en junio Carmen Machi, el Gran Wyoming, María León, Eva Hache, Edu Soto o Quique Peinado, en un palmarés en el que abundaba más la farándula que la escribanía.

Claro que firmar un manifiesto le ha traído algún que otro dolor de cabeza a Antonio Gómez-Reino Varela, cabeza de lista de Podemos en Galicia, quien en su día firmara una petición de libertad del etarra Iñaki de Juana Chaos que la derecha le ha estado afeando en los mentideros políticos y periodístico durante las últimas semanas.

Quizá por todo ello, el Manifiesto electoral CCOO y UGT, difundido este verano, apenas desvela su autoría. La cabeza de lista de Unidad Popular-Izquierda Unida Verdes al Congreso por la Región de Murcia, Magdalena Martínez Bode, presentó un alegato de apoyo a su candidatura, firmado por ilustres murcianos como el cineasta Benito Rabal, el premio nacional de Medio Ambiente Pedro Costa Morata, la actriz Asunción Balaguer y varios profesores universitarios.

¿Recuerdan el sempiterno apoyo de Victor Manuel y Ana Belén al PCE, de Joan Manuel Serrat al PSC? La actriz Beatriz Carvajal, se dejó ver en las primeras filas de un mitin de Pedro Sánchez. Hoy, sabemos que Carmen Lomana concurre al Senado por VOX en Madrid. O que el crooner Bertín Osborne –reinventor de la Casa de los Martínez—muere por Rajoy y que Melendi, ¿quién iba a decirlo? va a votar a Ciudadanos después de haber votado a UPyD. El ex diputado de esta formación, el actor Tony Cantó, se pasó a las filas de Albert Rivera, mientras Irene Lozano lo hacía a las del PSOE. Leticia Sabater también ha manifestado su apoyo por el partido naranja. Si Jorge Javier Vázquez, presentador de Salvame, seguirá votando al PSOE a pesar de que un alcalde socialista mantiene la supuesta fiesta del Torro de la Verja, Xavier Sardá mantiene su voto en dudas hasta el último momento mientras que la hospitalidad de Podemos acoge ya a Natalia Ferviú. ¿Dónde los poetas, los columnistas, los muñidores de opinión pública y de opinión publicada? Ni están ni se le esperan.
Echaremos de menos la opinión de los partidos políticos sobre asuntos internacionales, cómo resolver los desahucios sin echar del portal de Belén a la sagrada familia, el voto de los inmigrantes y el de los españoles que residen en el extranjero. Tampoco, y resulta al menos curioso, en esta Campaña apenas se ha hablado de Cataluña, ni para lo bueno, ni para lo malo, mientras que tampoco se habló del resto de las comunidades, salvo cuando su mapa venía a coincidir con el de algunos pufos de notorio alcance mediático.

¿Añoraremos a Indra? La empresa española venía desarrollando hasta ahora el trabajo de escrutinio de las elecciones españolas para el ministerio de Interior y aspiró a la renovación, pero la descartaron aunque alcanzó la mejor puntuación técnológica. Los funcionarios entienden que la nueva adjudicataria de dicho servicio estratégico podría incurrir en fallos. Dos firmas, Tecnocom y Scytl, se hicieron con el concurso correspondiente por 9,8 millones de euros para una adjudicación estimada en 11,8 millones.

Indra tenía una conexión personal con el PP, a través del vínculo que unía a su presidente, Salvador Victoria con Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, y Javier de Andrés, estos últimos, viejos compañeros de colegio. El fichaje de su esposa Fernanda Richmond como directora financiera del Canal de Isabel la Católica sonó entonces a transacción política. Por otra parte, Tecnocom obtuvo la primacía del concurso que permitirá –o no—que hoy sepamos pronto y bien los resultados electorales. Y lo obtuvo a pesar de que se trataba de la firma responsable del apartado de la web del Ayuntamiento de Sevilla que reveló datos fiscales de buena parte de los vecinos de dicha localidad andaluza.

Las empresas parecen seguir confiando en los conservadores, a tenor del debate que mantuvieron este verano Scytl con las Juventudes del Partido Popular Europeo (Youth of the European People’s Party, YEPP) en torno a ideas válidas para extender el voto por internet. Paradojas de la vida: Indra, al menos, se hizo con el recuento de las elecciones catalanas. Algo es algo y la pela es la pela.

Ahora que Abengoa camina sobre la cuerda floja, hora será de recordar que Javier Monzón estuvo a punto de presidirla y que Indra, Tecnocom y Amper acariciaron una fusión años atrás, que fracasó quizá por enfrentamientos narcisistas de sus respectivos presidentes, Javier Monzón, cuya presencia a bordo data de los años 90 cuando gobernaba Felipe González, Lalo Azcona y Enrique Bañuelos. De entre las primeras medidas de Fernando Abril-Martorell, nuevo presidente de Indra, cabe destacar el cese de Javier Monzón, cuando sus pérdidas sucesivas dejaban de ser noticia en el Ibex 35.

Todo queda en casa a la hora de contar votos, aunque esperemos que no tarden tanto como en la época de Rodolfo Martín Villa. Así las cosas, unas elecciones dan para mucho más que el simple análisis político. Sin embargo, ojalá que este país gane, a partir de los comicios de hoy, suficiente confianza en transformar una realidad desconfiada. Y que lo único que perdamos hayan sido las gafas de Rajoy. A lo mejor las nuevas lentes le enseñan la España real y no la que él ha venido pregonando en sus discursos.

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