Otras miradas

El marco educativo, una mirada consciente desde la experiencia…

Paco Herrero Azorín

Activista sobre derechos en la infacia y por la educación. @PacoHerrero1

 Para la pelea de Silvia Agüero, y la mía también, con mucha honra.

Hubo un tiempo en que educación pública y la escolarización obligatoria era un consenso entre las personas que anhelaban un mundo mejor, más justo e igualitario. Muchos años de dictadura, con los recursos educativos en manos de los malos, enseñando a hostias literales y también en forma de Cristo, de manera que la izquierda encontró causa común en este frente.

Los "santos inocentes" de Delibes, los barrios obreros de las ciudades, ¡Cómo renunciar a la potencialidad vertebradora de la educación, y su afán dinámico y transformador, a la punta de lanza de cualquier modelo de progreso social...!

Han pasado 40 años, la mayoría somos ya somos hijos e hijas de dicho proceso, y hemos vivido sus luces y sus sombras, la concreción de dichos anhelos en días, meses y años de escolarización. Tenemos una experiencia propia que analizar, y una voz legítima para dialogar con el objetivo de nutrir los retos de futuro con nuestra vivencia, y nuestra frustración.

Y es que ya paso el tiempo de los consensos futuros, hemos de generar, si acaso, consensos viendo lo que cotidianamente pasa en las aulas, y hay mucho para escandalizarse, tanto, que si no hacemos una enmienda a la totalidad es porque aún somos prisioneras voluntarias de lo público como patrimonio de la izquierda y no estamos dispuestas a seguir perdiendo más cosas en el camino...

¿Pero qué nos queda? Durante estos 40 años no hemos sido capaces de poner la educación al servicio de las necesidades de la gente, nos creímos la milonga de que el único progreso se hacía en alianza con el capital, y regalamos nuestro sistema educativo al modelo hegemónico, capitalista, patriarcal, payo y adultocéntrico, haciéndolo cómplice privilegiado de la mutilación social que han supuesto estos años de capitalismo fanático en nuestro país.

Nos queda aprender de la experiencia (algo muy educativo, que contrasta con que el propio sistema lo viva como amenaza) y de la empatía con los niños y niñas que lo habitan cotidianamente.

El primer aprendizaje pasa por diferenciar lo público (lo de la gente) de lo estatal (lo de la alianzas política del capital con la estructura más eficiente de universalización y monopolio) y a partir de ahí, trascender el debate macro y centrarnos en lo importante.

El segundo aprendizaje pasa por desmontar las máximas de la izquierda respecto al sistema educativo, a partir de nuestra experiencia vivida, contrastada y socializada.

El sistema educativo universaliza la educación

Falso. Monopoliza la educación. Lo universal ha de ser de ida y vuelta, si un sistema no se nutre de la experiencia singular de cada colectivo que pretende integrar, y solo define un marco propio en el que hay que acoplarse participando desde la mímesis. Y si no exclusión, y además, con la condición de "obligatoriedad" legitimamos al sistema para ejercer la represión.

Pasamos de universalizar la educación a no poder escapar de su violencia, y como pese a ello no le cambiamos el nombre, y la educación mola, podemos criminalizar más fácilmente a aquellos y aquellas que no sintonizan con la propuesta, porque "¿Quién no quiere la educación de sus criaturas?"lo que dificulta mucho ubicarse en la crítica.

El sistema educativo genera cohesión social

Falso. En la medida que el modelo imperante es el de la individualización capitalista, y las metodologías predominantes son las basadas en los méritos y en la competitividad, estamos anulando la disposición empática de las personas y neutralizando la posibilidad de una socialización basada en el apoyo mutuo.

Tampoco hay ni siquiera la cohesión precaria de la igualdad, ya que el paso por el sistema educativo refuerza las desigualdades de partida, con un sesgo social definitivo en el fracaso.

Y si entramos en la dimensión sociológica, el sistema educativo sirve a la fragmentación social subordinando sus tiempos y espacios al mercado laboral y al sistema de empleo, conciliando el malestar de las criaturas,y maquillando su sufrimiento, con las exigencias del mercado de laboral, para que dicha disfunción social no tenga un efecto político de transformación social hacia la reconquista de la vida y al restablecimiento de vínculos con los niños y niñas.

La escuela no se habita, se está de paso todo el rato, porque no se puede vincular con lo ajeno, y esto supone una experiencia continuada de disociación que impide la conexión con las necesidades reales, y por tanto implica mutilación de la capacidad de socializar de unas y otras.

El sistema educativo cuida y protege a los niños

Falso. No solo no cuida sino que genera una práctica que desnaturaliza las necesidades de las criaturas, devolviendo a la sociedad, desde un lugar privilegiado (porque, supuestamente, algo sabrá de niños y niñas el magisterio) una realidad adulterada de la infancia.

Si la escuela hace compatible que se pueda aprender sin el cuerpo, que se pueda estar jornadas interminables fuera de casa y lejos de las adultas de referencia, si la desmotivación es una causa del fracaso y no su consecuencia, si la ansiedad de las criaturas se torna su estado normal, si la aceptamos que la educación es aceptar normas y crecer en marcos estructurados con elementos ajenos a la experiencia, y si todo eso conforma la infancia, tenemos una lucha pendiente incluso epistemológica.

Y en lo concreto. El sistema educativo protege... ¿De quién? ¿De las familias?,¿De los modelos de socialización alternativos?, ¿De la violencia y abusos hacia la infancia? ¿Del trabajo infantil? La respuesta a cada uno de estos interrogantes da para un artículo, pero algo falla cuando el sistema educativo integra muchas de esas violencias y criminaliza otras análogas que quedan fuera del beneplácito del sistema hegemónico. (¿Podemos entender los deberes como explotación infantil? ¿Podemos entender la ausencia de figuras de apego como abandono infantil?).

En todo caso, si la protección se torna en "denunciar" poco avanzamos, el sistema educativo asume también un rol de control y de derivación a los servicios sociales las cuestiones importantes (por que en la escuela se educa, no se cría) y por otro lado la protección efectiva adopta una forma carcelaria, regulando movilidad, en aulas, pasillos, y patios con rejas, y expedientes disciplinarios con los que atajar las prácticas de autoprotección de los niños y niñas.

El sistema educativo dibuja la esperanza de un mundo mejor

Falso. En primer lugar porque asfixiamos y lastramos la capacidad, de por sí precaria del sistema, con nuestras expectativas excesivas e infundadas. En segundo lugar porque nos inhibimos en la responsabilidad de transformación social de cada una al delegar en él, colapsándolo y recibiendo un rechazo reactivo hacia el resto de agentes sociales, y en tercer lugar, porque no somos conscientes de que cualquier elemento que entra en el sistema educativo empieza a participar de su lógica, y poco tarda en ponerse al servicio del modelo hegemónico.

La experiencia es que es tanto lo hemos depositado en estos 40 años en sistema educativo (y seguimos haciéndolo: Cualquier reto social, como la violencia machista, o la diversidad, o la convivencia multicultural, o el cambio climático queremos que se conviertan en asignaturas  ¿para?)y es tanto lo que condiciona nuestro día a día, que podemos hablar más bien de un modelo de colonización que de un modelo de liberación.

Colonización primero de nuestra infancia y también colonización de nuestras mentes.

En desescolarizar nuestras vidas está la única posibilidad de transformar en servicio público lo que sirve a lo ajeno, denunciando las violencias, sacando de la escuela toda la vida que podamos y generando alianzas con el sistema educativo sin renunciar a la autogestión de nuestra propia vida.

Y cómo se hace, pues como siempre...

Amplificando las experiencias de resistencia, denunciando la violencia, y con solidaridad con quien sufre en primera línea.

No es difícil solo implica enfocar la mirada. Todo el discurso anterior, que puede ser juzgado de paranoico y tendencioso, se torna simplemente descriptivo cuando se elabora desde la visión de un colectivo marginado por el modelo cultural hegemónico. Hay infinitas oportunidades.

Una de ellas, fundamental por lo que enriquece el discurso y señala las resistencias, es analizar el conflicto histórico del Pueblo Gitano con el sistema educativo. Da infinitas pistas de cómo poder transformarlo para devolvérselo a la gente, y sin embargo hacemos trabajo para mirar a otro lado construyendo muros camuflados en los modelos de "integración", "adaptación curricular", " atención a la diversidad", "transversalidad" y otros engendros educativos, que excepto por las profesionales honestas que ponen el cuerpo en las situaciones educativas y rinden su poder a la infancia, suponen reforzar la institución en aquellos lugares que el malestar de la falta de respeto erosiona.

Puestos a integrar, integremos las categorías de #Antigitanismo y de#RacismoInstitucional en el análisis de la pedagogía que impera en las aulas.

#YoTeCreoChavorrilo/a[1]

Y sí, por ahí va, solidaridad con quien sufre en primera línea

#YoTeCreoChavorrillo, creo que se te hace jugar en campo ajeno, creo que tus necesidades, tu identidad, tu proyecto personal y tu gente, no tiene cabida en tu día a día en el cole.

Creo que tu vivencia es frecuentemente de desamparo, creo que te castigan en tu enfado y en tu agobio. Creo que renuncien a enseñarte por sus prejuicios y por su racismo, creo que no saben diferenciar antigitanismo de marginación y creo que cuando te quieren ayudar lo hacen de manera paternalista, cuando lo que necesitas es solo que se te respete con todo lo que eres y traes.

Creo que te cueste encontrar aliadas, pero creo también que peleas por tu dignidad y que tu experiencia es necesaria en la construcción de un mundo mejor, así que gracias. Y creo que como mínimo te debemos solidaridad.

Y ojalá la creencia dé paso a la confianza, la confianza a la relación y la relación al encuentro, para que juntas podamos encontrar cómo hacer para recuperar lo público, para ponerlo al servicio de lo necesario en un ejercicio colectivo de antipedagogía y disidencia. 

[1] Hashtag creado por Silvia Agüero para dar voz a las violencias silenciadas hacia los niños y niñas gitanas en las aulas.

Más Noticias