Otras miradas

Falta de respeto al barrio de Entrevías

Juan Vicente Córdoba

Director de cine

Falta de respeto al barrio de Entrevías
Juan Vicente Córdoba, director de cine, en el colegio cuando era niño.- CEDIDA POR EL AUTOR

Dice el personaje Tirso Abantos interpretado por José Coronado, protagonista de la serie de ficción televisiva 'Entrevías' emitida en Tele 5: "No te confundas, hijos de puta los hay de todos los colores y todos acaban en Entrevías".

La conclusión de esta rimbombante frase contiene un mensaje que un joven del País Vasco o de León o de Almería o de un pueblo de Cáceres, tras ver la serie, pueda llevarle a pensar que las palabras de José Coronado, reconocido y famoso actor, conllevan una certeza porque, hete aquí, la serie se titula como el topónimo de un barrio real que existe en Madrid.

Y también puede suceder que cualquiera de esos jóvenes cuando un día se pudieran encontrar en un parque o en una discoteca o en un instituto con una joven del barrio de Entrevías, tras conocer su procedencia, la pudieran repudiar y marginar por ‘vivir en un barrio lleno de hijos de puta y rodeado de prostitutas, yonquis, bandas latinas y vecinos que llevan pistola'.

Tamaña causalidad se puede llegar a producir porque los creadores de la citada serie de ficción, rodada durante varios meses en el barrio de Entrevías, han tenido el capricho de titularla con el nombre propio del barrio Entrevías, inventándose en sus tramas un barrio ficticio repleto de delincuencia, prostitución, tiros, policías corruptos, podredumbre y miseria moral donde viven los deshechos de la sociedad. Como si todavía necesitáramos dividir el mundo en buenos y malos y adjudicamos la maldad a los pobres y barrios obreros porque su estética es barata y simple. Hoja de ruta de un guion donde sus creadores y guionistas han marcado a José Coronado, el protagonista, y al resto del reparto que, solo en el primer capítulo, verbalicen y actúen frases y expresiones como lugar "podrido", "barrio de mierda", "ecosistema de mierda" o la susodicha "No te confundas, hijos de puta los hay de todos los colores y todos acaban en Entrevías", sin detenerse a pensar, ninguno de ellos, en sus consecuencias. ¿Qué poso queda en el espectador? Entrevías y sus vecinos, ¿son una lacra social? ¿Un lugar inmundo y peligroso que nunca pisar?

Puede parecer que esta reflexión sea ir demasiado lejos, que sea tener la piel demasiado fina pero intentaré explicar que de eso ‘nanay de la China’.  Empecemos. Según datos de 2019, el distrito más peligroso de la capital es el Centro, que acumula 2.000 detenciones al año, le siguen el de Carabanchel y, sorprendente, el de Salamanca en tercer puesto. Aunque Entrevías sí es uno de los barrios con la renta media más baja de Madrid y con una gran tasa de abandono escolar, no se encuentra entre las más peligrosas de la ciudad.

Sigamos. En los años 50 del siglo pasado, ya el distrito de Vallecas y el barrio de Entrevías sufrieron la marginación y la estigmatización de algunos ciudadanos de Madrid. Mi padre siempre recuerda cuando cogía un taxi en el centro de Madrid e indicaba al taxista que su destino era Vallecas o Entrevías no le querían llevar y no le dejaban subir. A primeros de los años 70, siendo adolescente, sufrí en carne propia esa marginación, esa vergüenza interna que llevábamos como si fuera roña, que no te sacas ni con el estropajo, por la pertenencia a Entrevías.

Cuando otros jóvenes de otros barrios del Centro nos preguntaban: "¿Y tú de qué barrio eres? O se nos ponía la cara roja como un tomate e intentábamos esquivar la respuesta o preferíamos decir que éramos de Vallecas, incluso antes que de Entrevías. ¿Por qué ese estigma? Si Entrevías era un barrio con honor, mi familia y los vecinos personas trabajadoras y muy dignas y con uno de los porcentajes de delincuencia más bajos de la ciudad. ¿Qué llevábamos tatuado en la piel para sufrir esa deshonra? ¿Nuestro origen de barrio de chabolas? ¿Era porque éramos pobres y la procedencia de nuestros padres y abuelos provenía de la España rural, del campo, ese trasvase del pueblo a la ciudad en aquel proceso de inmigración de los años 50 y 60? ¿Por qué tuvimos que llegar a los descampados de la gran ciudad y aposentarnos en chabolas construidas con nuestras propias manos y vivir muchos años entre el barro, sin luz ni agua, buscando un futuro mejor?

La falta de recursos hace que los que sí tienen desconfíen de ellos porque piensan que desean lo que poseen y se lo quieren quitar. Una conclusión muy simple y poco inteligente. Quizás lo que no saben los ricos es que los pobres se saben ricos en sus cualidades humanas como generosidad, tolerancia, compromiso vecinal. Hay muchos ‘otros sabios’ que no han podido estudiar pero, como decía mi madre, la vida es una universidad y ellos se han doctorado en ella.

Cuántos años de asociacionismo vecinal y de reivindicación en la calle nos costó a los ‘otros madrileños’ darle la vuelta a la tortilla y cambiar nuestra vituperada imagen en una foto radiante de barrio con grandes valores sociales, referente de solidaridad y lucha por la justicia y las libertades. Toda España empezó a oír los nombres de Vallecas, Entrevías y el Pozo del Tío Raimundo ligados a la realización de grandes causas humanas y empezaron a respetarlos y a quererlos.

Desde aquellos años hasta la actualidad, la transformación ha sido imparable. Emil Ciorán vaticinó "El futuro pertenece a las barriadas periféricas del globo". Hoy en día la mayoría de los jóvenes de los barrios de la periferia sienten con orgullo su procedencia. El ‘Yo soy de mi barrio’ se ha convertido   en un lema en los videoclips de cantantes de trap, rap y reggaetón que predican los jóvenes. Lo que ha dado lugar a esa expresión informal denominada ‘barrionalismo’ como una manera de definir y defender la propia identidad y pertenencia a un barrio desde algo parecido a una forma de patriotismo. El barrio como fuente de identidad individual y colectiva (Diccionario de las periferias. Métodos y saberes autónomos desde los barrios, editado por Traficantes de Sueños).

Y me pregunto si todos los avances sociales conseguidos sudando sangre para no ser ‘carne picá’ no se irán por el desagüe porque los creadores y productores de la serie ‘Entrevías’ estén induciendo a que Entrevías y, por ende, Vallecas regresen a esa época obscura de los 50, de los 60 y de los 70 donde se maltrataba a sus vecinos. La escritora Almudena Grandes escribía en su novela ‘Los besos en el pan’: "En España, hasta hace treinta años, los hijos heredaban la pobreza, pero también la dignidad de sus padres, una manera de ser pobres sin sentirse humillados, sin dejar de ser dignos ni de luchar por el futuro".

Según el último informe 2021 del Ayuntamiento de Madrid, en el Distrito de Puente de Vallecas, viven 239.057 vecinos repartidos en seis barrios con una renta per cápita media de 24.687 euros al año, la más baja de la capital. Uno de esos seis barrios es Entrevías en cuyas calles yo he nacido y vive mi familia y adonde allá por el año 1928, cuando aún se llamaba Poblado Dirigido de Entrevías, llegaron mis abuelos maternos procedentes de Algora (Guadalajara) buscando una vida mejor. Entrevías es un barrio de clase obrera, honesto y muy trabajador. Nos sentimos muy orgullosos de que El Parlamento Europeo premiara la labor de la Red de Solidaridad Vecinal Somos Tribu VK de Vallecas con el galardón ‘Ciudadano Europeo 2020’ por la importancia a nivel social durante la pandemia para ayudar a los más vulnerables del distrito de Puente de Vallecas. Nos sentimos muy orgullosos de nuestro centro pastoral San Carlos Borromeo, antigua parroquia, la iglesia roja de Entrevías, y su labor de ayuda a la gente con problemas, en particular los relacionados con la droga con el apoyo al colectivo ‘Madres contra la Droga’ y a los jóvenes e inmigrantes con riesgo de exclusión social. Nos sentimos muy orgullosos de ese espíritu solidario de los vecinos cuando se echan a la calle y organizan manifestaciones contra las casas de apuestas y contra cualquier otra injusticia.

En Entrevías hay cientos de historias por contar sobre personas que caminan sin hacer ruido intentando conciliar dentro de ellos el caos emocional producido por el sentimiento contradictorio de amor al barrio y a la vez de dolor por su existencia, que se equivocan a veces con las personas que tienen cerca y, sin embargo, aciertan de vez en cuando tres números en la ‘primitiva’, que se deprimen cuando se ven incapaces de resolver los problemas que la vida les pone por delante y no tienen pelas para pagarse el terapeuta. Historias de hombres y mujeres que se inventan un amor y que sufren de amor cuando están solos, que se acuestan cada noche esperando que el mañana sea un poco mejor que el ahora mismo, que sueñan con ardor escapar para acceder a los lujos, la opulencia y el cosmopolitismo. Historias sobre hijos del agobio y el deseo, ángeles y diablos, mezcla de bondad y malicia, torpeza y sagacidad, ternura y rudeza, generosidad y ruindad, fortaleza y debilidad, sentimentales y almas de cántaro, inocentes y taimados, honestos y mendaces, rebeldes y sumisos, valientes y cobardes, sobre los que sobrevuelan arraigadas herencias culturales como el machismo, el racismo, la violencia conyugal y la intolerancia, y venenosas taras sociales como el paro, la marginación, el fracaso escolar y la pobreza, pero que aún manejan desusados valores como conciencia de clase, solidaridad, dignidad y lealtad.

Aitor Gabilondo, productor de ALEA MEDIA Producciones y creador de la serie junto a David Bermejo, es sobrino de Iñaki Gabilondo y Ángel Gabilondo, dos ilustres ciudadanos y bellas personas. Sus grandes valores humanos están contrastados. Vienen de una familia humilde de carniceros de San Sebastián. El padre de Aitor también era carnicero y el propio Aitor ejerció de carnicero antes de llegar a ser lo que es hoy. ¿Por qué Aitor Gabilondo no ha situado y titulado la serie como el barrio de su infancia en la parte vieja de Donostia? ¿O, titulado, por ejemplo, ‘Churruca’, nombre de la calle dónde vivían? ¿O ‘La Bretxa’, el mercado donde su padre tenía la carnicería y el propio Aitor trabajaba? ¿Y qué tal haberla titulado ‘Chamartín’ o ‘Prosperidad’, barrios entre los que está radicada su productora Alea Media en la Avda. Alfonso XIII? Yo me pregunto, ¿aunque fuera una ficción televisiva estarían contentos sus familiares y vecinos de que les hubiera tachado de hijos de puta por vivir allí?

Desde Telecinco señalan que ‘Entrevías’ es un nombre ficticio. ¿Por qué no Centro o Carabanchel o Salamanca, si son los distritos más peligrosos? ¿Por qué Entrevías, uno de los menos? Que fácil haber titulado a la serie con el nombre de un barrio imaginario para que sus vecinos no se sintieran atacados ni se hubieran sentido afectados como se ha hecho tantas veces.

Utilizar su nombre para vejar y degradar su imagen y la de sus vecinos a escala nacional sólo con el fin de ganar dinero con un audiovisual es una falta de compromiso con una sociedad libre y más justa.

Esta serie representa al poder pisoteando las clases más populares que no tienen los suficientes medios para reaccionar y plantarles cara porque adolecen de recursos económicos que dificultan a sus asociaciones de vecinos confeccionar un elaborado montaje con estrategias de defensas. Es la historia oficial de la España más carpetovetónica, la del empresario que por su status cree que está por encima del bien y del mal y que puede sacar tajada a costa de pasar por encima de la gente más desfavorecida poniéndoles en el disparadero. ¿Por qué hoy nadie se atrevería a decir "Todos los negros son unos hijos de puta" o "Todas las mujeres son unas hijas de puta"? Porque unos y otros, hoy en día, son colectivos que están en el punto de mira y nadie puede sobrepasarse con ellos. Y por la misma regla de tres, en la frase de José Coronado también subyace que ‘Son unos hijos de puta los policías de la Comisaría de Entrevías’ y también ‘Son unos hijos de puta todos los políticos que conviven en la Asamblea de Madrid en Entrevías’. No sé la gracia que le habrá hecho la serie al Cuerpo de Policía de Vallecas y de Entrevías o a los políticos de la Asamblea de Madrid que comen casi a diario en los restaurantes de Entrevías, de Palomeras o del Pozo del Tío Raimundo. Si arreamos, arreemos para todos.

¿Por qué aún el Código Penal permite que se puedan decir y realizar barbaridades que atentan contra el honor y la dignidad de un barrio honesto que le van a causar un daño irreparable? "Los delitos contra el honor son la injuria, la calumnia y la difamación, regulados en los artículos 130º, 131º y 132º del Código Penal. Delito grave es, por ejemplo, cuando son difundidos de manera pública. En este caso, el propietario del medio de comunicación es solidariamente responsable con el acusado".

Pero el Código Penal solo admite querellas cuando van dirigidas a personas físicas y no jurídicas. El delito de honor contra un barrio no está tipificado.  Libertad de expresión versus delito de injurias: "Pues bien, cierto es que todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión, y que tratar de limitarla o anularla es simplemente un atropello a un derecho fundamental recogido en el Art. 19 de la Declaración de derechos Humanos. Poder opinar no puede estar en duda, y este derecho fundamental no consiste única y exclusivamente en manifestar pensamientos e ideas, sino que también comprende la crítica de la conducta del otro (incluso la crítica molesta, acerba o hiriente y pueda molestar a aquél contra el que se dirige), pues así lo requieren el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no existe una sociedad democrática. No obstante, lo que la libertad de expresión no permite, según nuestra doctrina constitucional, es el uso de apelativos vejatorios utilizados con fines de menosprecio". Blanco y en botella.

Pero el daño que puede causar la serie ‘Entrevías’ no solo tiene derivaciones sociales y éticas si no también económicas. En tiempos de pandemia, con todo lo que se ha sufrido en el barrio, ahora intentando salir a flote como se puede, la emisión de la serie es un mazazo a los comerciantes, a la venta legal de pisos, a los colegios, etc., que se van a ver afectados por la mala imagen que la serie desprende del barrio. Mucha gente ya no va a querer venir a vivir al barrio, a comprar, a los colegios, ni incluso de visita al parque con unas de las vistas panorámicas más impresionantes de la ciudad. ¿Quién paga esta impunidad?

¿Qué tiene que decir el Alcalde de Madrid sobre este atropello y la ruina económica que puede suponer para los autónomos y pequeños empresarios de los comercios? ¿Qué tiene que decir el Partido Socialista o Ciudadanos o Más Madrid o el Grupo Mixto en el Ayuntamiento de Madrid? Todos ellos tienen la responsabilidad y el deber de defender la imagen de Madrid, la de sus 21 distritos, la de sus barrios y la de sus vecinos.

Después de las primeras quejas y del ruido armado por el barrio en los medios y las redes sociales, hace unos días, Alea Media y Mediaset atendieron una petición de encuentro formulado por las asociaciones de vecinos de Entrevías aviniéndose a reunirse. El acuerdo fue incluir un mensaje que reza así "Los personajes, lugares y hechos retratados en esta serie son completamente ficticios y no tienen nada que ver con la realidad del barrio madrileño de Entrevías". Pero una vez más, los vecinos del barrio se sienten tratados chapuceramente ya que el rótulo que aparece sale muy rápido y no da tiempo a que se pueda leer. Además, es difuso con el color y no se ve bien. Y en vez de hacer una edición para que aparezca tras el rótulo de la serie, que poco hubiera costado hacerlo en deferencia al daño que están realizando, lo editan por separado del inicio de la serie. Vamos, que no sirve para nada como mensaje al espectador porque no se puede leer y aparece antes de que la audiencia se siente en el sillón.

Por suerte, en el audiovisual, medio en el que trabajo, hay un porcentaje altísimo de compañeros y compañeras, brillantes y dignos profesionales, con ética y deontología profesional, ese código no escrito, que lo demuestran día a día con la realización de películas y series excelentes. El último ejemplo ha sido la directora Carla Simón y su película ‘Alcàrras’, nombre de un pueblo de la provincia de Lleida, que ha sido la ganadora recientemente del Oso de Oro del Festival de Cine Internacional de Berlín y que visibiliza la precarización y resistencia de su modo de vida agrícola.

Los vecinos de Alcàrras, orgullosos, se echaron a la calle y celebraron el gran premio obtenido exclamando "Hemos ganado un premio internacional por una película que se llama Alcàrras, se grabó aquí y homenajea a nuestros agricultores. Está muy bien que enseñe nuestra realidad". La película de Carla Simón pone el foco en el payés de Alcárras un oficio que se está acabando y que está viviendo una transformación. Habla de lo que implica para una familia payesa la intención del terrateniente propietario de la tierra de cambiar los árboles por unas placas de energía solar.

Aitor Gabilondo dijo en una entrevista: "Me he arrepentido muchas veces de haber hecho ‘Patria’ por la utilización que se le ha querido dar".  ¿Se va a arrepentir también de haber creado y producido la serie ‘Entrevías’ por la utilización que le estamos dando los vecinos echándonos a la calle en defensa de nuestro honor y la imagen de nuestro barrio?

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