Parece que 2022 puede ser el año en el que nos demos cuenta de que realmente lo tenemos todo, que podemos ser capaces de modificar nuestro futuro, el de nuestro barrio, nuestra ciudad y el de nuestro país.
Después de los lamentables años 2020 y 2021 marcados por las diferentes intensidades de la pandemia que en España han producido del orden de unas 100 mil personas muertas entre 2020 y 2021, parece que es tiempo de afrontar el desánimo que ha afectado a una parte importante de la sociedad española y en especial a los jóvenes, particularmente la Generación Z, entre 16 y 23 años, son los que manifiestan sentirse más pesimistas a raíz de la situación provocada por la covid-19.
Por ello parece que es hora de afrontar el aislamiento al que nos han sometido los diferentes confinamientos y normas más o menos estrictas de aislamiento y que en el caso de los más afortunados que tenían acceso a internet es hora de apagar los ordenadores, las tabletas, los móviles y de salir a la calle y de volver a relacionarse con la gente de una forma mucho más humana y cercana. Por ello parece que ya es el tiempo de salir de casa, de asistir a más conciertos, teatros, de más música en directo, de quedar más con los amigos, y mirar a los ojos a la gente, a los árboles, a los bosques, al mar, a los paisajes. También es tiempo de darle al cuidado de los menores, enfermos y mayores la función central que tiene en nuestras vidas y de reconocerlo que lo que nos hace plenamente humanos.
Es hora de quitarnos de encima esta pandemia de una vez, de la forma más inteligente posible.
Y de solucionar una serie de temas que llevamos como losas en los últimos decenios y que este 2022 siguen gravitando sobre nuestro futuro, por una parte, los elevados precios de la luz y de la energía que se han disparado estos meses. Los ciudadanos y las empresas siguen sufriendo por ello, como los que más pagan en Europa por los mismos servicios. Mientras las compañías eléctricas y energéticas siguen acumulando beneficios año tras año y se agudizan y hacen estructurales problemas como la pobreza energética. Hay que solucionar de una vez, sí o sí, el precio de la luz y la pobreza energética. Hay que hacer que la transición energética a las renovables no la controlen las empresas dominantes que obtuvieron grandes beneficios en la etapa anterior porque se frenaría dicha transición y volverían a perjudicarse los consumidores, debe revertir vía precios y beneficios a todos los consumidores.
Es hora de que las decisiones se tomen de forma más democrática, es hora de asambleas climáticas vinculantes que decidan sobre las complicadísimas decisiones que tenemos que tomar en estos próximos años, y que no las tomen elites con escasa legitimidad, sino que sea el conjunto de la población la que decida sobre cómo encarar la emergencia climática, en temas tales como el reparto de las ayudas a las empresas o los fondos next generation.
La desigualdad económica y la pobreza severa que se ha visto exacerbada con la pandemia también es hora de solucionarla. Vemos como se ha cronificado, y como la pandemia golpea más a los hogares de bajos ingresos y aumenta la brecha en la sociedad española, que ya llegó a la crisis como una de las menos equitativas de Europa a pesar de actuaciones positivas como la aplicación de los ERTE, la prohibición de despidos, el Ingreso Mínimo Vital y el acuerdo alcanzado en la UE sobre el Fondo de Recuperación. Y sin embargo no se ha logrado establecer un sistema eficaz para que las ayudas lleguen a los colectivos más necesitados. España debe mejorar la coordinación de las políticas sociales para elevar la efectividad del gasto público. Otro tema a solucionar es la conservación de la biodiversidad, año tras año siguen los mismos amenazas como el aumento de nitratos en los suelos, la falta de gestión de los espacios protegidos, la falta de control y vigilancia, los incendios forestales que este año han vuelto a afectar a más de 75.000 hectáreas, una parte de ellas protegidas mientras no se diseñan cosas tan simples como ecoductos para que las infraestructuras no afecten a las especies emblemáticas o se sigue permitiendo la caza incluso en zonas protegidas. Es hora de apostar por la biodiversidad.
Otra cuestión que hay que afrontar de una vez es el problema del agua en un año de sequía, la cuenca del Guadalquivir, en situación crítica, con los embalses al 26% y donde ya hay muchos problemas puntuales de abastecimiento de la población, mientras se han incrementado de una forma paulatina las superficies de regadíos. Es evidente que no se pueden aumentar los regadíos de una forma constante y que se va a producir esta colisión, especialmente en un clima mediterráneo, donde se producen de una forma periódica sequías como la que probablemente va a caracterizar 2022.
Existen muchos más problemas como los relacionados con la movilidad en las ciudades y donde ya se registran datos de contaminación muy parecidos a los anteriores. La solución implica moverse de una forma más sostenible, coger la bici, usar transporte público más barato y accesible, etc. El teletrabajo, en este sentido, es evidentemente una solución. No se entiende cómo no se ha implantado después del aprendizaje de la pandemia.
El tema de la alimentación también es necesario abordarlo, con productos de proximidad, de por ejemplo, reducir el consumo de carne, ya que somos uno de los países con mayor tasa de consumo de la UE, según los datos más actualizados de la FAO de 2018, España es el país de la Unión Europea que dispone de más kilogramos de carne per cápita al año, 98,79 kilos. Justo después se encuentran Portugal (94,68), Polonia (88,48) y Austria (86,59). Por lo que es imprescindible comer más sano, lo que implica también cambios de comportamiento como el aumento del deporte y trabajar desde casa si se puede. Por otra parte, es necesario tomar decisiones basadas en la ciencia y someter a evaluación las políticas públicas, las actuaciones y decisiones de nuestros gobernantes, de acabar con la impunidad, de exigir responsabilidades y
rendición de cuentas.
Sabemos que se han incrementado las temperaturas en todo el planeta y que cada vez hay más fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, olas de calor, incendios forestales por lo que debemos adaptarnos sí o sí a esta nueva realidad.
Es por supuesto el momento de buscar un futuro más sostenible, con menor desigualdad y más seguro para todos.
A pesar de todos estos retos parece evidente que realmente lo tenemos todo, como para encararlos y salir victoriosos de éstos, de esta complicada situación. . . 2022 puede ser el año de la rebelión. Miremos arriba. Hagámoslo real.
Comentarios
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