Juegos sin reglas

Hidroelectricidad en zonas de montaña de Europa, ejemplos de los que aprender

Miguel Puyalto

Vicepresidente de la Asociación Cinca-Cinqueta

Hidroelectricidad en zonas de montaña de Europa, ejemplos de los que aprender
Imagen de Walkerssk en Pixabay

Una de las oportunidades de desarrollo más importantes que en la actualidad presenta lo que llaman la "España Vaciada" es la producción de energía renovable. Los vastos espacios despoblados que ocupan la inmensa mayoría de la superficie del territorio son un lienzo en blanco sobre el que sus habitantes deben poder diseñar su futuro. Históricamente y en zonas de montaña parte de ese espacio ya ha sido ocupado por sistemas hidroeléctricos, con sus presas, canalizaciones, centrales y demás instalaciones. A partir de finales del siglo XIX se comienzan a implementar las primeras centrales y ya en las primeras décadas del siglo XX este proceso se acentúa, buscando principalmente electrificar las ciudades y los centros industriales anejos a estas. Esas concesiones las realizaba el Estado, tras arrogarse la propiedad de los cauces de ríos y barrancos e instituir el concepto de "dominio público hidraúlico". En principio fueron a perpetuidad, pero tras un Real Decreto de 1921 el plazo máximo pasa a ser 75 años. En este enlace se pueden encontrar más detalles acerca de esas concesiones, Los Aprovechamientos Hidroeléctricos en la Confederación Hidrográfica del Ebro - Blog del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes .

A partir de entonces, y especialmente en los últimos 15 años, las empresas concesionarias han tenido que restituir al Estado, a través de las Confederaciones Hidrográficas, las instalaciones derivadas de la explotación de cada salto hidráulico. Esto se ha ido haciendo de una forma muy opaca, con inexplicables prórrogas, letargos administrativos que prolongaban durante años la duración de las concesiones y con muy poco rigor a la hora de ejecutar la cláusula que exige esa restitución en perfecto estado de funcionamiento. También ha sido cómplice de todo esto un inexplicable silencio mediático, que solo en los últimos años se ha revertido ligeramente.

En el caso particular del Alto Cinca (Huesca), la reversión a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) de la central de Lafortunada-Cinqueta se ha realizado de forma efectiva más de 11 años después de que la concesión acabara. Por lo que respecta a las centrales de Barrosa y Urdiceto, también en el curso alto del Cinca, las demoras han sido de más de un año en ambos casos. Además, la CHE, al recuperar la propiedad detuvo la actividad de las centrales durante 20 meses en Barrosa y 16 meses en Lafortunada-Cinqueta (pero el funcionamiento es parcial debido al mal estado de las instalaciones). Urdiceto sigue parada, pues se sigue evaluando su viabilidad.

Tras ver el estado en que se encuentran las instalaciones hidroeléctricas en el Alto Cinca e indignarnos al constatar como la gestión de estas se realiza desde muy lejos y con un manifiesto desdén, cabe preguntarse si este estado de dejadez es un problema endémico en nuestros valles (y extrapolable al resto de la España rural) o es general en otras zonas de Europa. Echando la vista más allá del Pirineo, en la vertiente francesa de la cordillera, por ejemplo, ya podemos ver que nuestros valles padecen una insoportable desigualdad. Pero es que hay ejemplos en el resto de Europa que nos provocan todavía más indignación.

Evidentemente tenemos muchas particularidades, pero no cabe duda de que analizando con un poco más de detalle vamos a encontrar modelos en los que las gentes del territorio son mucho más soberanas, asumen más responsabilidad y, por lo tanto, a largo plazo, se benefician económicamente de esa apuesta. Los caminos que cada territorio de montaña ha seguido son muy distintos, pero indudablemente los que han tenido la valentía y la madurez para defender su soberanía han conseguido a largo plazo réditos sociales y económicos e igualmente ser respetados.

Noruega, el país de la hidroelectricidad:

De la amplia variedad de fuentes de energía renovable, cada país debe escoger las que mejor se adaptan a su orografía, climatología y recursos sociales. En el caso del país nórdico, con precipitaciones muy abundantes, desniveles pronunciados y vastos glaciares la pregunta se responde rápido y los noruegos han sabido traducir esa respuesta en hechos. Más del 95% de la energía eléctrica consumida en el país tiene como origen las centrales hidroeléctricas. Además, el "precio de la luz" allí es más bajo que en España, lo cual, sumado a la contundente diferencia de rentas a favor de los noruegos, reduce el impacto del consumo eléctrico en sus bolsillos.

Hidroelectricidad en zonas de montaña de Europa, ejemplos de los que aprender
Eurostat

Noruega es un país extenso y muy poco poblado, mayoritariamente rural, en el que cada territorio tiene una gestora. Más del 90% de las instalaciones de producción hidroeléctrica del país están en manos de los municipios, las provincias (county) y las autoridades centrales. Un 35% de la capacidad está en manos de Statskraft SF, empresa pública que gestiona el Ministerio de Comercio, Industria y Pesca. Muchas de las compañías de distribución son propiedad total o parcial de los municipios. Del mismo modo que en España, se otorgaron concesiones a partir de 1917 y revierten al estado tras vencer el plazo.

En Noruega la legislación garantiza que las centrales hidroeléctricas estén en manos públicas y a partir de 2008 una reforma legislativa solo permite nuevas licencias a entes municipales, provinciales o estatales. Los actores privados pueden participar en estas compañías hasta en ⅓ del accionariado. Hay que tener en cuenta que "lo público" allí tiene un carácter mucho más cercano al territorio que en España, gracias a esa capacidad de los municipios de influir en la legislación que les afecta.

En cuanto a los beneficios que recaen en las corporaciones locales, se basan en tres figuras impositivas que recaen en los mismos y en los counties donde se ubican las plantas. Téngase en cuenta quw 1€ equivale actualmente a 10,43 NOK. Pues bien, la tasa sobre los recursos naturales (Natural Resource Tax) es de 0,013 NOK por kWh producido. Otra figura impositiva es el impuesto de la propiedad (Property Tax). Según las fuentes consultadas oscila entre 9,5 NOK y 27,4 NOK por MWh producido en una media de 7 años. El tercer impuesto que genera beneficios es la licencia de actividad (License Fee) que grava la potencia nominal teórica (y es por lo tanto independiente de la producción) a razón de 24 NOK/CV (otros 8 NOK/CV se van al Estado) en las nuevas licencias. Por último, representando en algunos casos la principal fuente de ingresos, los municipios tienen derecho a usar un 10% de la energía producida (en base a la capacidad productiva teórica). Si no la usan, como suele pasar en municipios pequeños, pueden vender la restante. En territorios con poca población y mucha generación eléctrica (como también sucede en nuestros valles) esta fuente de ingresos puede ser la más importante. Todos los datos han sido obtenidos de la siguiente página web (la información se encuentra en Norse y en Inglés): EnergyfactsNorway.no - facts about Norwegian energy sector - Energifakta Norge

Adaptando esas figuras impositivas y de compensación a los datos de generación del Alto Cinca, supondrían unos ingresos de hasta 9 millones de euros en nuestros valles, frente a los 300.000 euros que en la actualidad recibimos. Poco más que añadir.

Islandia, en vez de tirar, industrializar:

Islandia es un país remoto, situado en el océano Atlántico muy cerca del círculo polar. Un territorio rodeado de agua, en el que las costas europeas más próximas están a casi 1000 km (Escocia y Noruega). Esas enormes distancias prácticamente imposibilitan la interconexión eléctrica, por lo que la electricidad que se consume en el país ha de ser forzosamente generada allí. Por suerte para los islandeses, el régimen pluviométrico y el relieve de la isla son favorables para la generación hidroeléctrica, lo que les ha permitido contar con esa importante fuente de energía renovable. Además, la densidad de población allí, debido a la hostilidad del clima, es bajísima (3,5 hab/km²).              Debido a todos esos factores, los islandeses fueron conscientes de que la producción eléctrica excedía considerablemente sus necesidades. Tenían dos opciones, abrir las compuertas y turbinar solo en función del consumo doméstico o aprovechar ese excedente para industrializar el país. Eligieron la segunda. Atrajeron a su isla industrias con consumos eléctricos altos, especialmente relacionadas con la siderurgia y la producción de aluminio. Industria que genera empleos de calidad y alto poder adquisitivo sin olvidar que en un mundo en el que las materias primas cada vez escasean más, el que produce manda y cobra, mientras que quien depende del productor paga y obedece. En la actualidad la industria del ferro-silicio y el aluminio consume más del 75% de la electricidad que allí se genera. Lo podemos ver en el siguiente gráfico:

Hidroelectricidad en zonas de montaña de Europa, ejemplos de los que aprender
Gráfico 1

La principal productora de electricidad es Landsvirjkun, una compañía perteneciente al Estado islandés. Genera aproximadamente el 75% de la electricidad total. Esta compañía pública también posee el 65% del sistema de transmisión eléctrica nacional, el TSO. Landsvirjkun tiene contratos a largo plazo con las empresas electro-intensivas, lo que permite recibir una gran parte de los ingresos en una divisa extranjera, el dólar. Esto ayuda a que el país sea más estable en caso de crisis de la moneda local, la corona islandesa. La segunda empresa productora de electricidad es Orkuveita Reykjavíkur (OR), una empresa participada al 100% por los municipios de Reijkiavik (tiene el 93,5%) y otros de los aledaños. También produce calor con centrales geotérmicas. Es el principal proveedor de electricidad y calor de los hogares islandeses. OR produce el 12 % de la electricidad de Islandia. La tercera empresa es HS Orka, originariamente pública y actualmente perteneciente en ⅔ a una compañía canadiense, Alterra Power y el ⅓ restante en manos del fondo de pensiones nacional. El resto de la energía eléctrica producida por saltos hidráulicos es generado por empresas municipales e incluso por pequeños propietarios o particulares.

El precio medio de la electricidad para los hogares islandeses en el segundo semestre de 2021 fue de unos 0,14 €/kWh. El precio en España para ese mismo año fue de 0,28 €/kWh. Hay que tener en cuenta también que el salario medio islandés es de 5600 €, por lo que la diferencia con el caso español es de nuevo abismal.

Por último, comentar que Islandia se plantea hacer una interconexión eléctrica con Escocia de elevadísima potencia (9GW) para exportar el excedente eléctrico, ya que, a pesar de toda la industrialización comentada anteriormente, muchas veces se sigue vertiendo una parte importante de las reservas de agua embalsadas sin turbinar.

Suiza, el referente alpino:

Vamos acercándonos a nuestra latitud y nos encontramos con la Confederación Helvética, cuyo nombre ya nos da pistas de la soberanía con la que cantones y comunas rigen sus territorios. Muy probablemente esa autonomía en la gestión, unida a la solidez con la que legislan los asuntos comunes a nivel federal y a la decisión con la que están dispuestos a defenderse de injerencias externas, les hace prácticamente indestructibles como nación. Esta forma de organización política hace que las decisiones se tomen en los territorios, en el los que la forma de pensar de cada persona se acaba materializando en el interés general y no al contrario. Todo lo anterior se puede ver reflejado también en la gestión de los recursos hidroeléctricos.

Sin duda, Suiza es un país tan montañoso o más que el nuestro, y desde finales del siglo XIX está utilizando la energía hidráulica para generar electricidad. En la actualidad en torno al 60% de la electricidad consumida en Suiza proviene de esta fuente. Tienen un sistema de concesiones en el que la mayoría tienen una fecha de caducidad de 80 años como máximo, si bien hay 26 (de un total de 695) con concesiones ilimitadas. Estos derechos de concesión son otorgados por los cantones y/o las comunas implicadas, lo que supone que estas entidades son totalmente soberanas al respecto.

El sistema impositivo que grava las concesiones se basa en una tasa que llaman la "Revedance hydraulique", establecida en 1916 en una ley federal (a nivel nacional). Establece unos máximos impositivos sobre los que se puede gravar a las empresas concesionarias. Se calcula de la siguiente forma (en junio de 2022 1€=1,01 CHF):

Redevance hydraulique [CHF] = taux maximal de la Redevance [CHF/kWB] × puissance théorique moyenne[kWB]

  (La tasa máxima actual es de 110 CHF/kW de potencia teórica)

 La potencia teórica se calcula así y suele ser algo mayor que la real:

 Puissance théorique moyenne [kWB] = 9.81 [m/s2] × 1000 [kg/m3] × débit utilisable moyen [m3/s] × hauteurde chute utilisable moyenne [m]

Esa tasa deja unos ingresos en los cantones de casi 550 millones de euros anuales. La tasa ha sido actualizada varias veces, de tal forma que se ha multiplicado por 3 desde su puesta en vigor (teniendo en cuenta la inflación). En el siguiente gráfico podemos ver cómo se ha actualizado.

Hidroelectricidad en zonas de montaña de Europa, ejemplos de los que aprender
Gráfico 2

En los últimos años de la pasada década el debate en el país alpino era si la Redevance era una tasa excesivamente alta que podía poner en peligro la rentabilidad de las empresas eléctricas que explotaban esos recursos, es decir, estaban en el extremo opuesto al que estamos en la España rural. En la actualidad y tras la subida de precios de la electricidad, el debate parece haber sido abandonado. Para que nos hagamos una idea, la Redevance, aplicada a las centrales del Alto Cinca, supondría unos ingresos anuales de casi 12 millones de euros, casi 40 veces más de lo que actualmente se recibe.

El Valle de Aosta, la "pequeña Suiza" de Italia:

Este valle del norte italiano, fronterizo con Francia y coronado por el Mont Blanc, presenta una serie de características que lo hacen especialmente atractivo como referente. Por un lado, cuenta con una autonomía extraordinaria a nivel del estado italiano, resultado de la actitud con la que los habitantes del lugar siempre han defendido su soberanía. Por otro lado, la región es montañosa, con un régimen pluviométrico semejante al de la vertiente sur del Pirineo (aunque con mayor reserva glaciar) y con una densidad de población baja, aunque superior a la de nuestros valles.

De un modo parecido al que aquí conocemos se construyeron centrales hidroeléctricas desde las primeras décadas del siglo XX. La región, por lo tanto, se convertía pronto en generadora de electricidad para otros lugares de Italia. La hidroelectricidad supuso el 87% del total de electricidad producida en el país transalpino entre 1900 y 1960. A partir de 1960 otras fuentes de energía, principalmente combustibles fósiles, aparecieron en el sistema italiano y en la actualidad en torno al 17% de la electricidad consumida se genera en centrales como las que nos ocupan.

La principal característica del sistema de generación hidroeléctrica aostano es que prácticamente todas las centrales de la región pertenecen a una compañía local, CVA. Esta entidad esta a su vez participada al 100% por Finaosta, un fondo de inversión de titularidad pública que pertenece, a su vez íntegramente, a la Región Autónoma del Valle de Aosta. Por lo tanto, los aostanos son los dueños de las centrales. Así de sencillo. Su página web se puede consultar en el siguiente enlace: Finaosta S.p.A.

¿Cómo han conseguido tan envidiable logro? Hasta la aparición de las centrales hidroeléctricas el valle era, como los nuestros, un territorio agrícola y pastoril. La puesta en marcha de estas centrales atrajo también a la industria siderúrgica y el sector agropecuario fue virando de la autosuficiencia a la especialización en productos de calidad, entre ellos el vino. También se explota allí la riqueza forestal y minera. El turismo también fue ganando peso, especialmente relacionado con los deportes de invierno. Digamos que supieron gestionar muy bien su riqueza, atendiendo más a sus propios criterios que a injerencias externas, aprovecharon los recursos locales y, sobre todo, no dejaron la administración de estos a entidades de rango superior. La creación de Finaosta en 1982 fue consecuencia de todo esto. El fondo de inversión, además, permitió la constitución de CVA (Compagnia Valdostana delle Acque). Esta empresa a partir del año 1995 fue adquiriendo las centrales hidroeléctricas de la región hasta abarcar una potencia de 934,5 MW. En la siguiente página web se puede encontrar más información, en italiano e inglés: La nostra storia | CVA (cvaspa.it)

El 1 de junio de 2001, la CVA completó el proceso de adquisición de toda la infraestructura de Enel y comenzó oficialmente a ser el productor más importante de energía hidroeléctrica del Valle de Aosta. En la actualidad, El Grupo CVA posee y gestiona directamente uno de los parques hidroeléctricos italianos más importantes, que consta de 6 grandes presas, 61 salidas (de las cuales 33 clasificadas como presas de competencia regional), más de 210 km de canales, unos 50 km de tuberías forzadas y 32 centrales eléctricas con 74 grupos hidroeléctricos. El parque de la planta, con una capacidad total de 934,5 MW, produce alrededor de 2.900.000 MWh de energía limpia cada año. Esto hace que la compañía se encuentre entre los principales productores nacionales del sector y que el Valle de Aosta esté entre las primeras regiones de Italia en el campo de la generación de energía a partir de fuentes renovables. Las centrales hidroeléctricas, con sus presas, sus cuencas artificiales y sus canales aductores, están presentes capilarmente en los valles laterales y centrales de la región. Además, en los últimos años están instalando plantas fotovoltaicas y eólicas, diversificando más su oferta y expandiéndose por otras regiones de Italia. En el año 2020 la producción total del CVA alcanzó los 3.347.000 MWh, repartidos de la siguiente forma:

Hidroelectricidad en zonas de montaña de Europa, ejemplos de los que aprender

En resumen, los aostanos no solo son dueños de sus recursos, sino que se han convertido, por méritos propios, en un polo tecnológico y empresarial capaz de competir con empresas que en nuestro caso solo concebimos instaladas en las grandes ciudades.

Andorra, la excepción en la vertiente sur:

Este micro-Estado, ubicado entre Cataluña y Francia comparte muchas semejanzas con otros valles del Pirineo, especialmente hasta principios de siglo XX, cuando era eminentemente agrícola. A partir de ahí, las condiciones fiscales, especialmente favorables para atraer dinero (fue considerado paraíso fiscal hasta 2010), junto con el desarrollo del turismo, transformaron notablemente su economía, aumentando las diferencias con respecto a otros territorios del Pirineo.

En cuanto a la gestión de la energía eléctrica, en Andorra la realiza una empresa pública, la FEDA (Forces Eléctriques D’Andorra). Es una empresa generadora, distribuidora y comercializadora de energía. Gestiona la central hidroeléctrica de Encamp (potencia instalada de 47MW), única de entidad del país y el horno incinerador de basuras, lo que supone prácticamente la totalidad de energía producida dentro de las fronteras. Debido a su balance deficitario necesita importar energía y lo hace de sus dos países vecinos, España y Francia.  La central hidroeléctrica de Encamp lleva en servicio desde 1934 y el año 2020 supuso un 25,74 % de la electricidad utilizada en el pequeño país(112.000MWh). La energía eléctrica producida en el horno incinerador de basura supuso ese año 2020 un 4 % de la energía total utilizada. Esta instalación también genera energía en forma de calor. Tiene también dos centrales de cogeneración, una en Soldeu y otra en Andorra la Vella. La situación socioeconómica de Andorra provoca que la energía generada en su central no sea suficiente y dependan de la importación desde Francia y España. Su población es casi 40 veces mayor que la del Alto Cinca, a pesar de ser abarcar menos territorio (662,2 km² frente a los 468 km² andorranos).

Se puede acceder fácilmente a todos los datos en la página web de la FEDA. Llama la atención la transparencia en la presentación de estos, opuesta a la opacidad que sufrimos aquí. Véase en Benvinguts a FEDA — Forces Elèctriques d'Andorra. Especialmente ilustrativo es este vídeo que nos resume el funcionamiento de su central hidroeléctrica. Nos habla también de que la mayoría de las líneas de media y baja tensión están soterradas, así como un tercio de las de alta, lo que reduce de forma considerable el impacto visual de las líneas de transporte y distribución. Está en catalán: Infraestructures hidroelèctriques — Forces Elèctriques d'Andorra (feda.ad)

El valle de Aure, nuestros vecinos franceses:

Podría parecernos que el Estado francés, centralista como ningún otro, debería consentir menor participación a los vecinos del ámbito rural en las decisiones relacionadas con la gestión hidroeléctrica que el Estado español, pero con simplemente un vistazo nos daremos cuenta de que es todo lo contrario. Los valles del Pirineo francés cuentan con instalaciones de producción hidroeléctrica homologables a las que aquí tenemos. Tienen algunas diferencias. Por ejemplo, la explotación de estas las realiza EDF (Electricité De France), una empresa pública estatal, en su totalidad. La gestión se realiza de forma centralizada, pero llegan más beneficios a las entidades locales. Es un sistema que podemos calificar de más paternalista, menos soberano, pero consigue que a partir de una serie de impuestos los municipios (communes allí) dispongan de una capacidad económica infinitamente superior a la nuestra, lo que les permite acometer proyectos que aquí serían inimaginables.

A través de un sistema impositivo bastante complejo las empresas concesionarias deben pagar una serie de tributos, se pueden dividir en cuatro grupos.

- Una cantidad proporcional al número de KW producidos repartida en 2/3 para el Estado, 1/6 para la diputación y 1/6 para los ayuntamientos.

- Una cantidad por ocupación del dominio público: tuberías...

- Una cantidad por tomar agua sobre el dominio público de las colectividades locales.

- Varias tasas para diversos organismos interesados en la gestión del medio acuático.

Además, el sistema impositivo local francés se basa en 4 tasas de las que 3 afectan a las empresas que tienen centrales hidroeléctricas. La "Taxe Foncière sur les propriétés bâties", que se paga por ser propietario de un edificio, la "Taxe Foncière sur les propriétés non bâties" que se paga por ser propietario de un terreno sin construcción y la "Contribución Economique Territoriale es el impuesto que deben pagar las empresas y todas las actividades económicas. Incluye también otra tasa específica de centrales eléctricas, l’IFER.

Un estudio realizado en 2015 sobre las centrales hidroeléctricas en Francia indica que, a nivel de los recursos procurados a las colectividades locales, estos impuestos proporcionan unos ingresos de:

-CET = 9 000 € / MW

-TF = 7 000 € / MW

-IFER = 3.06 € / KW (½departamento; ½ ayuntamientos)

Aplicando estas tasas a las centrales del Alto Cinca se obtendrían 1,91 millones de euros de renta anual, a los que habría que sumar las rentas por concesión que se estiman en 250.000 euros más.

Estos ingresos han permitido a las communes del Pirineo francés un nivel de autonomía presupuestaria envidiable, que les ha permitido desarrollar proyectos y asentar población. Dependen del Estado central sí, pero este les trata mejor de que a nosotros. Probablemente cuando los habitantes del medio rural saben que están ante un Estado que se declara a sí mismo centralista tienen activas las alarmas y elevan el listón de las reclamaciones. Aquí, en cambio, nos han vendido como balsámico el sistema de administración multinivel (estado-autonomía-diputación-comarca-municipio) y no solo no tomamos las decisiones, sino que hemos bajado la guardia y nos arrebatan la soberanía sin tener que molestarse tan siquiera en compensarnos económicamente.

Conclusiones:

En resumen, son múltiples los sistemas de gestión en los que podemos encontrar inspiración y nuevas ideas, aunque hemos de ser conscientes de las limitaciones administrativas y competenciales de nuestro país. Las aspiraciones soberanas parecen muy lejanas, pero nunca está de más mantenerlas vivas y, por tanto, no renunciar a ellas en el largo plazo. Fuimos desposeídos de los derechos sobre nuestros ríos y montañas mientras avanzaba la modernidad y hay que tener eso siempre en mente.  Desgraciadamente hoy en día solo podemos aspirar a una compensación económica más justa, una actuación sobre el conjunto de instalaciones que están cuasi abandonadas y requieren una puesta a punto y sobre todo a que nos otorguen la concesión para gestionar las centrales ya revertidas. Este último punto representaría retomar la soberanía, aunque fuera de forma limitada en el tiempo, por lo que debemos pelear por abrir esa ventana de ilusión y esperanza.

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