Otras miradas

Junts gana en los despachos y en el último minuto

David Cid

Portavoz Parlamentario En Comú Podem

 El secretario general de Junts, Jordi Sánchez, conversa con Pere Aragonès, en una imagen de archivo. ACN

El secretario general de Junts, Jordi Sánchez, conversa con Pere Aragonès, en una imagen de archivo. ACN

Los resultados del pasado 14 de febrero alumbraron una doble mayoría. Una mayoría independentista, de 74 escaños y el 52% de los votos, y una mayoría de izquierdas menos mediática pero más amplia de  83 escaños y el 60% de los votos. Estamos, o estábamos, ya cuesta decirlo así, ante el Parlament más a la izquierda de la democracia.

En palabras incluso del propio candidato y parece que finalmente President, Pere Aragonès, se abría una posibilidad de cambio, de nuevas prioridades y de apertura de una nueva etapa posible y necesaria. Ante un gobierno roto y paralizado, no podíamos repetir un pacto de la resignación, el mismo gobierno de Junts y ERC, solo porque no tenían más remedio, y necesitábamos un gobierno de transformación. Ese gobierno de transformación, un gobierno de izquierdas ha sido la apuesta valiente y a veces en solitario de En Comú Podem.

Y más porque estamos en un momento clave en el que Catalunya debe afrontar la salida de la crisis sanitaria, la recuperación económica y hacer frente ahora de manera inexorable a la crisis ambiental y, cómo no, a la crisis territorial, a la fractura entre Catalunya y España.

Hace tan solo una semana ERC dijo basta a las exigencias de Junts, que no había asumido que perdió las elecciones, y se abrió a un posible acuerdo con En Comú Podem y a gobernar sin la derecha. Esa fue la única línea roja de los comunes, que la derecha catalana pasara a la oposición durante toda la legislatura. Si queremos abrir una nueva etapa, poner Catalunya en marcha, no se puede repetir el mismo gobierno. A ERC esta apuesta le duró literalmente cuatro días.

Finalmente el acuerdo alcanzado entre ERC y Junts, y sobre todo el reparto de las consejerías -y aún a falta de conocer la letra pequeña-, dibuja un gobierno donde las políticas claves para la recuperación económica y el cambio de modelo productivo quedarán en manos de los posconvergentes. Las cuatro palancas fundamentales de la época post pandemia, Economía y Fondos Europeos, Investigación y Universidades, Infraestructuras y Movilidad y Sanidad estarán en manos de Junts. A ello debemos añadir que, en un momento de fuerte crecimiento de las desigualdades y por tanto de las necesidades sociales, ellos gestionaran también las políticas sociales.

Son sin dudas malas noticias para el conjunto de la ciudadanía. En primer lugar los perfiles económicos de Junts, Tremosa, Canadell o Artadi, no han parado en los últimos meses de lanzar guiños a la política fiscal de Ayuso. Y tanto Tremosa como Canadell han pedido reiteradamente que España y Catalunya acudieran al Mecanismo Europeo de Estabilidad para pedir un préstamo con condiciones, aunque eso suponga directamente la vuelta de los hombres de negro y de la Troika.

En segundo lugar, en Universidades, los de Torra se resistieron hasta al final a la demanda estudiantil de reducción del 30% de las tasas universitarias (eran las más altas de todo el estado) que desde En Comú Podem conseguimos arrancar en el acuerdo de presupuestos del 2020.

En infraestructuras y planificación urbanística el gran proyecto del gobierno continuará siendo el Hard Rock, la construcción del mayor Casino de toda Europa, en una apuesta por el modelo turístico del siglo pasado, al mismo tiempo que la construcción de grandes infraestructuras viarias seguirá siendo una prioridad en plena emergencia climática. En políticas de vivienda, gestionadas ya hasta ahora por los de Puigdemont, la Generalitat está impulsando 0,25 viviendas de protección oficial por cada 1.000 habitantes, frente a las 3,15 viviendas por cada 1000 habitantes del Ayuntamiento de Barcelona. Es  decir, unas 12.5 veces menos que el Consistorio, aunque la competencia es del Gobierno catalán.

Finalmente, en Sanidad, los procesos de externalización, es decir, de privatización, que tímidamente parecía que se podían detener, pueden vivir una nueva aceleración. Basta recordar que el modelo Ayuso no es tan distinto al del consejero de Salut, Boi Ruiz, recordado aún tanto por sus recortes como por sus privatizaciones. De hecho, estos días los trabajadores de cuatro grandes hospitales catalanes están denunciando el proyecto para privatizar la gestión sanitaria de la esterilización del material de quirófanos.

Empieza al fin una nueva legislatura, pero tristemente con un gobierno de resignación. Había y hay alternativa, desde En Comú Podem no pararemos hasta hacerla posible, para construir un gobierno de presente y de futuro, ante un acuerdo que nace viejo y es del pasado. Junts salió derrotada en las urnas y dentro del independentismo. A pesar de ello, tendremos un gobierno tutelado por Borràs y Artadi, que no han asumido su derrota, al tiempo que ERC no ha creído en su victoria. Ha ganado en los despachos aquello que perdió en las urnas.

Y es que como dice nuestra jefa de prensa, la política catalana es un juego simple, 22 hombres persiguen la pelota durante 90 minutos (o 90 días) y, al final, siempre gana Convergència.

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