Otras miradas

Desmovilización en la izquierda en el nuevo ciclo electoral

Eduardo Bayón

El barómetro del CIS correspondiente al mes de enero confirma la desmovilización electoral de la izquierda española cuando nos adentramos en unos meses decisivos con las elecciones de Castilla y León el 13 de febrero y la más que hipotética convocatoria de comicios en Andalucía para la próxima primavera.

La fatiga pandémica se une a una desafección que sigue presente en la vida pública del país y que empieza a afectar seriamente al bloque de la izquierda. Los dos partidos del Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, pierden dos puntos cada uno en intención directa de voto —dato bruto proporcionado por los encuestados—, según la encuesta del CIS. Se colocan así en un 19,8% y 8,7%, respectivamente.

Un retroceso al que le acompaña la tasa de fidelidad baja de ambas formaciones. A los socialistas les votaría el 65,8% de quienes lo hicieron en noviembre de 2019. En el caso de la formación morada, la cifra desciende hasta el 61,5%. A esto se suma la alta transferencia de las dos fuerzas políticas hacia abstencionistas e indecisos —el PSOE perdería el 17,9% de su electorado, mientras que Unidas Podemos haría lo propio con el 17,7%—.

En el caso de la derecha, el 15,3% del electorado del PP se iría a la abstención o no sabría a quién votar, mientras que el 12,9% optaría por Vox, volviendo así a evidenciar la tensión competitiva existente entre ambas formaciones. En esta ocasión se salda de forma positiva para los de Santiago Abascal —solo el 8,8% de votantes de Vox escogerían al PP en unas hipotéticas elecciones—.

Estos datos reflejan los problemas de liderazgo de Pablo Casado, quien no solo no es capaz de mejorar las estimaciones de su partido, sino que, además, sigue contando con bajas valoraciones, incluso entre sus votantes. De ellos, un 11%  preferiría que Abascal fuese el presidente del Gobierno antes que el propio líder popular.

En este punto, al Partido Socialista le surge el habitual dilema. Optar por una estrategia que le ubique en el centro-izquierda o remarcar su perfil izquierdista. El contexto se antoja particularmente difícil, con dos elecciones autonómicas en este semestre en las que puede consumar nuevas derrotas y con el espacio de Unidas Podemos en reconfiguración a la espera de la nueva plataforma de Yolanda Díaz.

Los incentivos para desplazarse hacia la derecha están presentes. En mayo de 2021 en las elecciones madrileñas, los socialistas perdieron un 9% de votantes a favor del PP. Ahora, según el CIS, el PSOE vería cómo más votantes les abandonan por PP, Vox y Cs (5%) de los que se van a UP (2,8%). Y sin capacidad para captar votantes de Ciudadanos —solo el 2,1% del electorado naranja se decantaría por los socialistas—, el objetivo del PSOE pasa por volver a conectar sus votantes a través del impulso de las políticas públicas con las que llegó al Gobierno, cuando empiezan a aflorar síntomas de desgaste.

En lo que se refiere a la pugna del PSOE con Díaz, esta vuelve a mostrar el buen momento en el que se encuentra su figura. La Ministra de Trabajo sigue siendo la líder política mejor valorada por los ciudadanos con un 4,82 —casi medio punto más que Sánchez (4,34)—. Se mantiene así como segunda opción preferida para ocupar la Presidencia del Gobierno. Esta tensión competitiva se nota especialmente en esta variable, en la que Díaz es la opción preferida para dirigir el Ejecutivo por encima del actual presidente para un 18,7% de los votantes socialistas.

Con los datos expuestos se muestra un escenario de repliegue para las formaciones de la izquierda de nuestro país. A unos les urge volver a conectar con su electorado, a los otros lanzar un nuevo proyecto político que sirva de impulso electoral. Que lo consigan dependerá de si España sigue manteniendo un Gobierno progresista.

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