Modos y Modas

Famosos muertos

CUALQUIERA TE DICE NADA// ALBERTO OLMOS 

Cuando se muere un famoso se produce un sobresalto. La prensa lo cuenta, muchas veces en portada; la tele le hace un hueco en su programación y la gente, en los bares, las oficinas y las esquinas lo comenta. Se ha muerto Fulanito de Tal, famoso.

Yo mismo me sobresalté cuando se murió Francisco Umbral, y ahora que nos ha dejado Fernando Fernán Gómez también he sentido ese empujoncito

en el alma, ese "oye, la vida mata todo". Sin embargo, en realidad, los muertos provectos son irrelevantes. La muerte de Fernán  Gómez, de Umbral, ni siquiera acorta su obra, ya que, como decía el propio Umbral, "la vida es más larga que la biografía"; esto es: hay un momento en el que uno deja de hacer cosas.

Así, si atendemos a la evidencia de que, para la mayoría, ni Umbral ni Fernán Gómez son conocidos, vecinos, ni mucho menos amigos, su muerte no debería crearnos impacto alguno. De hecho, al día siguiente ya no nos acordamos, y si no nos hubieran dicho nada de su muerte, si no nos hubiéramos enterado, nuestra ignorancia les haría inmortales.
El óbito del famoso, considero, no nos afecta por empatía, porque veamos que todos mueren y preveamos nuestra propia de-saparición. Creo que ese pasmo que nos produce el triste titular encabezado por la pala-
bra "Fallece" viene más bien de la condición estelar de la propia muerte, que todo lo mitifica. Por eso, sacar muertos en portada es como dar sustos a los niños: trabajo fácil.

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