Otras miradas

Andalucía en su laberinto

Carmen Molina Cañadas

Coordinadora de Alianza Verde en Andalucía

Andalucía en su laberinto
06/12/18, La Plataforma 4D, integrada por SAT, CUT, Jaleo y AdA, entre otros colectivos, celebra la manifestación andaluza para conmemorar el 4 de diciembre y reclamar la soberanía para Andalucía.- Álex Cámara / Europa Press

En los últimos años, hemos regresado en Andalucía a menudo a la historia de cómo se fraguó la autonomía andaluza. Lo acontecido a poco de morir el dictador, y aún con la incertidumbre del camino que la sociedad española emprendería -asfixiada y entumecida por los largos y oscuros años de la dictadura-, fue una explosión de euforia, al adjudicarse la ciudadanía andaluza el protagonismo en su devenir histórico colectivo. Y queda así la icónica fecha del 4D señalada entre las efemérides mas relevantes de la historia andaluza en los difíciles y raros años de la transición española.

Y es que, no solo lo acontecido, sino también la interpretación que le otorgamos, nos suelen dar las claves del devenir posterior y marcan la historia común de los pueblos. Y así ha sido en esta tierra con este y otros hitos que han marcado nuestra memoria.

El 4 de diciembre ha sido reivindicado por partidos y organizaciones del nacionalismo andaluz que lo reclaman como Día Nacional de Andalucía, a pesar de no ser reconocido como fiesta oficial por el gobierno andaluz. Hay un andalucismo que define Andalucía como patria y como una realidad nacional que debe beneficiarse de una autonomía que, al parecer -según aseguran con frecuencia-, aún no disfruta plenamente, al subordinarse sus intereses a los de partidos centralistas que no tienen en cuenta los intereses del territorio.

Siempre a vueltas con los agravios comparativos entre territorios. Siempre a vueltas con eso de "mi interés frente al tuyo". Y un poco de eso también hubo después de ese 4D cuando se planteó el referéndum que nos habría de llevar a adquirir la autonomía por la vía rápida. Ya de partida era una perversión plantear el modelo territorial español, considerando que había unas 'nacionalidades históricas' y otras de menor rango, al considerar, sin duda de forma arbitraria, como 'históricas' a las autonomías que tenían un estatuto aprobado antes del estallido de la Guerra Civil, es decir, Galicia, País Vasco y Cataluña. En ese verano del 36 Andalucía se quedó en puertas de que se aprobase su Estatuto. Por tanto, catalogar a los territorios o regiones en base a arbitrariedad tal, ya nos puede dar alguna clave de la desigualdad territorial que desde entonces se ha ido imponiendo. De hecho, esas regiones privilegiadas entonces no querían igualdad porque preferían mantener el privilegio frente al resto.

La historia de los pueblos, y de Andalucía especialmente, por su condición mestiza que ha enriquecido su acervo cultural y patrimonial al ser cruce de culturas, no es la historia del nacionalismo. Quiero pensar que no lo es. Por eso, en aquella manifestación del 77 y cuando aún se estaba pergeñando el complejo encaje y la convivencia en la España de la Transición, se opuso con contundencia a la desigualdad que suponía el querer imponerle un acceso a la autonomía que reducía su aspiración de autogobierno a una descentralización administrativa a través de una suerte de agrupación de las diputaciones provinciales. A eso se opusieron la mayoría de los andaluces de entonces, con la gran manifestación, celebrada el 4 de diciembre de 1977.

Si nos vamos mas atrás en la historia, vemos que ya en 1933 se publicaron las bases de un Estatuto de Autonomía para Andalucía, que se esperaba fuese aprobado y entrase en vigor en el verano de 1936.  Se frustraron las aspiraciones de autogestión por el golpe de Estado del 36. El golpe acabó con los sueños de democracia, pluralidad y libertad que había animado la Segunda República y postergó la autonomía efectiva de los territorios que componían España durante mas de cuarenta años.

Transcurridos esos más de 40 años, lo que quedó pendiente había que resolverlo de manera distinta a como fue planteado por los protagonistas iniciales de la Transición, y las andaluzas salieron un 4D a manifestarse en las calles, contra una centralidad que quería imponer una autonomía descafeinada en territorios ¿no históricos?

La prensa en general, recogió la noticia con titulares del tenor: "día histórico de la reivindicación popular del legítimo derecho de Andalucía al autogobierno", "...la manifestación discurre en un ambiente de alegría y exaltación". Las proclamas no hablaban entonces de autonomía más plena o menos que la de Cataluña o País Vasco. Con el lema Libertad, Amnistía, Estatuto de Autonomía se inundaron las calles de banderas blanca y verde con un entusiasmo explosivo que quería dejar atrás los duros años precedentes.

Esa multitudinaria manifestación popular fue la que posibilitó que finalmente, el 28 de febrero de 1980, Andalucía naciera como realidad territorial e institucional tras manifestar en las urnas el deseo de alcanzar un gobierno propio, con las máximas competencias posibles, dentro del marco constitucional. Y sin verse obligada a acceder al autogobierno por la vía restrictiva del artículo 143 de la CE. Y así podemos concluir que, esa doble vía tan desigual de adquirir la autonomía (a través de dos procedimientos diferenciados, el del art. 143, lento y que limitaba las competencias que se podían asumir, o el 151, mas rápido y que garantizaba un poder político propio y un horizonte competencial mayor) amén de la consideración de determinados territorios como históricos, otorgándoles un tratamiento específico diferente al resto, sea una de las causas de que haya tal asimetría territorial hoy en el Estado español.

En ese día, se calculó un millón y medio de andaluces, que se movilizaron en las calles de ciudades andaluzas y en las calles de las urbes donde los andaluces habían emigrado. Había que acabar con el mito de que en Andalucía no existía un sentimiento compartido con voluntad de reivindicar instituciones de autogobierno. Existía pues, -y así lo demostró el 4D- un sujeto, el pueblo andaluz, que quería ser protagonista de su destino. Un sujeto andaluz en una España que, a duras penas salía de la profunda oscuridad del franquismo y exploraba los caminos de una democracia imperfecta.

Y no fue precisamente la fatalidad, sino el "nerviosismo policial" el que terminó en el asesinato de García Caparrós a manos de la policía durante la manifestación de Málaga. Las provocaciones de la extrema derecha no consiguieron romper el ritmo de las concentraciones, donde se agitaban banderas verdiblancas a dos años de la muerte del dictador, pero, la represión policial sí consiguió dar esa nota triste a una jornada que no pretendía serlo. Matándolo lo convirtieron en un héroe involuntario, mientras enarbolaba la bandera blanca y verde. Al régimen franquista aún le quedaban algunas violentas represiones y abusos que cometer.

Finalmente, el acceso a la autonomía de Andalucía no fue un proceso sencillo. Se accedió a la misma a través de un "151 manipulado", dado que no llegó a cumplirse la norma tal y como se diseñó en un principio. Necesitó la aprobación de otra Ley Orgánica, la 13/1980, dictada para "corregir" políticamente una Ley de Referéndum, en vigor en aquel entonces, que suponía una prueba difícilmente superable. De hecho, si hubiera seguido en vigor, no se hubiesen aprobado las reformas de Estatutos posteriores.

Este es pues, el origen de la actual "autonomía plena". En un mes de diciembre de un año aún preconstitucional, las manifestaciones dentro y fuera de las fronteras regionales en aquel 4D del 77, cuajaron finalmente en el Estatuto de Autonomía del 81.

El 4D no fue casual. el pueblo reivindicó democracia y descentralización. Una demanda social de autogobierno y sobre todo, equidad en el acceso al mismo. Básicamente, un federalismo republicano aún pendiente de conseguir.

Más Noticias