Otras miradas

Solidaridad con Black Lives Matter: “En Siria hace mucho que no podemos respirar”

Leila Nachawati Rego

Los artistas sirios Aziz Asmar y Anis Hamdoun terminan un mural que representa a George Floyd, el afroamericano desarmado que murió mientras era arrestado por un oficial de policía de Minneapolis, en la ciudad de Binnish en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria.AFP/OMAR HAJ KADOUR
Los artistas sirios Aziz Asmar y Anis Hamdoun terminan un mural que representa a George Floyd, el afroamericano desarmado que murió mientras era arrestado por un oficial de policía de Minneapolis, en la ciudad de Binnish en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria.AFP/OMAR HAJ KADOUR

"No puedo respirar", se lee en el mural desplegado sobre un pequeño trozo de pared de lo que un día fue un edificio. Dos hombres acuclillados dan los últimos retoques a su creación: un grafiti que representa a George Floyd, el hombre afroamericano asfixiado por cuatro policías en Mineápolis el 25 de mayo. "No al racismo", se lee también junto al dibujo en colores pastel. A su alrededor, cascotes, un par de casetas de cemento y brotes de maleza entre las piedras de un barrio destruido.

Los artistas son Aziz Asmar y Anas Hamdoun, del pueblo de Binnish, en la provincia siria de Idlib, una de las más castigadas por bombardeos de la aviación del régimen sirio y su aliado ruso en los últimos años. Tras recibir la noticia de la muerte de Floyd, ambos se pusieron manos a la obra y en unas horas crearon su propio homenaje.

"Nuestro mural envía un doble mensaje", cuenta Aziz Asmar en entrevista telefónica. "Estamos en contra del racismo allá donde se dé, sobre todo si proviene de las instituciones y de quienes tienen la responsabilidad de proteger a la gente. Nos solidarizamos con quienes lo sufren porque la lucha contra el racismo es una causa humana, universal, que nos afecta a todos. Al mismo tiempo queremos llamar la atención a la asfixia que sufrimos en Siria. Aquí hace mucho que no podemos respirar".

"La asfixia es literal", señala Asmar, remitiendo al uso de armas químicas, perpetrado según la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas por el régimen sirio contra población civil. "El pueblo sirio lleva décadas sufriendo frente a la indiferencia del mundo, mientras los criminales siguen en el poder", añade.

La dimensión global de las protestas

El despliegue de solidaridad no es nuevo. Desde los inicios del levantamiento popular en marzo de 2011, diferentes manifestaciones artísticas y creativas han incidido en la dimensión internacional, global y humana de la lucha contra la dictadura en el país y en el resto de la región, conectándolas con las de otros contextos.

El ejemplo más popular de esa creatividad local que se proyecta a lo global es el pueblo de Kafranbel, en el noroeste de Idlib. El pequeño pueblo que resistió los ataques del régimen de Asad primero, de grupos extremistas con ISIS a la cabeza después, hasta caer a finales de 2018 de nuevo en manos del régimen, se convirtió en icono del proceso revolucionario con carteles y mensajes que enviaban un mensaje desde Siria al resto del mundo.

A la vez que representaban lo que se vivía en el país, los carteles expresaban solidaridad con las víctimas de sucesos tan diversos como el atentado de la maratón Boston o los de Bataclán en París, las masacres contra la población rohingya en Myanmar o los tiroteos en institutos en Estados Unidos. También con el movimiento "Black lives matter" y su "no puedo respirar" de 2014.

"No pretendemos comparar lo que ocurre aquí con lo que ocurre en otros lugares, como Estados Unidos", subraya Asmar. "La destrucción y la impunidad que hemos sufrido y que seguimos sufriendo la población siria no se debe banalizar, pero para nosotros es importante no perder de vista lo que le ocurre al resto de la humanidad".

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