En las embajadas y consulados de España en Cuba, Argentina, México se apiñan miles de personas con una esperanza compartida: demostrar que son descendientes de exiliados españoles que se marcharon por el franquismo. La ley de la memoria histórica les permitirá acceder a la nacionalidad de sus ancestros. Qué paradoja: al mismo, tiempo, el Gobierno, para hacer frente al paro, invita a marcharse a los extranjeros. A propósito, ¿cuántos de ellos son descendientes de españoles que se marcharon en tiempos mucho más remotos?
Estás leyendo: Descendencias y paradojas
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