Corazón de Olivetti

Salomón y el Caso Bódalo

Contra la idea de violencia, la violencia de la idea. Así cantaba Luis Cilia, a quien suelo citar a menudo. Y no parece mala consigna en tiempos macroviolentos. También la microviolencia muerde, aunque no siempre termine en el banquillo de los acusados: ¿cuántos empresarios han terminado empapelados por presionar a sus trabajadores para que no secunden una huelga? Ese piquete silencioso no suele comparecer en los palacios de justicia. Los otros, los de los sindicatos, si. Su ejercicio de fuerza es más evidente, aunque a menudo intenten meter en el mismo saco los piquetes informativos y los que la emprenden con el mobiliario urbano o las instalaciones privadas que no se sumen a un conflicto.

La política se judicializa y las sentencias suelen ser tan categóricas como las que han condenado a doce años de prisión a dos anarquistas por colocar un artefacto casero en la basílica de El Pilar a pesar de que la sala descartase la hipótesis del fiscal de que constituían una organización armada. ¿Ocurrirá lo mismo con todos sus compañeros detenidos a granel en redadas de gran impacto mediático pero de escasa enjundia en el número y en la calidad de las pruebas acumuladas? En un país poco ejemplar, asustan las sentencias supuestamente ejemplares, porque distan mucho de serlo.

Persecución sindical.-

Casi medio centenar de procedimientos judiciales se abrieron a partir de las dos últimas huelgas generales de 29 de septiembre de 2010 y de 29 de marzo de 2012, en varias comunidades, entre ellas Madrid, Galicia, La Rioja, Islas Baleares, Andalucía o Asturias. Algunas diligencias fueron penales y otros simplemente sancionadoras pero los imputados eran sindicalistas para los que se reclamaba, en su conjunto, más de 140 años de cárcel. Los sindicatos –casi todos resultaron afectados, pero especialmente los mayoritarios-- denunciaron, con buen criterio, que las pretensiones punitivas eran desproporcionadas y que se trataba de una estrategia para desprestigiar la protesta social y el derecho de huelga, en un país en el que a pesar de la intensidad de los recortes en derechos laborales y libertades públicas, la reacción no ha sido especialmente virulenta como en otros lugares o en otros tiempos. Ese ardid, sumado a la penalización del jornal por jornada de huelga, ha dado claros resultados, ya que desde hace cuatro años no se convocar una movilización de dicha índole, a pesar de que sobren los motivos para ello.

En cualquier caso, el sindicalismo mantuvo pulsos sectoriales contra viento y marea, como el de la vendimia en Jódar (Jaén), uno de cuyos episodios acaba de llevar a la cárcel a Andrés Bódalo, del Sindicato Andaluz de Trabajadores, una central que a lo largo de su historia llevó a cabo numerosas acciones de resistencia, en general no violentas, pero que acumula más de 600 procesados en el estado español, con un millón de euros de multas.

Ángeles o demonios.-

El caso de Bódalo es complejo porque parte de un hecho tan execrable como la agresión sufrida por un representan público cuando pretendía  acceder al consistorio. Se trataba de Juan Ibarra, un teniente de alcalde del PSOE en dicha localidad andaluza. Ante la cantidad de excesos registrados al respecto en el imaginario mediático y político de este país, habría que contratar urgentemente a Salomón. ¿No es posible aliviar la pasión para ponderar los hechos desde esa vieja aliada, en horas bajas, como es la razón?

El asunto, más que un debate serio sobre este caso y sus consecuencias, ha deparado por ahora una ingente sarta de superficialidades, declaraciones pintorescas, tweets disparatados y una controversia extrema entre quienes santifican o demonizan, sin solución de sintesis, al encarcelado. Mientras Teresa Rodríguez, la secretaria general de Podemos en Andalucía, llegaba a compararlo con Miguel Hernández, Dani Mateo erraba con el nacimiento del poeta de Orihuela y bromeaba en "El Intermedio" con el peso y la apariencia de uno de los amigos de Bódalo, lo que motivó a su vez un intercambio de acusaciones, excusas y mensajes, más o menos conciliadores, con Juan Carlos Monedero, en las redes sociales.

La polémica ha polarizado los barruntos entre los seguidores y los detractores de Podemos, a cuyas siglas representó Bódalo como cabeza de lista por la circunscripción de Jaén, el 20-D. O mártir o villano. En su contra, cuatro sentencias anteriores, así como los testimonios que le llevaron a ser identificado como uno de los agresores de dos policías locales y de Juan Ibarra, teniente de alcalde del PSOE en dicha localidad jiennense. A su favor, otros testimonios o un supuesto video de la Guardia Civil que no habría sido admitido como prueba, por motivos que se desconocen. Entre Pinto y Valdemoro, los que consideran, como el juez en excedencia Juan Pedro Yllanes, diputado de Podemos en el Congreso, que la sentencia "resulta sumamente severa", pero que él no firmaría en este caso una solicitud de indulto para su correligionario, por las circunstancias del caso y porque no comparte el criterio de que "la defensa del derecho permite ser más agresivo". Tampoco el Consejo Ciudadano de Podemos en Jaén ha querido vincularse con su defensa, a pesar del respaldo abierto de su secretario general Pablo Iglesias.

Un indulto sin perdón.-

En cualquier caso, la petición de indulto total y parcial, que al parecer ha empezado a tramitar su familia y como reconoce el propio Yllanes, es viable; por más que Bódalo no haya realizado hasta ahora acto de contricción: ¿cómo arrepentirse de un supuesto delictivo que, según su criterio, no ha cometido? Más de cinco mil firmas avalan su petición aunque no haya recurrido la sentencia por un presumible error de su defensa, lo que le ha llevado a la cárcel a partir de un auto de prisión de la Sección Segunda de la Audiencia de Jaén cuya fecha venció el 29 de marzo.

¿Hubo arrepentimiento en el caso de los cuatro mossos de Esquadra condenados por tortura y a los que indultó el Consejo de Ministros? ¿En el del conductor kamikaze en cuyo bufete de abogados defensores trabajaba una hija de Alberto Ruiz Gallardón, a la sazón ministro de Justicia? Más de ochocientos indultos concedió Mariano Rajoy durante su etapa al frente del gobierno y en virtud de una ley decimonónica que no exige explicaciones al ejecutivo respecto a la naturaleza de tales medidas de gracia. De hecho, Europa Laica se preguntaba días atrás por el privilegio confesional que suponen los trece indultos solicitados por hermandades y cofradías de Semana Santa y concedidos con anterioridad a los últimos desfiles procesionales.

Antes de la petición de indulto, se ha planteado la presentación de un recurso ante el Constitucional por parte del Sindicato Andaluz de Trabajadores. Sin embargo, no ha sido paralizada la sentencia. Bódalo debe cumplir en principio tres años y medio por un delito de atentado a la autoridad y una falta de lesiones: "Estoy dispuesto ir a la cárcel, pero que sepa todo el mundo que soy inocente y que dejo a mis niños, mi nieta, mi compañera, mi madre con 80 años y mis ocho hermanos", había dicho como línea troncal de un discurso que carga las tintas en los aspectos humanitarios de este asunto.

"Nadie ha podido ver una imagen de Andrés Bódalo pegándole al teniente alcalde de Jódar. No lo hice ni lo he hecho nunca, ni yo ni mi sindicato, porque no venimos de esa cultura", aseguró poco antes de ser llevado a la cárcel. En efecto, no las hay, pero la versión de los agredidos ha pesado más que la de quienes le exculparon.

A su favor, el testimonio de algunos agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil que aseguraron no haberle visto golpear al citado representante municipal. En su contra, otros testimonios de policías locales y del agredido que sí lo identificaron como participante en la paliza junto con Francisco Javier Angulo, Blasa López y Catalina Parras, cuya condena no supera el año de cárcel por lo que no deben cumplir dicha condena: "En 2012 la situación era lamentable: en estos pueblos de Andalucía se estaba produciendo una auténtica barbarie –contextualizaba Bódalo en una entrevista--. Nos encerramos para protestar contra las peonadas para poder acceder al subsidio agrario de 425 euros. Nos desahuciaron los antidisturbios y nos fuimos a la calle, donde seguimos protestando hasta que el alcalde puso en marcha una ordenanza que prohibía anunciar con megafonía los actos del sindicato. Recurrimos aquella ordenanza y ganamos: el alcalde fue condenado por vulnerar los derechos sindicales. En ese contexto estábamos protestando a las puertas del Ayuntamiento. El teniente de alcalde quiso entrar pasando por encima de nosotros y hubo empujones. Pero él mismo reconoció en el jucio que tardó cinco segundos en entrar. Se han aportado hasta vídeos que todo el mundo puede ver en Internet y que muestran lo que ocurrió. Todo el que me conoce sabe que soy una persona de convicciones claras, pero no violenta".

Videos, fotos y teléfonos.- 

Héroe o macarra, así le han calificado en especial durante los últimos días. En el pulso propagandístico que ha seguido a su caso, aparece una fotografía en que se le ve alzando un puño para golpear a alguien, pero no parece ser del mismo día ni de la misma localización que reflejan algunos de los videos que cuelgan en internet y en los que se les ve megáfono en mano, con una clara actitud conciliadora. ¿Fueron tomadas unas u otras imágenes el día de autos? ¿Por qué el juez no admitió los videos supuestamente grabados por la Benemérita? Quizá porque sus agentes aseguraron que poco antes de que se produjera la agresión abandonaron el lugar para pedir refuerzos.

Cabría esperar que Bódalo se hubiera reencontrado en el agredido y quizá esclarecer, cara a cara, alguno de estos extremos. No ha habido tal, salvo una controvertida llamada telefónica, porque quizá la vida política de Jódar tampoco sea una balsa de aceite, en un baile histórico de siglas entre Izquierda Unida, PSOE y PP, de cuya atmósfera enrarecida también forma parte Bódalo, ya que es concejal de dicho ayuntamiento. IU y PP, en su día, llegaron a pactar para que no gobernara el PSOE, que había quedado a 28 votos de la mayoría. Cuando la tuvo, denunció al alcalde de IU por prevaricación, hasta llevarle a prisión, aunque su sucesor no pudo evitar que llamase "fascista" y "maricón repelao". No había buen rollito en Jódar, cuentan los viejos del lugar. Sigue sin haberlo.
Por no hablar de la situación del campo, cuya marginación y precariedad siguen siendo clásicos, más allá de todas las reformas y de todos los jornales que siguen avalando los subsidios y el empleo comunitario. Hay mucha violencia larvada bajo esa aparente paz social. Quizá el síntoma más evidente es que las ordenzas municipales del actual alcalde, el socialista José Luis Hidalgo, haya prohibido el uso de megáfonos como los sheriff de la frontera del Far-West exigían la entrega de armas de fuego a la llegada al municipio.

"No practicamos la violencia, practicamos la firmeza de la lucha", distinguió Bódalo, que al margen de los hechos ocurridos en septiembre de 2012 y que le han llevado a la carcel, arrastraba antecedentes por altercados anteriores, siempre ligados a la lucha sindical, a veces bronca, o a un enfrentamiento con ultraderechistas por la presentación del libro de un dirigente de Amaiur.

El juicio de Salomón.-

Lo cierto es que Ibarra fue la víctima y no el culpable de esta sentencia. Alejado de la vida política, le tocó guardar varios días de baja por las lesiones sufridas, aunque estas no se detallan en la sentencia. Pero lo cierto, también, es que los jornales de la vendimia siguen siendo escasos para mantener la precaria economía de los campesinos de la zona. Y la ley del silencio respecto a los megáfonos tampoco parece apaciguar a la población. Resulta lamentable que la noticia del encarcelamiento de Bódalo no haya servido para recordar que el campo está que arde.

La sentencia insiste en que la actitud violenta de cuatro personas "no desnaturaliza el acto de protesta que se estaba llevando a cabo ni criminaliza el comportamiento de todos los participantes". Pero, más allá de esos buenos deseos, la condena excesiva parece transmitir un mensaje distinto. ¿No hubiera sido más sensato condenarle a trabajos sociales o cualquier pena prevista de esas sentencias razonables que apelan al sentido común y no a la fría sinrazón que a veces tiene la ley? ¿Que ha pegado una paliza? --proclaman los del dos más son cuatro--, que lo pague. En la cárcel, Bódalo se convertirá en un símbolo de lo que no es del todo, la resistencia legítima contra un sistema infame. Fuera de la cárcel, con la lección aprendida, tal vez pudiera ayudar a la supervivencia cotidiana de su familia y quizá quizá asumiera que la violencia sólo ofrece un pretexto a quienes pretenden criminalizar el sindicalismo al que ha entregado los mejores años de su vida.

Salomón suele ser políticamente correcto. Así que, lo más probable, le sacaría de la cárcel, pero sin aplaudir ese tipo de comportamientos, los protagonizara quien los protagonizase.

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