Otras miradas

Berta Cáceres: dignidad y rebeldía

Aura Lolita Chávez

Conocí a Berta Cáceres cuando yo ya estaba vinculada a la defensa territorial con mi pueblo Maya K’iche’. Mi vida empezó en defensa de los derechos específicos, políticos, de las mujeres. Tras una invasión perversa de EEUU, de las invasiones de las empresas, de la guerra, del racismo profundo, de las desigualdades. Yo empecé con un grupo de mujeres, pero ya en la lucha de pueblo en defensa de los territorios. Así conocí a Berta. El vínculo directo que tuve con su vida fue por la situación de que los territorios donde estábamos estaban en pleno conflicto, territorios en disputa. No solo Berta, sino la lucha de su organización, COPINH, la lucha del pueblo Lenca, fueron referentes de dignidad y rebeldía. Ella me dio aliento en unos momentos claves de mi vida en que yo ya estaba siendo perseguida, yo ya estaba muy amenazada. Nos encontramos en varios lugares de Abya Yala, de América Latina, a través de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras y de otros movimientos territoriales. Después de cada encuentro, yo regresaba al Quiché con aliento de vida, muy motivada después de encontrarnos entre mujeres y decirnos: "No estás sola". Nunca pensé que tendría que salir y estar lejos de mi tierra durante mucho tiempo.

Con Berta nos unió la defensa del agua y de las montañas. Allí empezamos a reflexionar sobre la invasión de las empresas vinculadas a los bancos internacionales, las invasiones a través de las empresas, con el vínculo del Estado de Honduras y los bancos internacionales. Yo entendía muy poco de estos vínculos estructurales macroeconómicos, y ella me dio una gran luz. Lo indignante eran los patrones que se daban en los distintos lugares: en quiché, mi pueblo, se han silenciado los genocidios, la tierra arrasada... Ella decía lo mismo de Honduras, que no se escuchaba mucho y necesitábamos dar a conocer que los pueblos originarios estamos vivos.

Con Berta, lo que se ve, lo que se vio y lo que sé que se seguirá viendo, es que tiene un profundo vínculo con las cosmogonías. Escucharla a ella y saber de su legado ancestral es mágico: esa ancestralidad vive en nosotras. No hablamos de ella en el pasado. Nosotras hablamos de nuestro ‘cosmoser’ en el presente, que se vincula con la sabiduría ancestral de las historias y de las memorias. Eso es Berta. Antes del crimen, ese legado lo daba en las comunidades. Su vínculo era muy profundo con la sabiduría, la espiritualidad. Ahora que he ido a los territorios que ella había recorrido, sé que ella no hablaba de forma aislada ni de forma personalista. Ella tenía una profunda relación con su pueblo, su comunidad, su territorio, y también con otros territorios, una expresión profunda del internacionalismo.

El trabajo con la tierra, de la cerámica, la siembra, los árboles, las comunidades, la sabiduría ancestral, la relación con el agua, con el espíritu de las montañas... Todas esas convivencias con la expresión de la naturaleza son un gran valor de Berta y del pueblo lenca.

Berta tenía sueños. Tenía compromisos de transformación, de refundación del estado, compromisos feministas. Esas tareas están presentes en el aquí y el ahora. Su legado es ver cómo las agendas están marcadas por abismos: las agendas de las empresas vinculadas a gobiernos corruptos, narcoestados, violencia, militares, oligarquías mundiales, bancos mundiales, tienen un profundo vínculo con el patriarcado y con el neoliberalismo. No tienen nada que ver nuestras agendas, con los pactos como pueblos, los pactos de los movimientos feministas, de las comunidades. que estamos por la vida, por un vínculo profundo a la lucha por la justicia, por la dignificación de nuestro ser. Las agendas están muy claras. En los movimientos feministas, en los pueblos, necesitamos esa claridad de que tenemos nuestra agenda, Pero sabemos que hay planes de violencia contra nosotras. Hay planes de asesinato, de genocidio, de destrucción. Ese es el legado que nos deja la visión revolucionaria de Berta: la estrategia.

No nos quedaremos en el simplismo de simplemente llevar las estadísticas de las personas que son asesinadas por defender el agua o la tierra. Hay patrones en los territorios de cómo se dan las formas de perseguirnos. Van desde la estigmatización, la criminalización, la persecución, las expresiones de odio, hasta el asesinato. No tenemos que llegar hasta el asesinato: tenemos que parar estas acciones criminales en el camino. Y tener esa capacidad estratégica funcional activa, que nos permita entender que la lucha tiene que ser integral, y tenemos que parar cuanto antes las agresiones. Que yo esté viva, cuando había unos patrones de asesinato preparados para mí, es una señal. Lo que nos va a dar luz e inspiración es que las vidas sean liberadas de estas expresiones de crimen organizado.

Nuestra inspiración ante las tareas que deja Berta es la necesidad de articulación. Ella no sólo luchó por el pueblo lenca, sino que se vinculó con otros pueblos. Esa sería una tarea: hay vidas que se están salvando, y hay mucho más que se puede hacer. Si hablamos del camino de la justicia, ahora mismo en Bolivia, en Chile, hay expresiones de crímenes lesa humanidad, de tortura. En Guatemala, en México, en Argentina... En muchos territorios existe la violencia y la persecución. Digamos que no estamos solas. Sintamos la reciprocidad desde otros lugares. En todas partes existe la violencia y la persecución. Vinculémonos. Nosotras estamos en la línea frontal del ataque. En la defensa territorial. La última esperanza de la Humanidad somos los pueblos originarios vinculados con la tierra, que estamos luchando por que la Humanidad se vincule con la tierra, con la vida, con el agua. Para que nos vinculemos más con la vida que con el capital. Y hay muchas otras personas que pueden hacer muchas otras cosas. Organizaciones de justicia que se unen a la lucha. Medios de comunicación comprometidos que permitan que nuestra voz llegue a otros territorios. Y las luchas en contra de las empresas desde los lugares de origen de sus oligarquías, para que las empresas sepan que, en sus lugares de origen, quizá en Europa, se quiere vida en lugar de proyectos de muerte.

Querría decirles a las compañeras y compañeros de COPINH que no están solas, no están solos. A todas nos falta Berta. Cuando pensamos y sentimos en ella, se nos pone la piel de gallina, tenemos lágrimas en los ojos, nuestras voces se quiebran, tenemos un nudo en la garganta, pero sacamos fuerzas del cosmos. Quiero decirle a Berta que agradecemos tres veces su legado, como hacemos en mi pueblo. Agradecemos una vez por la vida. Agradecemos dos veces a la madre tierra porque nos sostiene. Agradecemos tres veces al cosmos. Porque no estamos solas, no estamos solos. Berta vive en nuestros caminos y es nuestra semilla hasta siempre.

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