Modos y Modas

La cuarta edad

EL DECANO // JUAN LUIS CANO, periodista

Como le dijo Tono a Einstein durante una velada Hollywoodiense: "Todo es relativo". La esperanza de vida de los españoles ha aumentado considerablemente en los últimos años. Eso es bueno y es malo. La razón de su bondad está más que clara, pero el motivo de su posible efecto nocivo no lo está tanto. Es maravilloso que la gente entrañable, buena, positiva y justa viva más, pero, coño, hay algunos que tenían que morirse antes. Sé que es duro decir esto, pero, sin afán de personalizar, yo conozco a más de uno que parece que ha nacido para tocar las pelotas y si es cierto, como parece que lo es, que esos entran también en el saco de la longevidad, hemos hecho un pan como una torta.

Si el que vayamos a vivir más años viene provocado por la dieta mediterránea, los adelantos médicos y el lugar donde residimos, debería crearse un tribunal de bonhomía que nos evaluara a todos y aquellos a quienes se calificara como cabrones redomados fuesen condenados a inflarse a bollos y a vivir en sitios chungos a partir de la jubilación.

Y ahora que lo pienso, ¿en qué lugar dejamos a Dios? ¿No era Él quien decidía cuando y de qué modo nos llamaba a su reino? Al menos yo estoy harto de oírlo en los entierros. Aunque bien es posible que quienes tienen en sus manos la interpretación de las decisiones divinas ya hayan pensado justificarlo diciendo que paralelamente a la realidad de la mayor esperanza de vida, Dios ha mandado la plaga de la comida basura para contrarrestar.

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