Otras miradas

La honesta mirada de Sylvain Julienne

V. Montserrat Moreda García

Oficina da Memoria Fronteira Infinda

José Manuel Peláez Ropero

Oficina da Memoria Fronteira Infinda / Centro de Estudos de Comunicação e Sociedade da Universidade do Minho

La honesta mirada de Sylvain Julienne
Fotografía 1. Sylvain Julienne en Santiago durante el golpe de Estado en Chile (19/9/1973).- Chas Gerretsen

La búsqueda de imágenes sobre la huelga general de Vigo de septiembre de 1972 acabará conduciendo a los autores a documentar la presencia del fotoperiodista francés Sylvain Julienne en la ciudad gallega durante aquellas decisivas jornadas.

"En mi vida, la fotografía ha sido mi particular alfombra mágica" (Sylvain Julienne) 

Vigo, 6 de septiembre de 1972. Ese día, el comité de empresa de Citroën Hispania reivindica la jornada de 44 horas en la negociación del convenio colectivo y convoca un paro en la factoría viguesa. La respuesta de la empresa tres días más tarde – que se salda con el despido de cinco trabajadores y la apertura de expediente a otros cuatro sindicalistas – provoca una ola de solidaridad en toda la ciudad, que durante las siguientes dos semanas se convertirá en un campo de batalla entre manifestantes y fuerzas del orden y en el epicentro de un desafío sindical y político al régimen franquista – tal y como recogerá el editorial del diario francés  Le Monde del día 20 – que atraerá la atención de periodistas de todo el mundo.

Coincidiendo con el cincuenta aniversario de aquella histórica huelga, y junto a un amplio programa de actividades, la comisión VIGO, SETEMBRO DE 1972, 50 ANIVERSARIO decidió poner en marcha una campaña de recopilación y difusión de todos los documentos relacionados con aquellos hechos, con el fin de homenajear a sus protagonistas y reclamar su espíritu reivindicativo, emocionado y resistente para la memoria antifranquista viguesa. Por ese motivo, nos sentimos especialmente satisfechos porque desde ese comité, y en nuestra calidad de miembros de la Oficina da Memoria Fronteira Infinda, se nos hiciera llegar una invitación para participar en el volcado conjunto de todas las fuentes fotográficas y audiovisuales que recogen y preservan lo ocurrido durante esos días.

Censura y apagón informativo

Una de las cuestiones que más sorprende al investigador que decide acercarse al estudio de la huelga es la ausencia de imágenes sobre la misma.  De hecho, es algo con lo que han tenido que lidiar los periodistas, historiadores y creadores que han abordado estos hechos desde perspectivas muy diferentes, incluido el propio Roi Cagiao, director del aplaudido documental Vigo 1972., estrenado en 2017.

La honesta mirada de Sylvain Julienne
Fotografía 2. Panorámica de la fábrica de Citroën Hispania de Vigo en 1975.- Archivo Gráfico de PSA Peugeot Citroën

La cuestión no es baladí. En 1972, el entonces ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, decidió hacer uso de todo el arsenal que le permitía la legislación informativa de la dictadura para silenciar la huelga. Ya lo había hecho un año antes con el cierre del diario Madrid, en marzo de 1972, con el tratamiento de la brutal represión policial de los huelguistas de O Ferrol – que se saldó con dos muertos y decenas de heridos, detenidos y represaliados- y ahora, de nuevo, en Vigo, donde la represión del régimen provocaría el despido de más de seis mil personas -cifra reducida finalmente a cuatrocientas- junto a centenares de detenidos, torturados y procesados. La Ley de Prensa e Imprenta de 1966 – una creación de Manuel Fraga que pretendía dulcificar la legislación fascista de 1938, inspirada por el cuñadísimo filonazi Ramón Serrano Suñer, y asegurar la continuidad del régimen, propiciándole cierta credibilidad en la escena internacional, especialmente entre las vecinas democracias europeas – permitía aplicar todo el peso de las leyes franquistas sobre aquellos periodistas que escribieran o publicaran sobre temáticas o cuestiones contrarias a los principios fundamentales del Movimiento y al ordenamiento jurídico de la dictadura.

Con este propósito, después de la indecisión de los primeros días, y en virtud del tratamiento que la huelga venía recibiendo en diferentes medios extranjeros – Sánchez Bella optó por decretar el apagón informativo sobre los sucesos de Vigo. Haciendo uso de la amplia capacidad censora prevista en la Ley Fraga, se restringió la capacidad de movimientos de los periodistas y corresponsales extranjeros, se moduló el tratamiento del conflicto en la prensa nacional – presentado como un problema de orden público y en ningún momento como un desafío sindical y obrero a la legitimidad del propio régimen- y se optó por una campaña de apoyo a las autoridades desde los medios privados afines, en la que se destacó, de manera entusiasta, el afán europeísta de la dictadura y de la sociedad española, con el objetivo de deslegitimar a los huelguistas vigueses y a quienes los apoyaban no sólo ante la opinión pública nacional, sino también ante la europea.

En este contexto, resulta lógico que se intentara impedir por todos los medios la realización y publicación de cualquier tipo de imágenes. Como sabemos, desde su invención, la fotografía se reveló como un medio imprescindible para informar sobre los acontecimientos. Con la transición de la fotografía documental al fotoperiodismo, tras la Primera Guerra Mundial, la fotografía se convirtió en verdadero testimonio periodístico, relato, en un medio de lucha para defender ideas y ponerse al servicio de una causa, tal y como nos recuerda el fotógrafo e historiador francés Jean–Pierre Amar en su afamado estudio sobre la historia del fotoperiodismo. Desde esta perspectiva, al impedir la difusión de cualquier imagen sobre lo sucedido en Vigo, no sólo se ocultaba a la opinión pública una información imprescindible para contextualizar y entender las protestas obreras en la ciudad. El objetivo era – y como siempre había sucedido en el franquismo- sacar al conflicto del foco de la opinión pública, dentro y fuera del país, para privarlo de cualquier relevancia informativa y convertirlo en una mera cuestión de orden público.  Un paso imprescindible para restar a los huelguistas potenciales apoyos por parte de otros sectores sociales y profesionales, tanto dentro como fuera de la ciudad, y permitir una represión sin paliativos que en aquellas circunstancias concretas –recién firmado el Acuerdo Preferencial con la Comunidad Económica Europea- el régimen no podía permitirse sin el menoscabo consiguiente de su crédito.

Fuimos conscientes desde un principio de esta realidad, aunque siempre mantuvimos la esperanza de localizar algún testimonio gráfico – bien en los archivos de prensa, bien en organismos oficiales, o tal vez en manos de algún huelguista o de alguno de sus familiares- sobre lo ocurrido aquellos días en Vigo. Y así colaboramos durante semanas en el volcado de fuentes, hasta que una mañana topamos, casualmente, con la noticia que anhelábamos.

Un fotógrafo francés en Vigo

La Voz de Galicia, 23 de septiembre de 1972. Ese día, y entre titulares que informan de la voluntad de Citroën Hispania de estudiar la situación particular de cada obrero despedido una vez "normalizada" la situación, el redactor del diario gallego hace alusión, según fuentes oficiosas, a la detención la jornada anterior, junto a otros manifestantes, de un periodista francés, sorprendido tras un muro en las inmediaciones de Citroën en compañía de un huelguista portando varias cámaras fotográficas. Trasladado a Comisaría, después de ser identificado, y comprobarse que carecía de la acreditación necesaria para desarrollar su trabajo en España, el cronista sigue informando que el periodista, Julienne Sylvain André Gaston (sic), tras manifestar que ya había estado detenido anteriormente en Italia por un hecho similar, abandonó voluntariamente la ciudad para dirigirse en su propio vehículo hacia la frontera de Irún, "sin que se sepa si llegó a tomar fotografías de las evoluciones de la fuerza armada".

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Imagen del diario La Voz de Galicia (23 de septiembre de 1972) en el que se informa de la detención en Vigo del periodista francés Sylvain Julienne.

Más allá de la rigurosidad del relato – que muy posiblemente omite una intervención directa del consulado francés en la ciudad en favor de uno de sus ciudadanos, tras ser arrestado por la policía - la noticia nos situaba ante la posibilidad que buscábamos desde hacía semanas, el hallazgo de una o varias imágenes sobre lo sucedido en Vigo en esos días.

Porque como supimos más tarde, tras efectuar una búsqueda exhaustiva y contactar con amigos, compañeros de profesión y el hijo del propio fotógrafo francés, Sahel Julienne, Sylvain Julienne era bastante más que un fotógrafo de guerra. Nacido en Evreux, Normandía, el 6 de julio de 1947, dio sus primeros pasos como fotógrafo de prensa a los veintiún años, trabajando para The Village Voice, donde fue testigo, de primera mano, de la lucha por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam que sacudió Estados Unidos durante esos años y vivió el fenómeno de la contracultura hippie. Tras su regreso a Europa, y gracias a la intercesión de su amigo Jacques Burlot, por aquel entonces fotógrafo de la revista Life, comenzó a trabajar con Göksin Sipahioglu, conocido en los medios franceses de la época como le grand turc, el afamado periodista y fotógrafo fundador de la agencia Sipa Press en 1973. Financiado por éste, Sylvain Julienne viajó a Irlanda del Norte en septiembre de 1971, donde, según su propia confesión, consiguió ganarse la simpatía de varios miembros del IRA para hacer un reportaje de un campo de entrenamiento de la organización en el Ulster, imágenes que ocuparon la portada de la revista Time y de varios periódicos británicos en enero de 1972 y que fueron recogidas posteriormente por Michel Setboun y Sylvie Dauvillier  ("Sylvain Julienne. Septembre 1971, l’IRA s’entraine", incluido dentro del libro 40 ans de photojournalism. Tome 2: Génération Sipa, Paris, Éditions de La Martinière, 2012, p. 22-23). Una proeza que repitió unos meses más tarde al lograr fotografiar a varios miembros de ETA posando, armados, y en actitud desafiante, en las calles de las villas de Gernika, Lekeitio y Ondárroa.

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Fotografía 3. Portada de la revista Time (10/01/1972).- Sylvain Julienne
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Fotografía 4. Fotografía de miembros de ETA en Ondárroa, Bizkaia, en el otoño de 1972.- Sylvain Julienne
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Ilustración 2. Imágenes de miembros del IRA fotografiados por Sylvain Julienne en 1971 aparecidas en la prensa italiana (1972).- Archivo personal de Sylvain Julienne

Un año más tarde, y trabajando ya para la agencia Gamma, Sylvain Julienne sería uno de los fotógrafos que inmortalizaría el golpe de Estado de Pinochet contra el legítimo gobierno de Salvador Allende. Como nos relató su compañero y amigo, el fotógrafo holandés Chas Gerretsen -quien cubrió junto a él el golpe militar y recibió el Premio Medalla de Oro Robert Capa 1973 por una emblemática fotografía del general golpista rodeado de sus ayudantes y con los ojos cubiertos por unas gafas de concha durante el Te Deum celebrado en la Iglesia de la Gratitud Nacional al Sagrado Corazón de Jesús de Santiago ocho días después del derrocamiento y muerte de Allende-  el fotógrafo francés fue la persona que le avisó del inicio del asalto a La Moneda y quien, además, consiguió sacar del país los carretes fotográficos que atestiguaban lo ocurrido en la ciudad durante aquel fatídico 11 de septiembre tras hacer gala, una vez más, de su carácter intrépido y ganarse la simpatía de un piloto del ejercito uruguayo que lo invitará a viajar a Buenos Aires a bordo de su avión militar "después de tomar juntos unos tragos".

En la conversación que mantuvimos con él, Gerretsen nos presentó un retrato de Sylvain Julienne que deja pocas dudas sobre su categoría ética, tanto a nivel humano como profesional: "Sylvain había decidido ser justo: entregaría nuestros carretes a Sygma y a Gamma al mismo tiempo. Para gran disgusto de Huber Henrotte, director de Sygma. Sylvain insistió. "Tú estás loco, completamente loco", le espetó Henrotte".

"Al final se llegó a un compromiso entre las dos agencias enfrentadas. Gamma pagaría el pasaje de avión de Sylvain de Argentina a Paris, donde se entregarían mis carretes. Sylvain, por su parte, daría sus fotos a Sygma y tendría así la primicia hasta que Gamma hubiera pagado".

"La prensa internacional pensaba que Sylvain era el único fotógrafo que había podido sacar su carrete de Chile. Nadie sabía nada de mis fotos. Pánico en Gamma, pues esto implicaba miles de dólares en tarifas de exclusividad. Varias horas después, Sylvain le dio a Gamma mi carrete. La carrera estaba en marcha. La mayoría de los fotógrafos pensaron que Sylvain había obrado como un loco al darle mi material a Gamma. Podía haber respondido que se había perdido, como sucedió muchas veces en Vietnam. Aparte del hecho de que Sylvain y yo nos habíamos hecho buenos amigos, es que ambos disfrutábamos de lo que hacíamos: tomar fotografías. Ninguno de los dos estaba dispuesto a joder al otro por dinero o fama" (entrevista con Chas Gerretsen, 2/2/2022).

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Foto 5. El dictador Augusto Pinochet aparece rodeado de sus ayudantes durante el Te Deum celebrado en la Iglesia de la Gratitud Nacional de Santiago (19/9/1973).- Chas Gerretsen

En abril de 1974, tras su incorporación a Sigma por invitación personal de su fundador, Hubert Henrotte, Sylvain Julienne asistió, como testigo privilegiado, a la explosión de alegría colectiva que acompañó a la Revolução dos Cravos, en Portugal, que reflejaría en el rostro de decenas de mujeres portuguesas fotografiadas por su cámara. Ese mismo año, sería detenido y encarcelado por el ejército turco en Adana, sin imaginar que apenas unos meses más tarde se convertiría en protagonista de un hecho que terminaría por encumbrarlo y cambiaría su vida para siempre, tanto a nivel personal como profesional.

Camboya, primeros meses de 1975. Sylvain Julienne retrata con su cámara las consecuencias de la cruenta guerra civil que desangra el país, la desintegración de la república jemer y el imparable avance de la guerrilla comunista de los jemeres rojos. Un día, por azar, se convierte en protagonista de una noticia que dejará una honda impronta en todos los corresponsales presentes en el conflicto. Como relata su amigo Jacques Brulot, esa jornada regresa del combate acompañado de dos niñas supervivientes de una masacre, Phalla, de dos años, que no sobrevivirá, y Phalli, su hermana. Impulsado por el deseo de ayudar a las víctimas del conflicto, el fotógrafo solicitará la intercesión de la embajada francesa para conseguir sacarla del país durante la evacuación de la capital y llevarla a su país de origen, donde se convertiría en su hija adoptiva.

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Foto 6. Sylvain Julienne en Camboya, 1975.- Jacques Burlot

Sylvain Julienne será uno de los prisioneros retenidos en la embajada francesa tras la caída de Phnom Penh, tal y como confesará él mismo a la cadena francesa TF 1 el día 5 de mayo de 1975. Tras su regreso a Francia, viajaría a la guerra civil del Líbano, al Irán convulsionado tras la huida precipitada del Sha y el entusiástico regreso de Jomeini y, prácticamente, a todos los escenarios bélicos del último cuarto del siglo XX hasta su definitiva retirada a su ciudad natal, Evreux, tras el nacimiento de su hijo, Sahel, en 1998.

El fotógrafo comprometido

Sylvain Julienne era un fotógrafo honesto. Sus imágenes, veraces y directas, se encuadran en la corriente fotoperiodística creada por Robert Capa y otros grandes maestros de la fotografía de guerra. Pero desprenden un halo de humanidad que nos habla de una personalidad rebelde, arrolladora, brillante y cálida, cercana, generosa, humilde y entrañable, siempre empática hacia aquellos que considera luchadores nobles, personas sencillas y sin doblez, víctimas del poder y del atropello por parte de otros seres humanos. Rasgos que acercan su obra a la de otros grandes nombres de la fotografía durante el siglo XX, como Dorotea Lange, Walker Evans, Paul Strand o Eugene Smith.

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Fotografía 7. Sylvain Julienne en Santiago de Chile, septiembre de 1973.- Chas Gerretsen (GER – 48622).

¿Qué buscaba este fotógrafo francés, con su típica figura de beatnik, en Vigo en septiembre de 1972?  Es cierto que carecemos de testimonios del propio Sylvain Julienne sobre este episodio. Pero, después de indagar en su trayectoria, humana y profesional, a lo largo de tantas semanas, y conversar durante horas con sus imágenes, en un viaje interior que ha modificado buena parte de nuestros planteamientos iniciales, estamos convencidos que pretendía retratar lo que él consideró uno de los hitos más relevantes de la lucha obrera en la Europa posterior a 1968. Desvelar, a través de la imagen, los hilos, visibles e invisibles, que unían la resistencia obrera en Vigo con los grandes movimientos huelguísticos y de ocupación de fábricas que sacudieron a todo el sur del continente durante estos años decisivos. Alzar la voz, a través de sus fotografías, dando a conocer la lucha de un Vigo obrero unido de forma solidaria contra la tiranía de un régimen político despótico y arbitrario y la importancia de una huelga que iba a marcar un antes y un después en la historia del sindicalismo europeo, al tiempo que denunciar la violencia ejercida por una dictadura que en ningún momento había abjurado de sus orígenes fascistas.

Cuando firmamos este artículo, y aunque seguimos trabajando en la búsqueda de esas imágenes perdidas, aún desconocemos si Sylvian Julienne llegó a hacer alguna fotografía de lo acaecido en Vigo aquellos días y si, de ser así, llegaremos a disponer de ella en algún momento. Pero si sabemos que, con su presencia en Vigo, aquel crucial mes de septiembre de 1972, fue capaz, una vez más, de tomar el pulso de los acontecimientos, intuir la relevancia de lo que estaba sucediendo en la ciudad gallega y compartir destino con los que él consideraba los auténticos protagonistas de la Historia.

Agradecimientos

Los autores desean agradecer a Sahel Julienne y a Chas Gerretsen su colaboración a la hora de preparar este artículo, y la cesión de parte del material fotográfico que aparece en el mismo.

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